Ya son cinco los nacidos bajo este procedimiento que posee como único objetivo lograr la maternidad natural en mujeres sin útero.
En los últimos años la ciencia ha permitido cosas inimaginables, pero el más reciente avance en materia de fertilidad es el trasplante de útero, que podría permitir que aquellas mujeres que nacieron sin dicho órgano, o que lo han perdido por alguna causa médica, lleguen a ser madres.
En septiembre del 2012 nació en Suecia el primer bebé del mundo engendrado en un útero trasplantado. Hoy ya son cinco los nacidos bajo este procedimiento que posee como único objetivo lograr la maternidad natural en mujeres sin útero.
Sergio Papier, Presidente de la Asociación Latinoamericana de Medicina Reproductiva y Director Médico de CEGyR, Medicina y Genética Reproductiva, indicó que "una de cada 4.000 mujeres en el mundo podría beneficiarse de dicha operación para llegar a cumplir su deseo de ser madre naturalmente pero hasta el momento es una práctica que sólo se encuentra en etapa experimental y a punto de replicarse en otros países , sobre todo aquellos donde no es posible realizar la gestación por sustitución o subrogación uterina".
"La paciente ideal para someterse a la terapia no debe padecer enfermedades infecciosas, neoplasias (cánceres), obesidad y debe ser capaz de producir sus propios óvulos. No hay límite de edad, aunque es preferible que sean menores de 35 años, para garantizar una funcionalidad reproductiva óptima", señaló Papier.
El especialista en reproducción comentó que "después de seleccionar a la paciente receptora, se busca una donante que tenga sus deseos reproductivos cumplidos y que no posea patologías infecciosas ni cánceres, con vasos que irriguen bien el útero".
"Cuanto más parecidas sean la donante y la paciente desde el punto de vista inmunológico, las probabilidades de rechazo serían más pequeñas. En la mayoría de las prácticas llevadas a cabo, las donantes fueron las propias madres o hermanas de la paciente.
Conseguido el útero, en la operación de trasplante, se extrae el órgano de la donante junto con una pequeña porción de la vagina y se empalma con la vagina de la receptora con los vasos del útero donado para reconectarlo. Se empalman los vasos al torrente sanguíneo de la receptora, de tal forma que el útero pueda recibir su aporte sanguíneo. Una vez que la receptora recibe el útero, se inicia también una terapia inmunosupresora para que evitar el rechazo", dijo.
Papier manifestó que solo un año después del trasplante, "se pueden transferir los embriones, dado que todas las pacientes han hecho tratamientos de fecundación in vitro previos al trasplante. La primera prueba de funcionamiento normal es la aparición de la menstruación en la receptora y su continuidad".
"Durante el transcurso del embarazo se realizan diversos estudios de control tales como ecografías, y análisis de sangre sumamente completos. Una vez que la paciente da a luz, si no desea tener más embarazos en el corto plazo, el útero implantado se extrae, para librarse de los efectos secundarios de los inmunosupresores", comentó.
Papier aseguró que "los riesgos son los mismos que en cualquier otro tipo de trasplante, éste cuenta además con dos ventajas: la primera es que son pacientes totalmente sanas, y la segunda es que una vez que el órgano ha cumplido su función se puede retirar, y se retirarían la medicación inmunosupresora".
"Pero una cosa es lograr un trasplante exitoso, desde el punto de vista quirúrgico, y otra muy distinta es demostrar la capacidad funcional del órgano; dicho en otras palabras: se tiene que mostrar el nacimiento exitoso de un bebé sano y además del bienestar de los participantes", concluyó el especialista. (Asteriscos TV).
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