El Frente de Todos renueva 16 bancas propias y dos aliados en la provincia de Buenos Aires. Para no perder legisladores tendrían que estar cerca del 50% de los votos, un objetivo poco probable frente al actual escenario de crisis económica, sanitaria y descontento por el cierre de escuelas.
La intención de postergar las PASO y mover para adelante todo el cronograma electoral se ha transformado en una verdadera obsesión del oficialismo, sobre todo en el polo de poder bonaerense que conforman Cristina Fernández de Kirchner, Máximo, Sergio Massa y Axel Kicillof. Con las últimas encuestas en sus despachos, no ocultan que el Frente de Todos está pasando un mal momento como para soñar con una buena performance electoral en la provincia de Buenos Aires.
Necesitan ganarle nuevamente a Juntos por el Cambio y además, como mínimo, retener las bancas que ponen en juego este año en el principal distrito del país. Para lograr ese objetivo deben promediar un 50% de los votos, tarea que actualmente luce muy complicada debido a la caída de popularidad de las principales figuras del oficialismo. El oficialismo renueva 16 escaños propios y dos aliados, Pablo Ansaloni de UATRE que entro por JxC y el ex intendente de Bolívar, Eduardo “Bali” Bucca, ex randazzista. Mientras que el bloque opositor arriesga 14 bancas que puede defender obteniendo el mismo número que hace dos años: 37,7%.
Paradójicamente, en territorio bonaerense tiene mayor exigencia el FTD que JxC, a pesar del triunfo que logró Esteban Bullrich sobre Cristina en 2017. El mayor desafío opositor es mantener el control en el Senado bonaerense que obliga a Kicillof a negociar permanentemente con el presidente del bloque de Juntos por el Cambio, Roberto Costa, a quien también se le vence el mandato. Por eso una de las batallas más estratégicas se va a registrar en la Primera Sección Electoral donde además se eligen senadores provinciales.
Con 24 distritos y más de 4 millones seiscientos mil electores, para el Frente de Todos una buena elección en esa región de la Zona Norte y Oeste del GBA implicaría empujar el triunfo general y dar vuelta la actual relación de fuerzas en el Senado bonaerense. Junto con la Tercera, la Primera Sección suma los votos necesarios para imponerse en cualquier elección en territorio bonaerense, incluso para inclinar la balanza en los comicios nacionales. Pero acá hay distritos más hostiles para el kirchnerismo como Vicente Lopez, San Isidro o Tres de Febrero donde JxC es más competitivo que en el suroeste del Conurbano.
Todo parece indicar que el oficialismo deberá moderarse, vacunar mucho y cruzar los dedos para que se sienta en la calle una mejora del poder adquisitivo. Sólo con un cambio fuerte de expectativas podría volver a seducir a los enojados. La mala gestión del presidente Alberto Fernández, la radicalización del gobierno de la mano de la influencia de Cristina y la tensión social que ha generado la suspensión de las clases presenciales han generado una fuga de votantes blandos.
“Hay un universo social estratégico que vive en centros urbanos del GBA, de mediana edad, y de clase media baja que fue votante de Massa, luego respaldo a Cambiemos y en 2019 se volcó masivamente a la fórmula de los Fernández, decepcionados con la gestión de Macri y confiando en un gobierno moderado”, dicen los encuestadores del FTD. Ese electorado es el que le permitió a Alberto y a Kicillof superar ampliamente el techo de la base cautiva del kirchnerismo. Pero en los últimos meses están enojados y no les gusta la grieta y la confrontación permanente de los K. Incluso también vienen perdiendo muchos votantes jóvenes peleados con la política.
No significa que ese electorado se vaya masivamente a Juntos por el Cambio ya que aún tienen un mal recuerdo de la gestión económica de Macri, pero evidentemente al Frente de Todos le va a costar mucho volver a convencerlos. Siempre se dice que el peronismo unido en una sola boleta es invencible en la provincia de Buenos Aires y probablemente vuelva a ratificarse, pero no le va a alcanzar con un triunfo ajustado porque es ahí donde más bancas pueden obtener y además saben que volverán a ser derrotados con contundencia en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.
Sin duda, gran parte de la suerte electoral del Frente de Todos se va a jugar en el Gran Buenos Aires ya que en el interior bonaerense Juntos por el Cambio suele imponerse en casi todas las localidades y este año no va a ser la excepción. Cristina y Máximo saben que van a necesitar números plebiscitarios en distritos populosos como La Matanza, Lomas de Zamora, Merlo, Almirante Brown, Moreno o José C. Paz. Si bien en esos territorios CFK sigue con altos niveles de popularidad es probable que empiece una contención de los intendentes que se sienten maltratados. (Mdzol.com).
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