Los empresarios del sector -que genera entre 15 y 20 mil puestos de trabajo de manera directa- piden que se los deje volver a trabajar. Estiman que hasta el momento medio centenar de locales cerró definitivamente.
El 11 de mayo, después de tener el local cerrado durante 54 días por la cuarentena obligatoria, el café Míster Toto (Olavarría 2902), reabrió sus puertas con la modalidad take away. Si bien la vuelta al ruedo trajo un poco de oxígeno, los números estuvieron lejos de los de la “anterior normalidad”: las ventas con delivery representaron para el comercio apenas del 5% de los ingresos que necesita para subsistir y fue imposible sostener a los siete empleados que trabajan habitualmente. Por eso, José, propietario de la cafetería, organizó turnos rotativos para que todos trabajaran algún día a la semana y tuvieran un mínimo ingreso. También acordaron repartir el dinero en partes iguales. “Con lo que se recaudaba, se pagaba la mercadería y se dividía el resto en los sueldos, como si fuera una cooperativa”, explicó.
Semanas más tarde, cuando la comisión especial para la reactivación económica avaló la reapertura total de los comercios gastronómicos, se reincorporaron todos los días seis trabajadores más una empleada de limpieza y, aunque las cifras seguían bajas -las ventas se mantuvieron en torno al 30%-, al menos se dejó de acumular deuda. Hasta el sábado, cuando la ciudad volvió a Fase 3 por el gran número de casos de coronavirus que se registraron en los últimos días y José, otra vez, tuvo que recortar el horario del personal. De esta manera, de 7 a 15 trabajan tres personas y luego los suplanta él mismo, hasta las 19. Por ahora, es la única salida que encontró para evitar el cierre.
El caso de Míster Toto es apenas una muestra del duro panorama que atraviesa el rubro gastronómico de Mar del Plata por la crisis del coronavirus. A eso se suma el malestar entre los emprendedores, que entienden que la medida decretada por el intendente Guillermo Montenegro no se corresponde con la realidad, ya que hasta el momento no hubo casos de Covid-19 que tuvieran relación con la actividad. Incluso, el jueves, cuando el jefe comunal anunció su determinación por un plazo de diez días, hubo quienes plantearon abrir de todas formas. “Hay mucha calentura y desesperación, no sé cuánto tiempo más podremos contenerlos”, admiten desde el sector, que concentra a unos 1100 establecimientos y genera entre 15 y 20 mil empleos de manera directa. Se estima que hasta el momento, medio centenar de locales tuvieron que cerrar.
Este lunes, después de que el gobernador Kicillof dijera que no se podían avalar más aperturas, los referentes de la gastronomía local volvieron a la carga: insistieron en que deberían poder trabajar con la implementación de protocolos sanitarios, tal como lo venían haciendo, y aseguraron que los programas dispuestos por la Provincia para sostener la actividad son insuficientes. A su vez, advirtieron que a medio año del cierre y de cara a una temporada de verano rodeada de incertidumbre, las faltas de precisiones no hacen más que empeorar la situación, y reclamaron al gobierno municipal que profundice los controles.
“La situación es terminal”, definió Avedis Sahakian, referente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Mar del Plata. “Necesitamos reactivar cuanto antes porque la propagación del virus no viene del lado de la gastronomía ni de ningún comercio. Además, claramente tendremos que acostumbrarnos a convivir con el virus, al menos, hasta que esté la vacuna”, sostuvo el empresario con cuarenta años de experiencia en el rubro.
Sahakián pidió al Ejecutivo que revise su decisión y reparó en que septiembre es un mes en el que tradicionalmente cae la actividad y ya de por sí tienen por delante una temporada “totalmente incierta”. “La gastronomía es una de las patas de economía de la ciudad y es mucha la gente que depende de esto”, subrayó.
Hernán Szkrohal, responsable de Barracuda Café, también se mostró preocupado por este impasse de diez días porque teme que el plazo se amplíe, sobre todo, a partir de los dichos del gobernador bonaerense. “Tenemos reuniones y llamados permanentemente. La gente está en llamas porque no hay una certeza de cuándo vamos a poder abrir y estar nuevamente cerrados significa el quebranto de prácticamente todo el sector”, aseveró.
Szkrohal aclaró que comprenden la urgencia sanitaria, pero remarcó que, gracias a la estricta implementación de los protocolos, no hubo un solo contagio vinculado con las cafeterías o restaurantes. “Nosotros hicimos nuestro aporte en cuanto a mantener los negocios cerrados pero ahora, cinco meses después, estamos como si no hubiéramos hecho nada. Si colapsa la ciudad ahora, ¿cómo hacemos cuando venga turismo?”, cuestionó. Y sentenció: “Entendemos la cuestión sanitaria, pero necesitamos saber qué solución hay para un sector que estaba en una situación terminal y ahora tiene que volver a cerrar. Si el día 11 no podemos abrir, no hay manera de sobrevivir”.
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