En el marco del premio “Raíces”, otorgado a científicos argentinos que viven en el exterior, el gobierno nacional ha reconocido a un ex vecino de Del Viso: Silvio Gutkind, quien desde los EE.UU. trabaja junto a su equipo para combatir el cáncer.
Gutkind es jefe del Departamento de cáncer oral y faríngeo del Instituto Nacional de la Salud (NIH) de Estados Unidos, y ha sido premiado junto a otros once científicos. En este sentido, el premio de cooperación internacional en ciencia, tecnología e innovación “Raíces” se otorga a científicos argentinos destacados que residen en el exterior, pero que a su vez mantienen fuertes lazos con la comunidad científica nacional.
En diálogo con El Diario de Pilar, Gutkind recordó sus días en Del Viso, al tiempo que explicó cuáles son sus valiosos aportes al mundo de la investigación en salud.
El hombre cursó sus estudios primarios en la Escuela 10 y el Colegio Parroquial San Cayetano, y en el secundario acudió al colegio Parroquial Nuestra Señora de Fátima, siempre en su localidad natal. En 1976 se recibió en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, graduándose además como doctor en Farmacia y Bioquímica.
En 1986, viajó junto con su esposa (Silvia, graduada de la misma facultad), a EE.UU., “y desde ese entonces nos radicamos en el área de Maryland, muy cerca de Washington DC”. Gutkind comenta que “el motivo era explorar, trabajar en ciencia como ocupación única, ver si realmente nos gustaba, y si uno tenía vocación, pasión y capacidad para hacerlo. Y tanto más importante –agrega-, si podíamos desarrollarnos en un área de investigación que pudiese ser beneficiosa, directa o indirectamente, para pacientes que pudiesen necesitar tratamientos nuevos y/o más efectivos”.
En cuanto a su labor en Norteamérica, el delvisense indica que “luego de trabajar en el área de ciencia básica, estudiando mecanismos esenciales para la transformación de células normales en cancerosas, tuve la oportunidad de dirigir un grupo dedicado específicamente al cáncer de la boca y de la garganta, el que aquí llamamos cáncer oral, y cabeza y cuello”.
Actualmente, es el jefe del laboratorio de cáncer oral del Instituto Nacional de la Salud (NIH). “Gracias a estudios moleculares en este cáncer extremadamente agresivo –explica-, nuestro equipo básico-clínico inició semanas atrás nuestro primer ensayo clínico con una droga que inhibe un mecanismo que actúa en forma descontrolada en el cáncer de la boca y garganta, que esperamos tenga actividad antitumoral en pacientes que sufren de este tipo de cáncer. En paralelo, nuestro grupo continúa trabajando en aspectos básicos moleculares del cáncer”.
Intensidad
En Maryland, la jornada laboral comienza bien temprano. Una vez que los integrantes del equipo llegan al laboratorio, “empezamos discusiones científicas varias, acerca de resultados del o los días anteriores, y para planear los experimentos subsiguientes. Al mismo tiempo, tengo que hacer actividades editoriales varias para revistas científicas, y trabajo en forma directa con los profesionales en nuestro laboratorio para escribir manuscritos reportando nuestros trabajos”.
Claro está, ese sería un día ideal. “Siempre hay miles de pequeños/grandes problemas a solucionar” -expresa Gutkind- “desde cosas personales, escribir cartas de recomendación, hasta microscopios que no funcionan o experimentos de biología molecular/celular que no salen como deberían y hay que ver cómo solucionarlos. Todo esto amenizado con una o más observaciones diarias que no esperábamos, y de cuya interpretación puede surgir un descubrimiento fundamental, o simplemente reconocer que cometimos algún error en el experimento… o ambos”.
Recién cuando el laboratorio disminuye su efervescencia diaria, es tiempo de volver a casa, “o bien de preparar una charla o conferencia, viajando a algún lugar de EE.UU. o del mundo, en el cual podamos establecer trabajos de cooperación científica”.
Sobre el reconocimiento que la semana anterior le hizo el Gobierno Nacional, el científico afirmó tomarlo “con agradecimiento y humildad, por recibir un premio sólo por hacer lo mínimo que es esperable de aquél que ha recibido tanto de la Argentina, como cada uno de los premiados. El premio ‘Raíces’ es oficialmente por nuestras actividades científicas y por nuestras contribuciones a fortalecer los lazos profesionales y científicos entre los países donde vivimos/trabajamos y la Argentina”.
Sin embargo, comenta que “como dije durante la entrega del premio, el único crédito nuestro es haber sabido aprovechar toda oportunidad para trabajar con gente brillante y dedicada en Argentina, quienes ahora son colegas (profesores, jefes de laboratorios) y amigos, y son ellos los que merecen el reconocimiento. Mi agradecimiento es a ellos, mi familia, esposa e hijas, mi madre (que está en Del Viso) y amigos, y a la generosidad infinita del sistema educativo argentino, que nos dio la formación profesional a partir de la que cada uno de nosotros estableció su carrera científica”.
Además, fue una buena oportunidad de regresar al país, viaje que realiza “a menudo y cada vez que es posible, pero por tiempos cortos. Es fantástico ver a la familia, que sigue creciendo, y a los amigos y colegas por lo menos una vez al año, y cargar las pilas”.
A su vez, un excelente pasar en el extranjero no puede evitar que se extrañe “el mate de leche de los domingos, las medialunas crocantes, los sándwiches de miga, el helado de sambayón… y la familia y amigos”.
Los premiados
Además de Silvio Gutkind, fueron premiados Silvia Braslavsky, Juan Carlos Kaski, José Wesfreid, Alejandro Kacelnik, Adrián Roitberg, Mario Amzel, Marcelo Kazanietz, Isidoro Orlanski, Oscar Burrone, Blas Frangione y Eugenia Kalnay. (Pilar a Diario).
Ética, disciplina y corazón
Como cabeza de un equipo de investigación, Silvio Gutkind desmiente que sea complicado conseguir un sitio de jerarquía en el extranjero: “Las oportunidades son únicas y muchas, el secreto es identificarlas y hacer el esfuerzo necesario para lograr alcanzar las metas que uno se propone. Eso –agrega- requiere disciplina, una conducta ética en todo aspecto, poner el corazón en lo que a uno le apasiona, tener la iniciativa de buscar y/o hacerse oportunidades, y hacer un esfuerzo en mejorarse cada día, no ser ‘el mejor’, sino lo mejor posible en el área de interés personal”.
Y agrega: “No hace falta decir que el apoyo de la familia y amigos juega un papel fundamental en este proceso, ¡y que estos principios para progresar en ciencia son aplicables a cualquier actividad!”.
Gutkind es jefe del Departamento de cáncer oral y faríngeo del Instituto Nacional de la Salud (NIH) de Estados Unidos, y ha sido premiado junto a otros once científicos. En este sentido, el premio de cooperación internacional en ciencia, tecnología e innovación “Raíces” se otorga a científicos argentinos destacados que residen en el exterior, pero que a su vez mantienen fuertes lazos con la comunidad científica nacional.
En diálogo con El Diario de Pilar, Gutkind recordó sus días en Del Viso, al tiempo que explicó cuáles son sus valiosos aportes al mundo de la investigación en salud.
El hombre cursó sus estudios primarios en la Escuela 10 y el Colegio Parroquial San Cayetano, y en el secundario acudió al colegio Parroquial Nuestra Señora de Fátima, siempre en su localidad natal. En 1976 se recibió en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, graduándose además como doctor en Farmacia y Bioquímica.
En 1986, viajó junto con su esposa (Silvia, graduada de la misma facultad), a EE.UU., “y desde ese entonces nos radicamos en el área de Maryland, muy cerca de Washington DC”. Gutkind comenta que “el motivo era explorar, trabajar en ciencia como ocupación única, ver si realmente nos gustaba, y si uno tenía vocación, pasión y capacidad para hacerlo. Y tanto más importante –agrega-, si podíamos desarrollarnos en un área de investigación que pudiese ser beneficiosa, directa o indirectamente, para pacientes que pudiesen necesitar tratamientos nuevos y/o más efectivos”.
En cuanto a su labor en Norteamérica, el delvisense indica que “luego de trabajar en el área de ciencia básica, estudiando mecanismos esenciales para la transformación de células normales en cancerosas, tuve la oportunidad de dirigir un grupo dedicado específicamente al cáncer de la boca y de la garganta, el que aquí llamamos cáncer oral, y cabeza y cuello”.
Actualmente, es el jefe del laboratorio de cáncer oral del Instituto Nacional de la Salud (NIH). “Gracias a estudios moleculares en este cáncer extremadamente agresivo –explica-, nuestro equipo básico-clínico inició semanas atrás nuestro primer ensayo clínico con una droga que inhibe un mecanismo que actúa en forma descontrolada en el cáncer de la boca y garganta, que esperamos tenga actividad antitumoral en pacientes que sufren de este tipo de cáncer. En paralelo, nuestro grupo continúa trabajando en aspectos básicos moleculares del cáncer”.
Intensidad
En Maryland, la jornada laboral comienza bien temprano. Una vez que los integrantes del equipo llegan al laboratorio, “empezamos discusiones científicas varias, acerca de resultados del o los días anteriores, y para planear los experimentos subsiguientes. Al mismo tiempo, tengo que hacer actividades editoriales varias para revistas científicas, y trabajo en forma directa con los profesionales en nuestro laboratorio para escribir manuscritos reportando nuestros trabajos”.
Claro está, ese sería un día ideal. “Siempre hay miles de pequeños/grandes problemas a solucionar” -expresa Gutkind- “desde cosas personales, escribir cartas de recomendación, hasta microscopios que no funcionan o experimentos de biología molecular/celular que no salen como deberían y hay que ver cómo solucionarlos. Todo esto amenizado con una o más observaciones diarias que no esperábamos, y de cuya interpretación puede surgir un descubrimiento fundamental, o simplemente reconocer que cometimos algún error en el experimento… o ambos”.
Recién cuando el laboratorio disminuye su efervescencia diaria, es tiempo de volver a casa, “o bien de preparar una charla o conferencia, viajando a algún lugar de EE.UU. o del mundo, en el cual podamos establecer trabajos de cooperación científica”.
Sobre el reconocimiento que la semana anterior le hizo el Gobierno Nacional, el científico afirmó tomarlo “con agradecimiento y humildad, por recibir un premio sólo por hacer lo mínimo que es esperable de aquél que ha recibido tanto de la Argentina, como cada uno de los premiados. El premio ‘Raíces’ es oficialmente por nuestras actividades científicas y por nuestras contribuciones a fortalecer los lazos profesionales y científicos entre los países donde vivimos/trabajamos y la Argentina”.
Sin embargo, comenta que “como dije durante la entrega del premio, el único crédito nuestro es haber sabido aprovechar toda oportunidad para trabajar con gente brillante y dedicada en Argentina, quienes ahora son colegas (profesores, jefes de laboratorios) y amigos, y son ellos los que merecen el reconocimiento. Mi agradecimiento es a ellos, mi familia, esposa e hijas, mi madre (que está en Del Viso) y amigos, y a la generosidad infinita del sistema educativo argentino, que nos dio la formación profesional a partir de la que cada uno de nosotros estableció su carrera científica”.
Además, fue una buena oportunidad de regresar al país, viaje que realiza “a menudo y cada vez que es posible, pero por tiempos cortos. Es fantástico ver a la familia, que sigue creciendo, y a los amigos y colegas por lo menos una vez al año, y cargar las pilas”.
A su vez, un excelente pasar en el extranjero no puede evitar que se extrañe “el mate de leche de los domingos, las medialunas crocantes, los sándwiches de miga, el helado de sambayón… y la familia y amigos”.
Los premiados
Además de Silvio Gutkind, fueron premiados Silvia Braslavsky, Juan Carlos Kaski, José Wesfreid, Alejandro Kacelnik, Adrián Roitberg, Mario Amzel, Marcelo Kazanietz, Isidoro Orlanski, Oscar Burrone, Blas Frangione y Eugenia Kalnay. (Pilar a Diario).
Ética, disciplina y corazón
Como cabeza de un equipo de investigación, Silvio Gutkind desmiente que sea complicado conseguir un sitio de jerarquía en el extranjero: “Las oportunidades son únicas y muchas, el secreto es identificarlas y hacer el esfuerzo necesario para lograr alcanzar las metas que uno se propone. Eso –agrega- requiere disciplina, una conducta ética en todo aspecto, poner el corazón en lo que a uno le apasiona, tener la iniciativa de buscar y/o hacerse oportunidades, y hacer un esfuerzo en mejorarse cada día, no ser ‘el mejor’, sino lo mejor posible en el área de interés personal”.
Y agrega: “No hace falta decir que el apoyo de la familia y amigos juega un papel fundamental en este proceso, ¡y que estos principios para progresar en ciencia son aplicables a cualquier actividad!”.
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