Es un proyecto conjunto entre la 
Facultad, la Escuela de Aeromodelismo La Plata y la Prosecretaría de 
Innovación y Vinculación Tecnológica de la UNLP. La finalidad es armar 
un equipo de competición con el sello de la Universidad. El objetivo es 
más ambicioso aún, ya que la idea es abrir un espacio para el desarrollo
 de tecnología propia para alumnos de cualquiera de las facultades de la
 casa de estudios que quieran participar
Vuela tan veloz que se pierde en las alturas, hasta que un zumbido como 
el de las abejas advierte sobre su próxima aparición. Un pequeño dron 
integrado y pilotado por un estudiante de la Facultad de Ingeniería 
derrocha todo su potencial con una serie de acrobacias en el Campo de 
Deportes de la Universidad Nacional de La Plata.
Con este puntapié, la Unidad Académica junto con la Escuela de 
Aeromodelismo La Plata (EALP) y la Prosecretaría de Innovación y 
Vinculación Tecnológica de la UNLP buscan fundar una escudería de drones
 para competir en certámenes a nivel nacional con el sello de la 
Universidad. El objetivo es más ambicioso aún ya que la idea es abrir un
 espacio para el desarrollo de tecnología propia donde puedan participar
 alumnos de cualquiera de las carreras de Ingeniería e incluso de otras 
facultades de la casa de estudios.
¿Por qué con un dron? Porque con estos vehículos aéreos no tripulados
 se pueden poner en juego diversos aspectos vinculados a la ingeniería. 
“Abarca desde el desarrollo de materiales hasta estructuras, 
aerodinámica, baterías, electrónica, telecomunicaciones y sistema 
informático”, detalla el estudiante de Ingeniería Aeronáutica y de la 
(EALP), Bryan Arce, piloto del modelo que se probó en el predio de la 
UNLP.
El alumno comenzó a interesarse en drones por curiosidad, en 
particular, por aquellos vehículos que se utilizan en competencias, que 
son distintos a los comerciales. “Tanto el diseño como los materiales 
son diferentes. Estos son más rápidos y no cuentan con ningún sensor de 
colisión, por lo que los movimientos que realiza son responsabilidad del
 piloto. Su vuelo es acrobático y alcanza velocidades que rondan entre 
los 100 y 200 kilómetros por hora”, explica el futuro ingeniero.
El dron construido por Arce posee un motor eléctrico y baterías LiPo 
(Litio-Polímero). Su peso total es de 650 gramos. “La batería sola pesa 
150 gramos. Eso actualmente es un limitante, porque genera mucha 
resistencia. Es como una piedra volando”, describe.
Para ensamblar el dispositivo, el alumno puso en práctica los 
conocimientos que adquirió a lo largo de la carrera. “Fue bajar a 
tierra, de una manera entretenida, los conceptos aprendidos que uno 
tiene pero en el aire, como por ejemplo saber de qué manera se construye
 un motor eléctrico y cómo funciona. Después el pilotaje consistió en 
mucha práctica”, sostiene.
El dron está creado exclusivamente para la competencia, como los 
autos de carrera. Según Arce, se trata de un deporte que ya está 
asentado en el país, con cinco competencias al año en las cuales se 
clasifican los mejores pilotos para circuitos internacionales, 
auspiciados por grandes empresas.
“Antes se lo tomaba como un pasatiempo pero, debido a la incumbencia 
tecnológica que tiene y al interés de las grandes marcas por tener esas 
vanguardias, se busca generar desarrollos a partir de un equipo de 
competencia para poder después aplicarlo a sus modelos comerciales. De 
ahí toda la innovación que se viene haciendo con este tipo de 
aeronaves”, detalla.
El ingeniero aeronáutico y presidente de la Comisión Directiva de la 
EALP, Emiliano Albarracín, añade que la propuesta es que el proyecto no 
se limite solo a aeromodelistas que gasten sus recursos y tiempo de 
manera individual, sino por el contrario potenciar capacidades y 
conformar un equipo. “La palabra escudería no es caprichosa sino que la 
idea es armar un equipo en donde el hecho de competir sea solo una 
excusa para hacer diversos desarrollos tecnológicos”.
En ese sentido, la propuesta tiene dos vertientes: una es la 
escudería y la otra el desarrollo de tecnología. “Queremos empezar con 
un dron que sea software y hardware libre para tener una base que les 
sirva a los estudiantes de distintas carreras e incluso de otras 
facultades que quieran participar. Que puedan meter mano, orientarse y 
crear tecnología. Generar nuestros propios componentes en base a las 
experiencias que adquirimos”, indica el estudiante de Ingeniería 
Aeronáutica Roberto Argueta, otro de los impulsores del proyecto.
Arce estimó que el dron que construyó tiene un valor aproximado a los
 250 dólares. Para hacerlo volar requiere además de un dron station (que
 es un equipo de tierra que debe estar siempre firme) un radio control y
 gafas. La radio ronda los 200 dólares y las gafas alrededor de 400. Los
 costos se elevan teniendo en cuenta gastos de mantenimiento ante 
eventuales daños. Cabe remarcar que, actualmente, todos los 
equipamientos deben ser importados ya que no se producen en el país.
 
 
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