OLAVARRIA, Mayo 23, (PUNTO CERO-Infoazuldiario Helios Eseverri ya planifica el regreso al despacho municipal de Olavarría . En una charla informal con EL POPULAR se mostró intacto, entusiasmado e informado de todo. Casi como para no creerlo. Quiere volver entre el 5 y el 20 de junio, y su única duda es cuánto puede forzar la herida. Está en un estado asombroso, físico y mental. Helios Eseverri está mejor de lo pueda imaginarse quien no lo haya visto.
Se levanta rápido, se mueve suelto, habla el tiempo que sea, no tose, tiene buen color, no muestra dolor, está consciente y por demás lúcido, y la única secuela de la operación son seis kilos de menos y un obvio temor por la herida que está cicatrizando.
Eseverri charló ayer 30 minutos con este cronista, que cubrió todo el proceso de diagnóstico de salud, salida del Ejecutivo y recuperación, y la verdad es que este cronista casi no puede creer lo que vio: el Intendente en uso de licencia está como antes de irse pero más flaco. Nada más. Su futuro -y él lo sabe perfectamente- no tiene garantías de mejora permanente como tampoco pronóstico de recaídas, como sucede en este tipo de casos. Pero hoy por hoy él está para pensar en el retorno al despacho.
Eseverri -a ojo de mal cubero- debe estar pesando entre seis y ocho kilos menos de los que tenía en su última aparición pública, cuando inauguró la Facultad de Medicina el 17 de abril, antes de operarse tres días después. Por lo que cuenta, él mismo tampoco sabía ayer a la mañana si debe recuperar el peso que le falta "o voy a quedar en éste, porque algunos de los médicos me dicen que ése no es el tema principal". Cuando narra eso, Eseverri lo hace con un gesto típico: levanta la mano y barre el aire, como quien se refiere a una cuestión menor, superficial.
Segunda secuela de Eseverri, momentánea: la sutura por la herida de la operación. Para referirse a ese tema apela a otro gesto. Sentado con normalidad, se corre la campera del costado derecho y señala una línea por debajo de las costillas. Viene cicatrizando de modo normal "dentro de los 45 días que lleva la recuperación en este tipo de operaciones", pero para Eseverri hoy mismo representa un obstáculo: "Yo creo que hoy mismo podría empezar a recorrer obras, pero no sé hasta dónde puedo tener tanta movilidad", explicó ayer en los 30 minutos de charla distendida donde también contó que para sacarse todas las dudas sobre ese tema "el lunes lo voy a ver a (el cirujano especializado que lo operó en Buenos Aires, Alejandro) Oria para que nos diga cuánto puedo moverme sin complicaciones" y cuánto debe esperar.
Esa limitación por la sutura en avance es la que también le indica prudencia a la hora de moverse en el acto del 25 de Mayo, en Capital Federal, cuando encabece la convocatoria del presidente Néstor Kirchner. "Voy a estar en la Rosada seguro, pero me parece que en la Plaza va a haber mucho movimiento", pronosticó ayer, también moviendo ambas manos como quien describe oleadas y fricción.
Por lo demás, Eseverri no habla de cura definitiva ( "a esto hay que verlo cómo evoluciona, pueden pasar muchas cosas", admite) pero avanza sobre la recuperación como un soldado convencido: se está levantando, según el día, entre las 7 y las 8 de la mañana, come de todo ("me dijeron que fuera por método de prueba: comer y ver cómo me siento", describe), consume mate como en los mejores tiempos, camina por el patio todo lo que puede, se reserva un rato en el piso de arriba pero para el almuerzo se acomoda en el comedor de la planta baja y en un par de días más arranca con un par de copas de vino diarias en las comidas.
¿Vino? Sí, lo mismo que le preguntó con asombro ayer este cronista, que de oído sabe que el alcohol se metaboliza en azúcar, una sustancia clave para alguien a quien le han extraído la mayor parte del páncreas y no genera insulina. "Eso es lo más raro -se ríe Eseverri antes de explicar el asunto-: vos sabés que en todo momento me midieron y me siguen midiendo la glucosa y siempre estuve en niveles de entre 85 a 110, totalmente normales. La conclusión es que el páncreas nunca dejó de funcionar".
El resto de los parámetros, los visibles por lo menos, son los de una persona normal. Está más flaco pero ni en un año está más avejentado, se levanta rápido de la reposera donde lee y él mismo se acomoda una silla al lado del cronista porque le incomoda estar más bajo que el interlocutor.
La tos es cosa del pasado. El catarro ha desaparecido por completo y el trabajo kinesiológico dio resultados certeros. De a ratos, cada tramos largos de cuento y relato sobre su operación, Eseverri tose un poco pero apenas toma un trago de agua mineral se le pasa.
Nota: ni espera que nadie le acerque el agua. Se para rápido y toma el vaso que dejó en la mesa de leer. Se vuelve a sentar y retoma el hilo de la conversación donde lo dejó. Síntesis: el desvarío que le atribuyeron en estos días, donde supuestamente perdía la hilación de las frases, es una fábula infantil. Por lo menos ayer al mediodía era eso: un dislate total. Al punto que Eseverri inició la charla con este cronista marcándole punto por punto, frase por frase, día por día, dónde se habían cometido inexactitudes en las coberturas sobre la evolución de su salud. Y se acordaba de todo.
Tiene decidido, en ese marco, que vuelve al despacho entre el 5 y el 20 de junio, una decena de días después del acto en Plaza de Mayo. En medio de esa variable de tiempo quedan los 45 días de recuperación de los que habla el Intendente en licencia. Y parece que volverá a pleno.
Ayer se movía sin dar la más mínima señal de dolor al desplazarse, pararse o sentarse. Si tiene dolor, lo oculta como un gran maestro de la actuación, aunque todo indica que no le duele nada. Admite, sí, que estuvo mucho peor. "La tos que tenía al principio, el catarro, eran reales, tal como lo publicaste", le reconoce a este cronista luego de marcarle, obsesivo, dos o tres diferencias de hora en los turnos médicos reales y en los que se dieron a conocer, y tras asegurar que nunca supo con antelación que se le fuera a hacer un tratamiento oncológico de apoyo que, de hecho, al final nunca se le hizo.
"Ahora leo, pero lo de las limitaciones que tenía para leer al principio también era cierto", reconoce. Pero después retoca datos, exige puntualidad y excelencia en la precisión ("porque eso si no abre dudas", reclama puntilloso y convencido), amplía lo que ya se dijo ("en realidad después me enteré que me sacaron de la clínica porque había tres, y no dos, casos de neumonía en mi piso", detalla con fanatismo) y cada tanto se ríe con ganas, cuando el cronista le manifiesta que una cosa es escribir desde un teclado, cotejando datos y fuentes médicas, y otra verlo en persona. Y verlo en persona, hoy, es un trance poco comunicable. A pesar de la profesión periodística, de las ganas de contarlo y del buen uso de las palabras.) (PUNTO CERO-Infoazuldiario).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario