Por orden de Máximo Kirchner, el vicepresidente de la Cámara Baja frenó una negociación entre el oficialismo y el frente de Binner y Stolbizer. “No cederemos contra el campo”, fue la frase que escucharon en el FAP, cuando ya habían llegado a un acuerdo. La sesión se cayó por tercera vez.
La decisión fue terminante. José Ottavis se reunió con un grupo de diputados filo sciolistas y les dijo lo que nadie quería escuchar: “Por decisión de Máximo, con el campo no se negocia absolutamente nada”. La conversación se dio cuando el oficialismo avanzaba en un acuerdo con el Frente Amplio Progresista para bajar al recinto a cambio de algunas modificaciones en el proyecto original.
La disposición del ultrakirchnerismo era concluyente y estaba en sintonía con lo que algunas horas antes había manifestado el ministro de Economía, Hernán Lorenzino: Que el Gobernador sacara la reforma tributaria por decreto.
Con todas las cartas echadas, ya no había retorno y la sensación de que el kirchnerismo buscaba que Daniel Scioli tenga su “propia 125” se convertía en una realidad.
Los propios diputados del oficialismo reconocieron que se estuvo muy cerca del acuerdo con el FAP. Esa fuerza había convocado a los periodistas a una conferencia de prensa para presentar una alternativa al proyecto que llegó a Diputados con media sanción del Senado.
La propuesta establecía un revalúo fiscal fraccionado en cinco años y la autorización a una cuarta cuota extraordinaria de Inmobiliario Rural para el ejercicio actual, favoreciendo a los pequeños y medianos propietarios rurales.
Por entonces, la negativa del gobierno provincial de no modificar “una coma” del proyecto original parecía cambiar cuando la Casa Rosada mostraba una avanzada, a través de Lorenzino, para que el Gobernador aplique el revalúo por decreto, pague el costo político y eche por tierra su buena relación con el campo. El economista había dicho que la Legislatura le había dado a Scioli las facultades para disponer el revalúo por decreto.
Los ministros provinciales Silvina Batakis (Economía) y Gustavo Arrieta (Asuntos Agrarios) llegaron a las corridas a la Legislatura para avanzar en una negociación con el FAP. Batakis llegó cruzando a Lorenzino. “El código fiscal no permite un revalúo por decreto”, dijo la ministra. Esas fueron sus únicas declaraciones a la prensa.
Al despacho del presidente de la Cámara, Horacio González, llegaban también diputados de bloques opositores y hasta senadores -se los pudo ver a Cristina Fioramonti y al camporista Santiago Carreras- toda vez que, si el proyecto era aprobado con modificaciones iba a volver al Senado.
Gritos y discusiones en la oposición
Pero, mientras el sciolismo sufría las presiones del kirchnerismo, la oposición se sentía acorralada por las entidades rurales que, afuera de la Legislatura, habían protagonizado algunos incidentes cuando supieron que se avanzaba en un acuerdo que permitiría la sesión y la aprobación del paquete impositivo.
"Ladrones. No conocen al campo enojado", gritaban algunos ruralistas que habían llegado del interior. Según trascendió, algunos productores patearon las rejas frente al Parlamento y fueron contenidos por agentes policiales afectados al operativo de seguridad.
Las tensiones en FAP crecían en paralelo a cómo se avanzaba con el acuerdo. Incluso un grupo de diputados de la oposición se cruzó a los gritos en la planta baja de la Cámara, en un ala cerrada al público. Allí el titular de la bancada del FAP, Marcelo Díaz, había reunido a un sector de la oposición con el objetivo de interpelarlos para que bajen a sesionar con el proyecto modificado.
Ante la negativa de la oposición y al ver que el FAP quedaba expuesto en solitario, Díaz discutió a los gritos con Ricardo Lissalde, del monobloque Alternativa Peronista. El progresista le reclamaba haber abandonado la negociación por temor a ser cuestionado por las entidades del campo.
Fue un momento de tensión que La Política Online pudo ver por la puerta giratoria que da a la entrada de vehículos del Palacio Legislativo, justo en el mismo lugar donde el jueves pasado se agredieron ruralistas y militantes de La Cámpora. Mientras Díaz increpaba a Lissalde, los opositores Julio Garro, Gonzalo Atanasof y Jorge Srodek eran testigos directos de la escena.
La tensión duró hasta las 20, cuando el oficialismo, a instancias del kirchnerismo, cerró la negociación. Horacio González fue el encargado de hablar ante la prensa: “Las modificaciones que nos planteaba la oposición vulneraban el espíritu de la ley”, argumentó. Ottavis y el presidente del bloque oficialista, Juan De Jesús, observaban la escena. (La Política OnLine).
La decisión fue terminante. José Ottavis se reunió con un grupo de diputados filo sciolistas y les dijo lo que nadie quería escuchar: “Por decisión de Máximo, con el campo no se negocia absolutamente nada”. La conversación se dio cuando el oficialismo avanzaba en un acuerdo con el Frente Amplio Progresista para bajar al recinto a cambio de algunas modificaciones en el proyecto original.
La disposición del ultrakirchnerismo era concluyente y estaba en sintonía con lo que algunas horas antes había manifestado el ministro de Economía, Hernán Lorenzino: Que el Gobernador sacara la reforma tributaria por decreto.
Con todas las cartas echadas, ya no había retorno y la sensación de que el kirchnerismo buscaba que Daniel Scioli tenga su “propia 125” se convertía en una realidad.
Los propios diputados del oficialismo reconocieron que se estuvo muy cerca del acuerdo con el FAP. Esa fuerza había convocado a los periodistas a una conferencia de prensa para presentar una alternativa al proyecto que llegó a Diputados con media sanción del Senado.
La propuesta establecía un revalúo fiscal fraccionado en cinco años y la autorización a una cuarta cuota extraordinaria de Inmobiliario Rural para el ejercicio actual, favoreciendo a los pequeños y medianos propietarios rurales.
Por entonces, la negativa del gobierno provincial de no modificar “una coma” del proyecto original parecía cambiar cuando la Casa Rosada mostraba una avanzada, a través de Lorenzino, para que el Gobernador aplique el revalúo por decreto, pague el costo político y eche por tierra su buena relación con el campo. El economista había dicho que la Legislatura le había dado a Scioli las facultades para disponer el revalúo por decreto.
Los ministros provinciales Silvina Batakis (Economía) y Gustavo Arrieta (Asuntos Agrarios) llegaron a las corridas a la Legislatura para avanzar en una negociación con el FAP. Batakis llegó cruzando a Lorenzino. “El código fiscal no permite un revalúo por decreto”, dijo la ministra. Esas fueron sus únicas declaraciones a la prensa.
Al despacho del presidente de la Cámara, Horacio González, llegaban también diputados de bloques opositores y hasta senadores -se los pudo ver a Cristina Fioramonti y al camporista Santiago Carreras- toda vez que, si el proyecto era aprobado con modificaciones iba a volver al Senado.
Gritos y discusiones en la oposición
Pero, mientras el sciolismo sufría las presiones del kirchnerismo, la oposición se sentía acorralada por las entidades rurales que, afuera de la Legislatura, habían protagonizado algunos incidentes cuando supieron que se avanzaba en un acuerdo que permitiría la sesión y la aprobación del paquete impositivo.
"Ladrones. No conocen al campo enojado", gritaban algunos ruralistas que habían llegado del interior. Según trascendió, algunos productores patearon las rejas frente al Parlamento y fueron contenidos por agentes policiales afectados al operativo de seguridad.
Las tensiones en FAP crecían en paralelo a cómo se avanzaba con el acuerdo. Incluso un grupo de diputados de la oposición se cruzó a los gritos en la planta baja de la Cámara, en un ala cerrada al público. Allí el titular de la bancada del FAP, Marcelo Díaz, había reunido a un sector de la oposición con el objetivo de interpelarlos para que bajen a sesionar con el proyecto modificado.
Ante la negativa de la oposición y al ver que el FAP quedaba expuesto en solitario, Díaz discutió a los gritos con Ricardo Lissalde, del monobloque Alternativa Peronista. El progresista le reclamaba haber abandonado la negociación por temor a ser cuestionado por las entidades del campo.
Fue un momento de tensión que La Política Online pudo ver por la puerta giratoria que da a la entrada de vehículos del Palacio Legislativo, justo en el mismo lugar donde el jueves pasado se agredieron ruralistas y militantes de La Cámpora. Mientras Díaz increpaba a Lissalde, los opositores Julio Garro, Gonzalo Atanasof y Jorge Srodek eran testigos directos de la escena.
La tensión duró hasta las 20, cuando el oficialismo, a instancias del kirchnerismo, cerró la negociación. Horacio González fue el encargado de hablar ante la prensa: “Las modificaciones que nos planteaba la oposición vulneraban el espíritu de la ley”, argumentó. Ottavis y el presidente del bloque oficialista, Juan De Jesús, observaban la escena. (La Política OnLine).
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