La Estimulación Magnética Transcraneana conocida por sus siglas en inglés como TMS, es una técnica no farmacológica ni invasiva que utiliza ondas electromagnéticas con el fin de despolarizar grupos específicos de neuronas.
La Estimulación Magnética Transcraneana conocida por sus siglas en inglés como TMS, es una técnica no farmacológica ni invasiva que utiliza ondas electromagnéticas con el fin de despolarizar grupos específicos de neuronas.
Aprobada en 2008 para su uso en depresión resistente a antidepresivos por la FDA (Food and Drug Administration), organismo que aprueba y fiscaliza todo tratamiento médico de los Estados Unidos. Sin embargo, actualmente se está investigando su utilización en diferentes cuadros neuropsiquiátricos, como: trastorno obsesivo compulsivo (TOC), esquizofrenia, déficit atencionales, cefaleas, acúfenos, enfermedad de Parkinson, rehabilitación motora en los accidentes cerebrovasculares, entre otros. También se usa en investigación en la fisiología cerebral.
Este avance fue presentado en el Simposio Internacional sobre Estimulación Magnética Transcraneana, organizado en Buenos Aires por Matías Bonanni, Director del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Clínica (INAC), que contó con la presencia de los máximos exponentes mundiales del tema; los Doctores Mark Goerge (USA) y Leonardo Cohen (USA).
TMS es una técnica totalmente indolora, que tiene como ventaja su seguridad y los bajos o nulos efectos adversos, por tener mecanismos de acción muy específicos y sin impacto fuera del cerebro. No produce alteración estructural, ni lesión en las neuronas. Puede ser suministrada en todas aquellas personas, aún mayores, que utilicen medicación para distintas enfermedades clínicas.
No posee contraindicaciones en pacientes con diabetes, hipertensión u otras enfermedades, exceptuando aquellos que tengan objetos de metal en el cerebro (clips o placas), marcapasos cardíacos, electrodos intracardíacos y bombas de infusión medicamentosa.
El tratamiento básico, no requiere anestesia ni sedación, consiste en realizar 20 sesiones de 20 minutos cada una, en las que no se necesita preparación previa ni recuperación posterior, de modo que terminado el procedimiento la persona se puede retirar a sus actividades habituales sin necesidad de cuidados especiales posteriores o de acompañamiento.
Con la implementación de esta técnica comenzó una nueva era para los tratamientos en el campo de la psiquiatría. La importancia de la TMS está en que amplía el espectro terapéutico de los psiquiatras y promete ser una herramienta importante en el tratamiento de enfermedades del cerebro. Los porcentajes son en promedio de un 70% de recuperación en depresiones resistentes, es decir, que no responden a los fármacos.
Aprobada en 2008 para su uso en depresión resistente a antidepresivos por la FDA (Food and Drug Administration), organismo que aprueba y fiscaliza todo tratamiento médico de los Estados Unidos. Sin embargo, actualmente se está investigando su utilización en diferentes cuadros neuropsiquiátricos, como: trastorno obsesivo compulsivo (TOC), esquizofrenia, déficit atencionales, cefaleas, acúfenos, enfermedad de Parkinson, rehabilitación motora en los accidentes cerebrovasculares, entre otros. También se usa en investigación en la fisiología cerebral.
Este avance fue presentado en el Simposio Internacional sobre Estimulación Magnética Transcraneana, organizado en Buenos Aires por Matías Bonanni, Director del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Clínica (INAC), que contó con la presencia de los máximos exponentes mundiales del tema; los Doctores Mark Goerge (USA) y Leonardo Cohen (USA).
TMS es una técnica totalmente indolora, que tiene como ventaja su seguridad y los bajos o nulos efectos adversos, por tener mecanismos de acción muy específicos y sin impacto fuera del cerebro. No produce alteración estructural, ni lesión en las neuronas. Puede ser suministrada en todas aquellas personas, aún mayores, que utilicen medicación para distintas enfermedades clínicas.
No posee contraindicaciones en pacientes con diabetes, hipertensión u otras enfermedades, exceptuando aquellos que tengan objetos de metal en el cerebro (clips o placas), marcapasos cardíacos, electrodos intracardíacos y bombas de infusión medicamentosa.
El tratamiento básico, no requiere anestesia ni sedación, consiste en realizar 20 sesiones de 20 minutos cada una, en las que no se necesita preparación previa ni recuperación posterior, de modo que terminado el procedimiento la persona se puede retirar a sus actividades habituales sin necesidad de cuidados especiales posteriores o de acompañamiento.
Con la implementación de esta técnica comenzó una nueva era para los tratamientos en el campo de la psiquiatría. La importancia de la TMS está en que amplía el espectro terapéutico de los psiquiatras y promete ser una herramienta importante en el tratamiento de enfermedades del cerebro. Los porcentajes son en promedio de un 70% de recuperación en depresiones resistentes, es decir, que no responden a los fármacos.
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