Algunas frases las tenemos incorporadas desde siempre:
«Al mal tiempo, buena cara».
«No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante».
«Siempre que llovió paro» y otras que se fueron metiendo en la piel de cada uno
«Caminante no hay camino se camino al andar».
Todas nos hablan casi de lo mismo solo andando, cayéndose y volviéndose a levantar es como se forja la vida de cada uno, para unos mas fácil para otros con más tropiezo, algunos finalmente ven la luz, otros no, pero hay que pasar por la vida dejando huellas, esas marcas son por ejemplo: los hijos, nuestra actividad en la sociedad, no solo hay que dejar huellas, además hay que mostrar que se pueden y se deben transitar.
Llegan momentos en la vida que pareciera que son mas las respuestas que preguntas; son espacios de tiempo que uno debe escucharse más de lo que habla, y cuando habla debe solo contestar aquello que se le pregunta, o sea escuchar con atención para no caer en respuestas que den lugar a sugestiones del que escucha; porque muchas veces en el continuo parloteo no nos escuchamos y transformamos el dialogo en un monólogo. Esto incluso debemos hacerlo con nosotros mismos, escuchar nuestra voz interior, nuestro cuerpo que nos reclama atención, ya sea descansando más y mejor, dejando de lado lo que no nos sirve y además nos hiere tanto el cuerpo como el alma, ingiriendo alimentos saludables y en cantidad necesarias; sintiendo su sabor y deleitándolos agradecidos de que lo tenemos, ya que bien sabemos que a muchos les falta. Realizar acciones que también nos alimente y fortalezca el alma, visitando personas que hace mucho no vemos, hoy por hoy sirve hasta un simple mensaje de texto.
Pero una cosa que estos momentos enseñan es que se recuerda más los hechos que las palabras, por ello no debemos prestarnos a los chismes malintencionados de los que nada hacen, ni siquiera por ellos mismos.
Duelen, pero si sabemos aceptar que somos capaces de mostrar hechos aunque haya que mejorarlos, debemos felicitarnos y alegrarnos por ello y dejar que los que poco y nada hacen sigan revolcándose en la impotencia de no saber ni querer competir sanamente.
«Al mal tiempo, buena cara».
«No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante».
«Siempre que llovió paro» y otras que se fueron metiendo en la piel de cada uno
«Caminante no hay camino se camino al andar».
Todas nos hablan casi de lo mismo solo andando, cayéndose y volviéndose a levantar es como se forja la vida de cada uno, para unos mas fácil para otros con más tropiezo, algunos finalmente ven la luz, otros no, pero hay que pasar por la vida dejando huellas, esas marcas son por ejemplo: los hijos, nuestra actividad en la sociedad, no solo hay que dejar huellas, además hay que mostrar que se pueden y se deben transitar.
Llegan momentos en la vida que pareciera que son mas las respuestas que preguntas; son espacios de tiempo que uno debe escucharse más de lo que habla, y cuando habla debe solo contestar aquello que se le pregunta, o sea escuchar con atención para no caer en respuestas que den lugar a sugestiones del que escucha; porque muchas veces en el continuo parloteo no nos escuchamos y transformamos el dialogo en un monólogo. Esto incluso debemos hacerlo con nosotros mismos, escuchar nuestra voz interior, nuestro cuerpo que nos reclama atención, ya sea descansando más y mejor, dejando de lado lo que no nos sirve y además nos hiere tanto el cuerpo como el alma, ingiriendo alimentos saludables y en cantidad necesarias; sintiendo su sabor y deleitándolos agradecidos de que lo tenemos, ya que bien sabemos que a muchos les falta. Realizar acciones que también nos alimente y fortalezca el alma, visitando personas que hace mucho no vemos, hoy por hoy sirve hasta un simple mensaje de texto.
Pero una cosa que estos momentos enseñan es que se recuerda más los hechos que las palabras, por ello no debemos prestarnos a los chismes malintencionados de los que nada hacen, ni siquiera por ellos mismos.
Duelen, pero si sabemos aceptar que somos capaces de mostrar hechos aunque haya que mejorarlos, debemos felicitarnos y alegrarnos por ello y dejar que los que poco y nada hacen sigan revolcándose en la impotencia de no saber ni querer competir sanamente.
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