Las apuestas ilegales existen en esta ciudad desde hace más de 130 años y tuvieron su costado trágico. Al menos siete personas murieron derivadas de asuntos relacionados por juegos que estaban prohibidos por leyes que casi nadie respetaba.
La detención del empresario Roberto Laffont por un delito que hasta no hace mucho era una contravención, sacó a la luz un sistema de apuestas ilegales que se fue sofisticando con el correr de los años y el lógico avance de la tecnología. Pero el juego clandestino, ilegal, prohibido como se lo llamó y se lo llama, es tan viejo como la humedad.
Ahora todo se maneja por WhatsApp o con los viejos fax que parecen no haber pasado de moda para estos menesteres. Apuestas on line que mueven millones y no descargan un centavo a las arcas del Estado. Un viejo problema que en Luján tenía además consecuencias sociales y era un asunto de la administración pública en 1887.
Loterías y rifas, en menor medida. Partida de naipes y carreras de caballos principalmente aparecían como un “grave mal social” a tal punto que en ocasiones derivaban en agrias discusiones que se saldaban con muertos y heridos. En septiembre de ese año, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que “prohibió en todo el partido de Luján los juegos de azar comprendiéndose las loterías y rifas”.
En el Tomo V de Luján Retrospectivo, Federico Fernández de Monjardin, cuenta que esa ordenanza comprendía multas de 10 pesos Moneda Nacional o en su defecto seis días de arrestos por cada infracción para los contraventores. Es decir los jugadores, los apostadores.
Mientras que el dueño de casa donde llevaran a cabo estas actividades la multa llegaba a los 100 pesos Moneda Nacional o en su defecto ocho días de arresto por la primera vez y 200 pesos por los subsiguientes. Los menores de 17 años tenían prohibida la entrada a mesas de billar.
No obstante, el juego clandestino siguió gozando de buena salud. Los periódicos de la época se cansaron de publicar artículos y editoriales reflejando situaciones de todo tipo. Entrado el siglo XX era común encontrar a menores “levantando” quiniela en zaguanes y abundaban las llamadas “casas de negocios” donde se reunían principalmente hombres hasta altas horas de la noche a beber, pero esencialmente a jugar baraja por dinero.
MURRA SANGRIENTA
En ocasiones, las partidas terminaban muy mal. En agosto de 1905, varios parroquianos jugaban a la murra (típico juego de barajas italiano) cuando una discusión acelerada por el consumo de alcohol se saldó con una persona muerta y varios heridos. “Los perniciosos efectos del alcohol convierten al ebrio en una bestia feroz que solo tiene de humano las apariencias”, indicó el periódico La Opinión.
Todo pasó en el boliche de José Mangi, ubicado en el Cuartel 5to. entre el puente Mitre y el Cementerio. El domingo por la tarde se encontraban Demetrio Matranca, Demetrio Imbriacco, Nicolás Garófolo, Vicente Maimone, José Petinaro y Blas Cardamona jugando a la murra y bebiendo sendos vasos de vino.
Serían las 18.15 cuando entre ellos se suscitó una violenta discusión. En un instante, todos estuvieron de pie y un golpe de puño fue la señal del combate, desnudando Imbriacco y Garofolo sus cuchillos. Vicente Maimone trató de apaciguar a los contendientes y recibió una feroz puñalada en el fémur izquierdo. La batalla duró apenas unos segundos, dándose a la fuga todos los actores a excepción de Maimone y Petinaro que habían recibido dos puñaladas en el costado izquierdo.
“A los gritos y al toque de auxilio, acudió el activo oficial señor Rey quien, enterado de lo sucedido y sin pérdida de tiempo, se lanzó en persecución de los malhechores. A treinta metros de la casa, al costado de la calle, vio en el suelo a un hombre acostado y sospechando que fuera uno de los actores del drama se acercó a él y era, en efecto, Demetrio Matranca, a quien una terrible puñalada había abierto el vientre. El oficial Rey lo transportó al boliche de Mangi y volvió a salir en persecución de los otros. En un momento, se habían reunido un gran número de curiosos quienes contemplaban horrorizados el espectáculo que presentaba el boliche”, describió La Opinión.
“El piso estaba convertido en un charco de sangre, atravesado al lado de la puerta el cadáver de Maimone con los ojos abiertos con expresión de horrible espanto. Algunos pasos más allá, contra el mostrador, estaban en el suelo Matranca con los intestinos afuera y en un rincón Petinaro cubierto de sangre y de vino, no cesaba de gritar. Poco minutos después, llegaron el médico de policía, el Dr. Reyna y el Dr. Enrique Iguñia quienes dieron en principio cura a los heridos, operación que requirió casi dos horas de constante labor. Mientras tanto, el oficial Rey daba captura a Garófolo quien fue conducido a la comisaría”, agregó para ser más elocuente.
Al siguiente, Imbriacco fue detenido. Todos los presuntos autores del hecho se terminaron y los acusados puestos a disposición del juez. Los heridos fueron mejorando y al oficial Rey lo felicitaron.
TABA MORTAL
En diciembre de 1909, se jugaba a la taba en el Comité Radical que había en calle Francia pese a estar prohibido por ordenanzas. Después del almuerzo y por una diferencia en una jugada se inició una acalorada discusión entre un forastero que acabada de entrar y Pascual Mendoza. Enseguida, salieron a relucir los revólveres y sonaron varios tiros, cayendo Mendoza con un balazo en el vientre mientras su heridor emprendía la fuga sin poder ser detenido en ese instante de confusión.
El forastero logró escapar pero estaba herido y tuvo un fúnebre epílogo. Se llamaba Alejandro Borda y murió pocos días después en Navarro como consecuencia de una hemorragia que le produjo el balazo que recibió de parte de Mendoza quien, por su parte, se recuperó en el Hospital local de las también graves heridas que sufrió.
NAIPES TRÁGICOS
Hace 101 años, otro suceso sangriento se produjo como consecuencia del juego clandestino. En la tarde del 25 de mayo de 1917 hubo un muerto y dos heridos. Según la versión policial, en la casa de negocio de Martín Gianetti, situada en el camino a Jáuregui, se efectuó una reunión en la que se infringía por los concurrentes y con conocimiento del dueño de casa, la Ley de Juegos Prohibidos.
Por diferencias de una parada, se trabaron en pelea Albino González, Braulio Coronel y Juan Toyo con Leonardo Ciriaco Cabral, interviniendo en defensa de éste su hermano Alfredo Cabral. De la refriega, éste resultó lesionado con arma blanca por Coronel, González muerto de un balazo de Leonardo Ciriaco Cabral y herido de bala por esta misma el sujeto Toyo quien a su vez hirió de dos puñaladas a Bernardo Cabral. En el calor de la lucha intervino el agente Ángel Greppi, que fue agredido a mano armada por el sujeto Luis Jaime.
Establecida la calma, la policía detuvo a los heridos haciéndolos transportar al hospital y además al agente Greppi por negligencia en cumplimiento del deber y a Martin Gianetti, Luis Jaime y Ciriaco Cabral.
Jaime y Gianetti estuvieron detenidos. El primero fue procesado por desacato a la autoridad y el segundo por infracción a la Ley de Juegos. Once días -decía el miércoles 6 de junio La Opinión-, de los cuales seis han estado incomunicados cuando las disposiciones de la ley debían estar puestos en libertad por carecer de antecedentes y no haber incurrido en penas mayor a dos años de prisión.
El 17 de enero de 1924, EL CIVISMO informaba que “en las primeras horas de la mañana del lunes ocurrió un grave hecho de sangre en la fonda conocida como de Laza cito en la esquina de Mitre y Rivadavia. Entre otros parroquianos se encontraban allí, Darío Sanricueta y Rodolfo Eleuterio Corro, entre quienes se suscitó una discusión hasta que pasaron a la vía del hecho, sacando sus revólveres y haciendo varios disparos resulta de los cuales cayó fulminado de un tiro en el corazón Sanricueta y de dos tiros Corro quien quedó gravemente herido falleciendo horas después en el Hospital donde fuera conducido.
“La policía no intervino sino de inmediato porque el escribiente Clos a cargo del servicio de calle se encontraba durmiendo en vez de estar en su puesto, tomó intervención del caso deteniendo a varios de los que conocían el hecho y levanta el sumario de práctica. Lamentable que estos hechos se produzcan costándole la vida a hombres que podían ser útiles a la sociedad y que ellos obedezcan a abuso del alcohol única fuente donde debe buscarse la causa de este grave hecho”, decía este medio.
Sin embargo, en 1965 Federico Monjardin contaría al recordar este lugar conocido como La Fonda de Don Pancho” que en alguna ocasión las reuniones entre parroquianos -vascos en su mayoría- “terminaban a los tiros”.
Monjardín recuerda ese hecho de sangre ya que vivía a una cuadra y al escuchar los tiros se acercó al lugar. Al llegar se encontró con uno de sus amigos “joven, bueno, inteligente pero víctima del juego, baleado y casi moribundo”. Ese era Corro “que tenía extraordinarias cualidades humanas: leal, buen amigo, inteligente, culto, lector, simpático, buen mozo, elegante. (…) Se había casado poco antes, muy enamorado y fiel, y era padre de una hija. Pero aunque hacía lo posible por no caer en el juego, si tropezaba en él no sabía cómo salir. Murió al describir que alguien le hacía trampa y, como era valiente, se levantó para protestar y lo balearon”, recordó.
Ese año, pero en septiembre, en un comercio del Cuartel 5º barrio Santa Elena, ocurrió un suceso sangriento en que resultaron protagonistas el dueño del negocio llamado Antonio Rodríguez y Juan González parroquiano de la casa.
Según la versión policial, “los actores habían estado jugando a una partida de truco y por diferencias suscitadas en el juego, sostuvieron una discusión tomándose en riña. Como final de ésta, Rodríguez disparó sobre González un tiro de escopeta que lo hirió de tal gravedad en la cabeza que falleció dos horas después. Intervino la policía deteniéndolo a Rodríguez”.
“BURROS” VIOLENTOS
Y en diciembre también de 1924, a la terminación de unas carreras de caballos que se efectuaron en el comercio de Bellagamba, sito en el Cuartel 4º del Partido, se desarrolló un grave hecho de sangre, resultando un muerto y dos heridos.
“Según versiones corrientes, por causas que establecerá el sumario que se instruye con intervención el juez del Crimen, se suscitó una acalorada discusión entre dos de los asistentes: Pablo Burgos y Moisés Toro. Y a raíz de la cual, el primero de los nombrados hizo tres disparos de revólver contra el contrincante. Uno de los proyectiles hirió a éste de alguna gravedad, otro causó la muerte de Luis Adorno y el tercero alcanzó en una de sus piernas a Juan Burgos, hermano del agresor. Todos los actores de esta escena son vecinos de General Rodríguez.
“El comercio donde ocurrió el suceso está ubicado en el deslinde del nuestro partido con el de Rodríguez, lo que motivó en un primer momento una confusión en la Policía de ambos distritos para intervenir”, publicó La Opinión en una de últimas ediciones.
El 10 de octubre de 1940 en EL CIVISMO aparece otro hecho trágico relacionado con el juego clandestino. Otra vez fue en el barrio El Quinto. “Durante un desorden promovido por una de las tantas casas de juego que funcionan en esta ciudad fue muerto de un balazo José González. La Policía detuvo a varias personas que participaron en la gresca y procura individualizar al homicida. El hecho ocurrió en la churrasquería ubicada cerca del puente Rodolfo Moreno”.
En tanto, al día siguiente La Voz de Luján la víctima tenía 30 años, era español y recibió un tiro de revólver en la ceja izquierda. “La Policía local que de inmediato procedió a detener a varios de los presentes, ha logrado saber que el autor de la muerte de González fue Raimundo Gauna, que se haya detenido”.
Para entonces, todo esfuerzo por desalentar el juego clandestino fue en vano. Pero, por lo menos, dejó de haber muertos y heridos. (El Civismo).
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