La historia ha demostrado que ninguna organización humana puede progresar o prosperar, si sus miembros están enfrentados. Es una verdad perogrullesca, válida para las familias, sociedades y naciones, que sería grotesco repetirla si no fuera porque el gobierno argentino ha convertido al enfrentamiento ciudadano en un instrumento político para mantenerse en el poder.
El justicialismo o peronismo y el cristinismo, inventaron y difundieron eslóganes perversos en un país rico, ignorando que el progreso es una construcción lenta, con permanente esfuerzo en común y respeto a la dignidad humana. Empobrecieron a los argentinos, los enfrentaron y dividieron a la sociedad en “descamisados y oligarcas”, “empresarios y esclavos”, “justicieros sociales y seres antisociales”, “los que se apropian del ingreso y los indigentes”, “impuestos coercitivos a los que ganan más que los pobres”, “sostener empresas estatales ineficientes, corruptas y deficitarias para que compitan con empresas privadas”.
Al árbol lo conocerás por sus frutos: el ingreso per cápita de los argentinos cayó del puesto 7° en la comparación mundial, al 62° en el año 2011; la producción decayó, los servicios públicos se destrozaron y apareció el escándalo de la pobreza en las villas miseria. La ciudadanía debe sacarse de encima la maldición nacional y social del justicialismo-peronismo- cristinismo.
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