Aunque el resultado fue inútil por la derrota que marcó el quiebre en el PJ, el Gobierno gastó de más. El grueso del dinero fue a Buenos Aires y el conurbano.
Pasó la campaña y ahora los resultados están a la vista. Los políticos y los económicos. ¿De dónde sacó el Gobierno tanto dinero para realizar su orquestada campaña?
Hasta el 28 de junio, justamente, el Gobierno había ejecutado un 83 % del presupuesto anual asignado al plan de viviendas. El 70 por ciento del fondo para pavimentación, alumbrado y otras obras en municipios. Y el 60 % de la partida para Vialidad Nacional.
En los tres casos, el grueso de la plata que salió del Ministerio de Planificación fue a Buenos Aires. En seis meses, allí se usó el presupuesto entero que tiene en Vialidad, casi 80 % de su cupo anual para viviendas e incluso un 23 % más del total que le habían previsto para obras en municipios, según pudo saber el diario Clarín.
Según analiza Clarín, se trató de dinero público puesto en fogonear la campaña del kirchnerismo en la Provincia y el conurbano. Tanto como que, medido por el resultado electoral, fue dinero inútil.
Salta a la vista, pero al revés, lo poco que se usó del presupuesto anual del Ministerio de Salud. Apenas el 36 %, en un área así de sensible, tal cual lo prueba el descontrolado avance de la Gripe A. Recién ahora, pasados los comicios, el Gobierno decidió destinar $ 1.000 millones a enfrentar la pandemia.
El ejercicio de pisar unos gastos para poder aumentar otros, también se nota en los subsidios al sector agropecuario. De una partida total de 4.176 millones, al 28 de junio se habían comprometido 1.454 millones, pero sólo se pagaron 154 millones.
La plata es, por definición, un recurso escaso y más cuando claramente falta. Y fijar un orden de prioridades riguroso en el empleo de los fondos resulta, así, política de Estado.
Seguramente, las viviendas, las cloacas, el pavimento y los caminos son necesarios. Distinto es multiplicarlos por pura estrategia electoral y por pura estrategia electoral desplazar otros gastos cuanto menos igual de imprescindibles.
Es posible mirar el actual ahogo financiero por un exceso en los gastos o por una insuficiencia en los ingresos: da lo mismo. Según Nadin Argañaraz, del centro de estudios IARAF, entre enero y mayo el gasto creció 25 % y los recursos apenas 10 %. El punto es, nuevamente, cómo se repartieron los fondos.
A este paso, dice Argañaraz, el año terminará con un déficit primario, antes del pago de los servicios de la deuda, equivalente al 0,5 % del PBI. Y viraría a un superávit del 1 % si el Gobierno resolviese apretar gastos. En cualquier supuesto, nada será semejante al superávit del 3,1 % que se había proyectado en el Presupuesto Nacional de este año.
Ese cuadro explica que, además de prioridades electorales, también se hayan atendido con recursos de los organismos públicos el pago de intereses y capital de la deuda.
Desde 2002 que las cuentas fiscales no están así. Justo uno de los pilares del llamado modelo kirchnerista, aunque de tanto parche ya no se sabe bien en que consiste ese modelo. O qué quedó de una estructura económica que el ex presidente no fundó, sino heredó.
Sólo por intereses de la deuda y dando por supuesto que refinanciará capital, en este segundo semestre el Gobierno deberá afrontar desembolsos por 4.000 millones de dólares. Y pesan nada o menos que nada los fondos que llegarán del BID y del Banco Mundial: los del BID se irán por completo en pagos al BID y con el Banco Mundial el resultado neto da US$ 200 millones en contra.
El Gobierno aún tiene a mano 14.000 millones de pesos del sistema previsional depositados en el Nación. Además, una montaña de dólares en acciones de compañías privadas en poder de la ANSeS, que podría vender gradualmente. Y un remanente de $ 1.400 millones por utilidades del Banco Central.
Aun así le resultará poco menos que inevitable un ajuste fiscal, empezando probablemente con las obras públicas. Puede apretar por otros lados, pero un parate en las inversiones pegaría parejo en la economía y en las provincias.
Como se comprobó el 28, la caja no es un recurso imbatible. Queda, sin embargo, la alternativa de que en Olivos quieran reconstruirla. Al menos, por si pese a todo todavía se cree posible jugar la ecuación plata igual a poder, en los largos dos años que el Gobierno tiene por delante.
Pasó la campaña y ahora los resultados están a la vista. Los políticos y los económicos. ¿De dónde sacó el Gobierno tanto dinero para realizar su orquestada campaña?
Hasta el 28 de junio, justamente, el Gobierno había ejecutado un 83 % del presupuesto anual asignado al plan de viviendas. El 70 por ciento del fondo para pavimentación, alumbrado y otras obras en municipios. Y el 60 % de la partida para Vialidad Nacional.
En los tres casos, el grueso de la plata que salió del Ministerio de Planificación fue a Buenos Aires. En seis meses, allí se usó el presupuesto entero que tiene en Vialidad, casi 80 % de su cupo anual para viviendas e incluso un 23 % más del total que le habían previsto para obras en municipios, según pudo saber el diario Clarín.
Según analiza Clarín, se trató de dinero público puesto en fogonear la campaña del kirchnerismo en la Provincia y el conurbano. Tanto como que, medido por el resultado electoral, fue dinero inútil.
Salta a la vista, pero al revés, lo poco que se usó del presupuesto anual del Ministerio de Salud. Apenas el 36 %, en un área así de sensible, tal cual lo prueba el descontrolado avance de la Gripe A. Recién ahora, pasados los comicios, el Gobierno decidió destinar $ 1.000 millones a enfrentar la pandemia.
El ejercicio de pisar unos gastos para poder aumentar otros, también se nota en los subsidios al sector agropecuario. De una partida total de 4.176 millones, al 28 de junio se habían comprometido 1.454 millones, pero sólo se pagaron 154 millones.
La plata es, por definición, un recurso escaso y más cuando claramente falta. Y fijar un orden de prioridades riguroso en el empleo de los fondos resulta, así, política de Estado.
Seguramente, las viviendas, las cloacas, el pavimento y los caminos son necesarios. Distinto es multiplicarlos por pura estrategia electoral y por pura estrategia electoral desplazar otros gastos cuanto menos igual de imprescindibles.
Es posible mirar el actual ahogo financiero por un exceso en los gastos o por una insuficiencia en los ingresos: da lo mismo. Según Nadin Argañaraz, del centro de estudios IARAF, entre enero y mayo el gasto creció 25 % y los recursos apenas 10 %. El punto es, nuevamente, cómo se repartieron los fondos.
A este paso, dice Argañaraz, el año terminará con un déficit primario, antes del pago de los servicios de la deuda, equivalente al 0,5 % del PBI. Y viraría a un superávit del 1 % si el Gobierno resolviese apretar gastos. En cualquier supuesto, nada será semejante al superávit del 3,1 % que se había proyectado en el Presupuesto Nacional de este año.
Ese cuadro explica que, además de prioridades electorales, también se hayan atendido con recursos de los organismos públicos el pago de intereses y capital de la deuda.
Desde 2002 que las cuentas fiscales no están así. Justo uno de los pilares del llamado modelo kirchnerista, aunque de tanto parche ya no se sabe bien en que consiste ese modelo. O qué quedó de una estructura económica que el ex presidente no fundó, sino heredó.
Sólo por intereses de la deuda y dando por supuesto que refinanciará capital, en este segundo semestre el Gobierno deberá afrontar desembolsos por 4.000 millones de dólares. Y pesan nada o menos que nada los fondos que llegarán del BID y del Banco Mundial: los del BID se irán por completo en pagos al BID y con el Banco Mundial el resultado neto da US$ 200 millones en contra.
El Gobierno aún tiene a mano 14.000 millones de pesos del sistema previsional depositados en el Nación. Además, una montaña de dólares en acciones de compañías privadas en poder de la ANSeS, que podría vender gradualmente. Y un remanente de $ 1.400 millones por utilidades del Banco Central.
Aun así le resultará poco menos que inevitable un ajuste fiscal, empezando probablemente con las obras públicas. Puede apretar por otros lados, pero un parate en las inversiones pegaría parejo en la economía y en las provincias.
Como se comprobó el 28, la caja no es un recurso imbatible. Queda, sin embargo, la alternativa de que en Olivos quieran reconstruirla. Al menos, por si pese a todo todavía se cree posible jugar la ecuación plata igual a poder, en los largos dos años que el Gobierno tiene por delante.
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