(La Política OnLine). Cada vez más lejos de cumplir con el plan "bache cero" para 2011, el gobierno porteño redujo en un 61% el presupuesto para reparar el pavimento. Aún así, todavía mantiene una usina capaz de producir mil toneladas de asfalto por día y contrata a diez empresas privadas que no terminan de solucionar el problema del bacheo en las calles de la Ciudad. El reclamo de los empleados del EMUI.
A esta altura, el plan “bache cero” lanzado por Juan Pablo Piccardo -antecesor de Diego Santilli en el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño- y motivado por el propio Mauricio Macri, no es más que una hipótesis improbable.
El hecho de que del 2009 a 2010 se haya contraído en un 61% el presupuesto para reparación de pavimento -367 millones de pesos menos- abona la idea de que para 2011, los porteños deberán seguir esquivando baches. La propia gestión macrista reconoció que se generan más de dos mil baches por mes, y sólo se repara uno de tres.
Pero más allá del dato duro, está la falta de políticas públicas por parte del oficialismo porteño, que se empeña en mantener fuera de actividad a la única usina –sobre la Avenida Castañares- de Capital capaz de producir hasta mil toneladas de asfalto diario, incluso cuando ya prevén que no podrán cumplir con el proyecto “bache cero”.
El Ente de Mantenimiento Urbano Integral (EMUI) supo alguna vez ser la dependencia estatal porteña encargada de las tareas de bacheo y pavimentación en la Ciudad. Luego de las denuncias de corrupción en el Ente –denuncias motivadas por el propio macrismo-, el Ejecutivo porteño, en lugar de hacer una purga efectiva y mantener ocupados a los casi 500 empleados que solía tener el organismo, en agosto de 2008 dispuso que la usina debía dejar de producir.
El asfalto, en manos privadas
Para suplir la tarea, la Ciudad contrató a unas diez empresas privadas –entre las que se encuentran Ricavial, Coarco y Vezzato-, que son las que actualmente llevan adelante la pavimentación y el bacheo. El EMUI perdió unos cien empleados que se dedicaban a trabajar con el asfalto caliente de la usina, y ya no tuvieron qué hacer.
“El problema es que los trabajadores sabían que al concluir su contrato, si seguían sin ocupación, la Ciudad iba a prescindir de sus servicios. Entonces muchos se pasaron a la parte de Seguridad para conservar sus empleos”, explicaron fuentes internas del EMUI a LPO.
Si bien este medio se comunicó con la gente del Ministerio que conduce Santilli, en Ambiente y Espacio Público no dieron respuesta a las preguntas.
Los contratos en las empresas privadas son manejados por el EMUI, que mientras tanto, mantiene una monstruosa usina que bien podría suplir los trabajos que lleva adelante el Gobierno de la Ciudad. El material que compran las empresas privadas lo adquieren donde ellos quieren.
“La decisión de cerrar la usina es del Jefe de Gobierno”, aseguran los empleados, que ya inician puertas adentro los reclamos necesarios como para ser “reactivados”, es decir, reincorporados a las tareas relacionadas con el bacheo con asfalto caliente.
Cabe aclarar que más allá de que la Ciudad argumente falta de presupuesto y de que cuente con una usina para producir el asfalto necesario, las empresas que cubren el servicio- a costos mayores de los que lo haría la usina- lo hacen de forma deficiente por dos motivos: primero, porque se muestran reticentes a cumplir con la reparación de los pozos ya que les resulta más productivo pavimentar toda una calle.
Faltan controles
En segundo término, está la falta de controles por parte de la Ciudad para verificar que el bacheo se haga como corresponde. Sin utilizar el asfalto caliente –que, según expertos pudieron confirmarle a LPO, “es más resistente”- se emplea la alternativa en frío.
Claro que, en buena medida, se usa el asfalto frío ya que el caliente “no llega en óptimas condiciones” a la Capital, teniendo en cuenta que las empresas no lo producen en el centro urbano y eso requiere un transporte y un tiempo de viaje.
Mientras tanto, en pleno clamor de los vecinos para mejorar el estado de las calles, buena parte de la cuadrilla del EMUI le reclama a Santilli la reactivación para dejar de hacer lo que consideran tareas complementarias: demarcación horizontal de noche, trabajos con cemento en plazas y veredas.
A esta altura, el plan “bache cero” lanzado por Juan Pablo Piccardo -antecesor de Diego Santilli en el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño- y motivado por el propio Mauricio Macri, no es más que una hipótesis improbable.
El hecho de que del 2009 a 2010 se haya contraído en un 61% el presupuesto para reparación de pavimento -367 millones de pesos menos- abona la idea de que para 2011, los porteños deberán seguir esquivando baches. La propia gestión macrista reconoció que se generan más de dos mil baches por mes, y sólo se repara uno de tres.
Pero más allá del dato duro, está la falta de políticas públicas por parte del oficialismo porteño, que se empeña en mantener fuera de actividad a la única usina –sobre la Avenida Castañares- de Capital capaz de producir hasta mil toneladas de asfalto diario, incluso cuando ya prevén que no podrán cumplir con el proyecto “bache cero”.
El Ente de Mantenimiento Urbano Integral (EMUI) supo alguna vez ser la dependencia estatal porteña encargada de las tareas de bacheo y pavimentación en la Ciudad. Luego de las denuncias de corrupción en el Ente –denuncias motivadas por el propio macrismo-, el Ejecutivo porteño, en lugar de hacer una purga efectiva y mantener ocupados a los casi 500 empleados que solía tener el organismo, en agosto de 2008 dispuso que la usina debía dejar de producir.
El asfalto, en manos privadas
Para suplir la tarea, la Ciudad contrató a unas diez empresas privadas –entre las que se encuentran Ricavial, Coarco y Vezzato-, que son las que actualmente llevan adelante la pavimentación y el bacheo. El EMUI perdió unos cien empleados que se dedicaban a trabajar con el asfalto caliente de la usina, y ya no tuvieron qué hacer.
“El problema es que los trabajadores sabían que al concluir su contrato, si seguían sin ocupación, la Ciudad iba a prescindir de sus servicios. Entonces muchos se pasaron a la parte de Seguridad para conservar sus empleos”, explicaron fuentes internas del EMUI a LPO.
Si bien este medio se comunicó con la gente del Ministerio que conduce Santilli, en Ambiente y Espacio Público no dieron respuesta a las preguntas.
Los contratos en las empresas privadas son manejados por el EMUI, que mientras tanto, mantiene una monstruosa usina que bien podría suplir los trabajos que lleva adelante el Gobierno de la Ciudad. El material que compran las empresas privadas lo adquieren donde ellos quieren.
“La decisión de cerrar la usina es del Jefe de Gobierno”, aseguran los empleados, que ya inician puertas adentro los reclamos necesarios como para ser “reactivados”, es decir, reincorporados a las tareas relacionadas con el bacheo con asfalto caliente.
Cabe aclarar que más allá de que la Ciudad argumente falta de presupuesto y de que cuente con una usina para producir el asfalto necesario, las empresas que cubren el servicio- a costos mayores de los que lo haría la usina- lo hacen de forma deficiente por dos motivos: primero, porque se muestran reticentes a cumplir con la reparación de los pozos ya que les resulta más productivo pavimentar toda una calle.
Faltan controles
En segundo término, está la falta de controles por parte de la Ciudad para verificar que el bacheo se haga como corresponde. Sin utilizar el asfalto caliente –que, según expertos pudieron confirmarle a LPO, “es más resistente”- se emplea la alternativa en frío.
Claro que, en buena medida, se usa el asfalto frío ya que el caliente “no llega en óptimas condiciones” a la Capital, teniendo en cuenta que las empresas no lo producen en el centro urbano y eso requiere un transporte y un tiempo de viaje.
Mientras tanto, en pleno clamor de los vecinos para mejorar el estado de las calles, buena parte de la cuadrilla del EMUI le reclama a Santilli la reactivación para dejar de hacer lo que consideran tareas complementarias: demarcación horizontal de noche, trabajos con cemento en plazas y veredas.
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