En nuestra nota editorial “Ecuanimidad sí, objetividad jamás” (Periódico EL VIGÍA Nº38) dejamos clara nuestra posición contraria a la declamada “objetividad periodística” y expusimos los argumentos que la sostienen. Pero hace pocos días, un lector con absoluta buena fe, no dijo que le encantaba nuestro trabajo “pero a veces parecen demasiado oficialistas”. Y como creemos que un periodista antes de saber hablar debe aprender a escuchar con atención, recogimos el guante y comenzamos a reflexionar y debatir sobre la cuestión.
Es verdad que las "pautas oficiales" generalmente suelen ser utilizadas para controlar a la prensa. Pero también cumplen la misma función las “pautas opositoras”. En uno u otro caso, la culpa no la tienen los gobiernos o dirigentes de la oposición que las otorgan, sino los periodistas que las reciben. Nadie avanza si el otro no retrocede.
En nuestro caso, tenemos una relación profesional tanto con oficialistas cuanto con opositores. Ambos suelen pautar en nuestros medios. Otros no. Pero como rendimos culto a la ecuanimidad, todos tienen espacio en nuestras páginas. En ningún caso nos sugirieron unos ni otros publicar u opinar de tal o cual forma. Precisamente, porque la relación es “profesional” y no de sometimiento. Es respetuosa y de comprensión de las distintas funciones que cumplimos unos y otros. Generalmente, es el periodista el que invita al poder a someterlo. Siempre hay otro camino para elegir y un profesional del periodismo no puede ampararse en la protección de la fuente de trabajo, por las particularidades de nuestro oficio y por una cuestión de elemental dignidad.
Mientras debatíamos el llamado de atención de nuestro lector, también colegimos que en la actualidad resulta muchísimo más sencillo ser opositor acérrimo que oficialista ¿Por qué? Simplemente porque es fácil ser oficialista ni bien asume un gobierno: tiene Poder, presupuesto para pautas (¿no es así compañeros periodistas?) y cobijan mejor que los “perdedores” opositores.
Pero para ser oficialista durante los dos últimos años de un gobierno que sufre el desgaste natural del ejercicio del Poder, sumado a una campaña virulenta de los monopolios mediáticos y las corporaciones agropecuarias y del establishment, definitivamente hay que tener convicciones. Lo que en un principio nos pareció una crítica dolorosa de nuestro lector, se convirtió en un honor.
Buscar la verdad, cuidándose de no ser funcionales a los lobbys y operaciones desestabilizantes y las que procuran posicionar a uno u otro sector de cara a 2011, es todo un desafío profesional.
A ello sumemos que el emblema del periodismo opositor actual es el Grupo Clarín, quien usa a sus más renombrados periodistas para presionar al gobierno que osó restarle casi un 20 por ciento de ganancia al Grupo, precipitando la ruptura de la AFA con Torneos y Competencias y acabando con un monopolio de 18 años. Así, es como que se puede escuchar a TNmbaum (Ernesto) insultando airadamente a un diputado cordial como Agustín Rossi, a TN armando la agenda discursiva de la oposición y tantos otros ejemplos de cómo a algunas empresas periodísticas "se les soltó la cadena". Para no cargar las tintas sobre Clarín, podríamos mencionar también el caso de Luis Majul, preguntándose y respondiéndose a sí mismo críticas despiadadas o, como le gusta decir a él, “lascerantes” contra el gobierno, s F3lo para quedar bien con el dueño del canal donde trabaja (Francisco De Narváez), quien seguramente jamás le exigió ser tan genuflexo y obsecuente.
No. Ese no es “nuestro periodismo”. Preferimos “parecer oficialistas”. Los mencionados son, en nuestra modesta opinión, estilos deleznables de ejercer este oficio que tanto amamos. Representan todo lo que en EL VIGÍA NO queremos ser.
Y, para finalizar, reiteramos cual es y será nuestra línea editorial: pretendemos ser siempre ecuánimes. Ello significa que en nuestras páginas encontrará todas las opiniones más diversas, reportajes a oficialistas y opositores y –sobre todo- inquietudes vecinales. Nos consideramos un servicio público, y no servidores de patrones o dirigentes. Pero también encontrará notas de opinión debidamente firmadas fijando nuestras posiciones. Según la noticia de la cual se trate o el momento en que sea escrita, a algunos les parecerán “demasiado oficialistas” y a otros “demasiado opositoras”.
Lo cierto es que nunca serviremos deliberada o comercialmente intereses particulares. Y garantía de ello será, precisamente, la ecuanimidad fácilmente demostrable. Para serlo, elegimos no ser empleados del canal de la Noble Señora o de De Narváez, y menos de ningún gobierno. Esto no nos hace independientes, pues ya dijimos que no creemos en la independencia ni en la objetividad periodística, Pero nos hace libres y autosuficientes. El día que no podamos serlo, EL VIGÍA desaparecerá y se reinventará en otro medio de comunicación.
Ser libre y autosuficiente no es el caso precisamente de TNmbaum o de Majul (sólo para citar dos ejemplos de la prensa que más abunda en la actualidad). A ellos, seguramente a nuestro crítico lector ni se le ocurriría llamarles la atención porque son “demasiado opositores”. Pero sí, en general, se condenan las opiniones periodísticas coincidentes con la ideología de un gobierno de turno. Una paradoja ¿Por qué significa una descalificación ser demasiado oficialista y no lo es ser demasiado opositor? Debe ser cierto que a veces “parecemos demasiado oficialistas”. Es que en EL VIGÍA, filosóficamente, siempre tendemos a colocarnos del lado del más débil y atacado. Y lejos del Poder del establishment.
Si a esta altura Usted está tentado a pensar que debe existir una “tercera posición periodística” distante de unos y otros, le sugerimos vencer a esa tentación. Los periodistas siempre, por acción u omisión, terminamos beneficiando a uno de los actores de una noticia. Ello, pues antes que periodistas somos personas y, créanos, generalmente mucho más falibles y defectuosas que el resto de la humanidad ¿O acaso aún piensa que algo es verdad sólo porque apareció en el diario?
Es verdad que las "pautas oficiales" generalmente suelen ser utilizadas para controlar a la prensa. Pero también cumplen la misma función las “pautas opositoras”. En uno u otro caso, la culpa no la tienen los gobiernos o dirigentes de la oposición que las otorgan, sino los periodistas que las reciben. Nadie avanza si el otro no retrocede.
En nuestro caso, tenemos una relación profesional tanto con oficialistas cuanto con opositores. Ambos suelen pautar en nuestros medios. Otros no. Pero como rendimos culto a la ecuanimidad, todos tienen espacio en nuestras páginas. En ningún caso nos sugirieron unos ni otros publicar u opinar de tal o cual forma. Precisamente, porque la relación es “profesional” y no de sometimiento. Es respetuosa y de comprensión de las distintas funciones que cumplimos unos y otros. Generalmente, es el periodista el que invita al poder a someterlo. Siempre hay otro camino para elegir y un profesional del periodismo no puede ampararse en la protección de la fuente de trabajo, por las particularidades de nuestro oficio y por una cuestión de elemental dignidad.
Mientras debatíamos el llamado de atención de nuestro lector, también colegimos que en la actualidad resulta muchísimo más sencillo ser opositor acérrimo que oficialista ¿Por qué? Simplemente porque es fácil ser oficialista ni bien asume un gobierno: tiene Poder, presupuesto para pautas (¿no es así compañeros periodistas?) y cobijan mejor que los “perdedores” opositores.
Pero para ser oficialista durante los dos últimos años de un gobierno que sufre el desgaste natural del ejercicio del Poder, sumado a una campaña virulenta de los monopolios mediáticos y las corporaciones agropecuarias y del establishment, definitivamente hay que tener convicciones. Lo que en un principio nos pareció una crítica dolorosa de nuestro lector, se convirtió en un honor.
Buscar la verdad, cuidándose de no ser funcionales a los lobbys y operaciones desestabilizantes y las que procuran posicionar a uno u otro sector de cara a 2011, es todo un desafío profesional.
A ello sumemos que el emblema del periodismo opositor actual es el Grupo Clarín, quien usa a sus más renombrados periodistas para presionar al gobierno que osó restarle casi un 20 por ciento de ganancia al Grupo, precipitando la ruptura de la AFA con Torneos y Competencias y acabando con un monopolio de 18 años. Así, es como que se puede escuchar a TNmbaum (Ernesto) insultando airadamente a un diputado cordial como Agustín Rossi, a TN armando la agenda discursiva de la oposición y tantos otros ejemplos de cómo a algunas empresas periodísticas "se les soltó la cadena". Para no cargar las tintas sobre Clarín, podríamos mencionar también el caso de Luis Majul, preguntándose y respondiéndose a sí mismo críticas despiadadas o, como le gusta decir a él, “lascerantes” contra el gobierno, s F3lo para quedar bien con el dueño del canal donde trabaja (Francisco De Narváez), quien seguramente jamás le exigió ser tan genuflexo y obsecuente.
No. Ese no es “nuestro periodismo”. Preferimos “parecer oficialistas”. Los mencionados son, en nuestra modesta opinión, estilos deleznables de ejercer este oficio que tanto amamos. Representan todo lo que en EL VIGÍA NO queremos ser.
Y, para finalizar, reiteramos cual es y será nuestra línea editorial: pretendemos ser siempre ecuánimes. Ello significa que en nuestras páginas encontrará todas las opiniones más diversas, reportajes a oficialistas y opositores y –sobre todo- inquietudes vecinales. Nos consideramos un servicio público, y no servidores de patrones o dirigentes. Pero también encontrará notas de opinión debidamente firmadas fijando nuestras posiciones. Según la noticia de la cual se trate o el momento en que sea escrita, a algunos les parecerán “demasiado oficialistas” y a otros “demasiado opositoras”.
Lo cierto es que nunca serviremos deliberada o comercialmente intereses particulares. Y garantía de ello será, precisamente, la ecuanimidad fácilmente demostrable. Para serlo, elegimos no ser empleados del canal de la Noble Señora o de De Narváez, y menos de ningún gobierno. Esto no nos hace independientes, pues ya dijimos que no creemos en la independencia ni en la objetividad periodística, Pero nos hace libres y autosuficientes. El día que no podamos serlo, EL VIGÍA desaparecerá y se reinventará en otro medio de comunicación.
Ser libre y autosuficiente no es el caso precisamente de TNmbaum o de Majul (sólo para citar dos ejemplos de la prensa que más abunda en la actualidad). A ellos, seguramente a nuestro crítico lector ni se le ocurriría llamarles la atención porque son “demasiado opositores”. Pero sí, en general, se condenan las opiniones periodísticas coincidentes con la ideología de un gobierno de turno. Una paradoja ¿Por qué significa una descalificación ser demasiado oficialista y no lo es ser demasiado opositor? Debe ser cierto que a veces “parecemos demasiado oficialistas”. Es que en EL VIGÍA, filosóficamente, siempre tendemos a colocarnos del lado del más débil y atacado. Y lejos del Poder del establishment.
Si a esta altura Usted está tentado a pensar que debe existir una “tercera posición periodística” distante de unos y otros, le sugerimos vencer a esa tentación. Los periodistas siempre, por acción u omisión, terminamos beneficiando a uno de los actores de una noticia. Ello, pues antes que periodistas somos personas y, créanos, generalmente mucho más falibles y defectuosas que el resto de la humanidad ¿O acaso aún piensa que algo es verdad sólo porque apareció en el diario?
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