La cercanía del Día de la Industria alienta a los funcionarios y dirigentes a plantear discursos donde se destaca la importancia del desarrollo industrial. Sin embargo, pese a las palabras y salvo algún esporádico acontecimiento, la política industrial nacional es una materia pendiente que para muchos es posible ignorar.
Para los Industriales del Oeste la política industrial no es un tema tabú. Sabemos que sin ella, la economía va a la deriva y no será capaz de generar nuevos y mejores empleos. Para decirlo de modo sencillo: de esto queremos hablar.
Sin embargo, en la Argentina, el diseño de una política industrial es un tema pendiente. Ni siquiera existe un diálogo amplio que incluya a las PYMI, y lo vemos con preocupación, a horas de celebrar el día de la Industria, en el año del bicentenario.
La responsabilidad y la falta de conciencia industrial no es atributo de un Gobierno. Todo el arco político elude con mayor o menor destreza, definiciones concretas, viables y factibles que puedan ser sustentables a la hora de las decisiones y que encuentren un espacio específico en sus agendas de gestión si llegaran al Gobierno.
Hay sí, un conjunto de decisiones unilaterales y bien intencionadas, pero nada que seriamente permita planificar en materia de innovación, diseño, mejoras de la competitividad, ampliación de capacidad productiva, etc.
Tampoco se conoce con exactitud cuáles son las prioridades para orientar inversiones y la estructura generadora de conocimiento muestra desorientación, que sumado a la falta de estructuras de vinculación, hacen que la difusión de lo producido sea limitada y capturada sólo por las grandes empresas que sí pueden orientar subsidios, aportes y compensaciones.
Pese a representar más del 90% de las Empresas Industriales, las Pequeñas y Medianas Empresas son las grandes ausentes y excluidas. Los planes que se presentan en pro de ellas son de difícil acceso porque su diseño surge de burocracias con escaso conocimiento de la realidad industrial PYME.
Se agregan a cada momento nuevas problemáticas a la Agenda Industrial y poco se hace para enfrentarlas de modo consensuado y planificado. Así, temas como el medio ambiente o riesgos del trabajo se van incrementando -no por su complejidad- y generando limitaciones que amenazan la propia existencia de las industrias y en particular de las PYMI.
Una cuestión insoslayable para la inversión es la certeza. Mediante fallos judiciales, proyectos legislativos y decisiones administrativas de todo tipo se altera cotidianamente la estabilidad de las disposiciones. Las PYMEs reconocemos y aceptamos la dinámica social que implica la constante modernización de la estructura jurídica de la sociedad, pero mostramos perplejidad ante lo espasmódico de algunas decisiones en los más altos niveles de gobierno.
No se buscan con el argumento de la política industrial la justificación de nuevos o más amplios subsidios, compensaciones y beneficios para los tradicionales “captores”, ni tampoco el retorno de ya caducos paternalismos estatales.
La política industrial requiere no sólo de un Estado Nacional decidido a hacer de la Industria el argumento dinámico del Desarrollo Nacional, sino que implica definir prioridades, exigir a los sectores más dinámicos conductas inversoras e innovadoras, y atender a los menos dinámicos determinando sus debilidades pero asistiéndolos para superarlas.
La excusa de la inacción es que los empresarios (e incluyen erróneamente en el genérico a las PYMEs) son meros “cazadores de subsidios” y que, orientan sus acciones en pro de esa captación.
Es rol del Estado y de su política industrial la inclusión de nuevos actores –hasta ahora olvidados e ignorados- y no por los desvíos no hacer frente a sus responsabilidades.
Que la Industria se desarrolle pujante, que genere innovación, que incorpore desarrollo científico, que promueva el empleo de calidad y salarios dignos, que mejore su competitividad y que produzca nuevos y mejores estándares de bienestar no es responsabilidad única de los Empresarios.
El Estado Nacional no puede estar ausente, ni con excusas desatender el necesario diseño de una política industrial.
La experiencia internacional abunda.
Brasil cuenta con una Banca de Desarrollo claramente orientada a la promoción del desarrollo industrial y prueba de esa dinámica son, entre otras, la petroquímica, la industria automotriz y la aeronáutica.
En Francia, el Presidente Nicolas Sarkozy creó el Fonds Stratéguiques d`Investissement al cual le aportó ya u$s 3100 millones y que permitió rescatar a la industria del juguete (la fábrica Meccano es un ejemplo de ello).
Los EEUU, por decisión del presidente Barack Obama, destinó miles de millones de dólares a la innovación tanto en la industria de las energías renovables, como del transporte ferroviario o los vehículos avanzados, entre otros, y sostiene a la vez fondos específicos orientados a sustentar la competitividad industrial de los EEUU.
Japón, Alemania, Gran Bretaña, China y Corea del Sur están en la misma línea.
La Unión Industrial del Oeste reconoce que las dificultades del pasado aún atraviesan al conjunto de la sociedad, pero no se pueden perder oportunidades; y entiende que en esta instancia están dadas las condiciones para sentar las bases de una política industrial que consolide el Desarrollo Nacional y deje atrás la pobreza, la exclusión y la falta de oportunidades para millones de jóvenes que forman parte de la generación del bicentenario, pero pesará sobre sus hombros, abrir los caminos para quienes transiten estas tierras en el tricentenario.
La Argentina tiene todo lo necesario para crecer y posicionarse entre las principales economías, pero es preciso tomar decisiones, pensar más allá de mañana, y sostener esas ideas en el tiempo.
Los industriales PYME del Oeste, que en este año cumplimos un cuarto de siglo aportando al desarrollo industrial de nuestra provincia, estamos dispuestos a acompañar ese proceso, pero necesitamos que nos incluyan. Sólo de esa manera vamos a poder crecer con bases sólidas y bregar por la inclusión y la igualdad de oportunidades para todos los que habitan suelo argentino.
Unión Industrial del Oeste
Ing. Edgardo Gámbaro
Presidente
Para los Industriales del Oeste la política industrial no es un tema tabú. Sabemos que sin ella, la economía va a la deriva y no será capaz de generar nuevos y mejores empleos. Para decirlo de modo sencillo: de esto queremos hablar.
Sin embargo, en la Argentina, el diseño de una política industrial es un tema pendiente. Ni siquiera existe un diálogo amplio que incluya a las PYMI, y lo vemos con preocupación, a horas de celebrar el día de la Industria, en el año del bicentenario.
La responsabilidad y la falta de conciencia industrial no es atributo de un Gobierno. Todo el arco político elude con mayor o menor destreza, definiciones concretas, viables y factibles que puedan ser sustentables a la hora de las decisiones y que encuentren un espacio específico en sus agendas de gestión si llegaran al Gobierno.
Hay sí, un conjunto de decisiones unilaterales y bien intencionadas, pero nada que seriamente permita planificar en materia de innovación, diseño, mejoras de la competitividad, ampliación de capacidad productiva, etc.
Tampoco se conoce con exactitud cuáles son las prioridades para orientar inversiones y la estructura generadora de conocimiento muestra desorientación, que sumado a la falta de estructuras de vinculación, hacen que la difusión de lo producido sea limitada y capturada sólo por las grandes empresas que sí pueden orientar subsidios, aportes y compensaciones.
Pese a representar más del 90% de las Empresas Industriales, las Pequeñas y Medianas Empresas son las grandes ausentes y excluidas. Los planes que se presentan en pro de ellas son de difícil acceso porque su diseño surge de burocracias con escaso conocimiento de la realidad industrial PYME.
Se agregan a cada momento nuevas problemáticas a la Agenda Industrial y poco se hace para enfrentarlas de modo consensuado y planificado. Así, temas como el medio ambiente o riesgos del trabajo se van incrementando -no por su complejidad- y generando limitaciones que amenazan la propia existencia de las industrias y en particular de las PYMI.
Una cuestión insoslayable para la inversión es la certeza. Mediante fallos judiciales, proyectos legislativos y decisiones administrativas de todo tipo se altera cotidianamente la estabilidad de las disposiciones. Las PYMEs reconocemos y aceptamos la dinámica social que implica la constante modernización de la estructura jurídica de la sociedad, pero mostramos perplejidad ante lo espasmódico de algunas decisiones en los más altos niveles de gobierno.
No se buscan con el argumento de la política industrial la justificación de nuevos o más amplios subsidios, compensaciones y beneficios para los tradicionales “captores”, ni tampoco el retorno de ya caducos paternalismos estatales.
La política industrial requiere no sólo de un Estado Nacional decidido a hacer de la Industria el argumento dinámico del Desarrollo Nacional, sino que implica definir prioridades, exigir a los sectores más dinámicos conductas inversoras e innovadoras, y atender a los menos dinámicos determinando sus debilidades pero asistiéndolos para superarlas.
La excusa de la inacción es que los empresarios (e incluyen erróneamente en el genérico a las PYMEs) son meros “cazadores de subsidios” y que, orientan sus acciones en pro de esa captación.
Es rol del Estado y de su política industrial la inclusión de nuevos actores –hasta ahora olvidados e ignorados- y no por los desvíos no hacer frente a sus responsabilidades.
Que la Industria se desarrolle pujante, que genere innovación, que incorpore desarrollo científico, que promueva el empleo de calidad y salarios dignos, que mejore su competitividad y que produzca nuevos y mejores estándares de bienestar no es responsabilidad única de los Empresarios.
El Estado Nacional no puede estar ausente, ni con excusas desatender el necesario diseño de una política industrial.
La experiencia internacional abunda.
Brasil cuenta con una Banca de Desarrollo claramente orientada a la promoción del desarrollo industrial y prueba de esa dinámica son, entre otras, la petroquímica, la industria automotriz y la aeronáutica.
En Francia, el Presidente Nicolas Sarkozy creó el Fonds Stratéguiques d`Investissement al cual le aportó ya u$s 3100 millones y que permitió rescatar a la industria del juguete (la fábrica Meccano es un ejemplo de ello).
Los EEUU, por decisión del presidente Barack Obama, destinó miles de millones de dólares a la innovación tanto en la industria de las energías renovables, como del transporte ferroviario o los vehículos avanzados, entre otros, y sostiene a la vez fondos específicos orientados a sustentar la competitividad industrial de los EEUU.
Japón, Alemania, Gran Bretaña, China y Corea del Sur están en la misma línea.
La Unión Industrial del Oeste reconoce que las dificultades del pasado aún atraviesan al conjunto de la sociedad, pero no se pueden perder oportunidades; y entiende que en esta instancia están dadas las condiciones para sentar las bases de una política industrial que consolide el Desarrollo Nacional y deje atrás la pobreza, la exclusión y la falta de oportunidades para millones de jóvenes que forman parte de la generación del bicentenario, pero pesará sobre sus hombros, abrir los caminos para quienes transiten estas tierras en el tricentenario.
La Argentina tiene todo lo necesario para crecer y posicionarse entre las principales economías, pero es preciso tomar decisiones, pensar más allá de mañana, y sostener esas ideas en el tiempo.
Los industriales PYME del Oeste, que en este año cumplimos un cuarto de siglo aportando al desarrollo industrial de nuestra provincia, estamos dispuestos a acompañar ese proceso, pero necesitamos que nos incluyan. Sólo de esa manera vamos a poder crecer con bases sólidas y bregar por la inclusión y la igualdad de oportunidades para todos los que habitan suelo argentino.
Unión Industrial del Oeste
Ing. Edgardo Gámbaro
Presidente
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