domingo, octubre 17, 2010

Villa Gesell: “Urbanismo de las Orillas”

Los días 19, 20 y 21 de noviembre de 2010 se llevará a cabo la 2da Edición del Symposio “Urbanismo de las Orillas” en la ciudad de Villa Gesell, Buenos Aires, Argentina. Se trata de la indagación a través de ejemplos concretos y personalidades de la arquitectura y urbanismo, para estudiar su desarrollo urbano en las ciudades de la Provincia de Buenos Aires.

Están invitados los arquitectos Paolo Portoghesi, de Italia -uno de los referentes importantes a nivel mundial del movimiento moderno y postmoderno-, Clorindo Testa, Carlos Augusto Rodríguez (Subsecretario de Urbanismo y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires), Roberto Fernández, Mederico Faivre, Jorge Moscato, Eduardo Maestripieri, Pablo Beitía, todos ellos de importante trayectoria en obras, docencia y pensamiento.
Consultas >> capba_delegado@gesell.com.ar

La Convocatoria al primer Symposio, que sigue teniendo validez, decía: “Urbanismo de las Orillas”.
Orillas hay en el mar, en los ríos, en los valles, en las montañas, en las ciudades, en los hombres, en los países, en los continentes, en el planeta. Aquí estamos nosotros, en la orilla del mundo, en las orillas del país, en la orilla del pensamiento urbanístico.Estamos aquí, y es seguro que de las Orillas puede surgir algo valioso. La obligación de pensar desde el origen. Nos reunimos en una ciudad a la orilla del mar para pensar un Urbanismo original, así como el mar está en el origen. Un urbanismo que salga de la realidad de un país que está también en las orillas. Esta proposición surge de esa situación que hace del nuestro, un país lejano. A pesar de las circunstancias actuales de la comunicación, del transporte, de las manifestaciones culturales del mundo actual. Pero las orillas son una parte fundamental de esa interacción, en cuanto se refiere a zonas liminares. La orilla es, ni más ni menos, el límite entre dos organismos, y como límite, no se presta con tanta servidumbre al concepto de globalización. Para bien o para mal, la globalización política, económica, social, encuentra en las orillas sus límites. Porque es justamente el límite el principio de la definición, y en la definición percibimos la entidad de una ciudad; una entidad que, como son las entidades orgánicas, se mueven, se expanden, se deforman, y en esa dinámica se construyen a sí mismas, sin depender de las páginas muertas de una idea preconcebida.

El difícil presente
Los pueblos de la Provincia de Buenos Aires (y los de todo el país), se encuentran ante un dilema: la necesidad de planificar. Pero más allá de los Planes, se presenta la arquitectura como la herramienta útil a la construcción de esa entidad. Pero nos encontramos con dos inconvenientes:
Una legislación que con ser muy avanzada conserva cierta rigidez, cierta abstracción, dada en buena parte por la falta de herramientas adecuadas. Hablamos de métodos y de participación.
Las herramientas son un tema de la Universidad; los métodos y la participación, un problema profesional, y por eso entendemos adónde tenemos que apuntar.
El Planeamiento Urbano ha pasado a ser también ambiental y participativo. Por eso creemos que debe encontrarse el camino a través de las experiencias realizadas, y de la meta señalada por estas tres palabras. El CAPBA D IX por su configuración presenta elementos que tuvieron como protagonistas el factor ambiental. Los graves problemas costeros, la situación liminar del Turismo, la dificultad de una ciudad de dos tiempos, es decir, de dos ciudades, son claves para concretar una planificación adecuada, pero a su vez son un firme punto de partida. La reflexión que está en el origen de este Symposio es justamente ésta: que las complejidades, las rarezas, lo que separa una localidad de otra, indica el camino a recorrer para lograr una ciudad armónica, sustentable, organizada. Allí es donde fallan las Universidades: en ser ajenas a la Comunidad que necesita ser servida. Allí es donde una participación activa puede revivir lo más profundo de una ciudad, y desde allí transformar un Plan concreto en estímulo para las demás ciudades participantes.

La Orilla como futuro.
En las viejas ciudades se distingue un centro viejo, querido, humano, donde la gente va a buscar las atracciones de la ciudad. Allí es donde se encuentra la mejor calidad de vida, aun cuando agobie el ruido, la polución, el desorden y el atropello. En Europa se ha comprendido la necesidad de preservar esos centros viejos, y con varias estrategias, han logrado mantener esa nostálgica calidad de vida, fundamentalmente restringiendo el tránsito automotor y protegiendo el patrimonio histórico. Cuando aparece un nuevo edificio, se espera que acepte normas que ya no tienen como prioridad lo inmobiliario económico, y se privilegia el diseño, ya sea el respeto al viejo diseño, ya sea la imaginativa conjunción de lo viejo y lo nuevo. Ciudades como Barcelona y París son ejemplos sobresalientes. A medida que nos vamos alejando hacia las orillas, aparece, junto con la arquitectura que pasa por las imágenes de la arquitectura moderna mezclada con las viviendas masificadas de los planes sociales y las viviendas de baja calidad de diseño, que crecen solo como construcción.
El resultado es una zona poco atractiva, con un desorden espacial malsano, y sin embargo es allí donde se debería producir la renovación urbana. Retomando aun el ejemplo de Barcelona, hemos observado un hecho que sea tal vez la pista más destacada respecto a cómo encarar este problema: ante la creación de un nuevo barrio se empieza por el espacio público, el equipamiento y la forestación. En nuestro país, la Ley de Uso de Suelo, apunta al mismo criterio, aunque es combatida por los emprendedores inmobiliarios, y, en forma poco previsora, por los Municipios. Por eso el planteo de un urbanismo que nazca de las Orillas tiene un especial interés. Normalmente hay una tendencia a mejorar los centros, y descuidar los suburbios.
Un Urbanismo de las Orillas propondría vitalizarlas y avanzar de afuera hacia adentro, tanto en la concepción como en la ejecución. Ello exige reubicar zonas a largo plazo, fijar los límites “provisoriamente definitivos”. Esto requiere un gran esfuerzo de imaginación ubicado en la orilla entre lugar urbanizado y lugar rural. Implica ir descartando, como principio de orden, lo semiurbanizado

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