El cáncer de próstata (CAP) es el tumor muy frecuente en el hombre; sin
embargo, en la actualidad, gracias al diagnóstico temprano que permite una
detección en estadios iniciales del cáncer, la gran mayoría de estos casos son
curables.
La detección temprana se realiza mediante un control urológico que será
a medida de cada paciente, teniendo en cuenta su edad y la presencia o no de
factores predisponentes. El examen digital rectal y el antígeno prostático
específico (PSA) son los pilares del diagnóstico temprano. Para el PSA no hay
un valor solo de referencia, sino que el resultado del mismo hay que adecuarlo
a cada paciente ya que influyen la edad, tamaño de la próstata, patología
prostática asociada y tratamiento con medicamentos que modifiquen los valores
del PSA.
Un enfoque para cada
individuo
Existen opciones terapéuticas para todos los casos del CAP. No
obstante, no todos los casos requieren un tratamiento activo y muchos pacientes
con diagnóstico de CAP serán solamente observados. El cáncer de próstata es una enfermedad
polifacética que requiere de un enfoque específico para cada individuo. El
desarrollo de nuevas tecnologías como la radioterapia de intensidad modulada,
la braquiterapia y la cirugía de mínima invasión (Laparoscópica, robótica) han
permitido tratar esta malignidad en los estadios tempranos con mínimas
consecuencias para la calidad de vida del paciente.
En casos avanzados, donde la enfermedad es de mayor gravedad, el
tratamiento depende del control de la hormona masculina llamada testosterona,
que estimula a las células malignas de la próstata. Esta hormona puede ser
bloqueada con drogas como leuprolide, goserelin, bicalutamida, pero este
bloqueo hormonal es para la testosterona que se segrega fisiológicamente. Este
tratamiento se agota en el tiempo cuando el tumor tiene la capacidad de generar
su propia hormona y estas drogas pueden actuar parcialmente, pero hay nuevas
drogas como enzalutamida y abiraterona que tiene la capacidad de evitar la
producción de testosterona por el tumor y también se puede complementar, en
casos seleccionados, con quimioterapia. En pacientes solo con metástasis óseas
y que se han hecho resistente a los bloqueos hormonales iniciales, hoy el radium
223 es una nueva opción.
El futuro es posible que apunte hacia tratamientos más localizados,
llamados tratamientos focales, para evitar terapias quirúrgicas cuando hay enfermedad
inicial y de bajo grado. Las recomendaciones para el control preventivo de esta
enfermedad son a partir de los 50 años y pacientes con antecedentes familiares
como padre y/o hermano a partir de los 45 años.
Dr. Carlos A. Ameri
M.N. 60245
Jefe del Servicio de Urología
Hospital Alemán
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