El exministro de Economía habilitó a sus colaboradores a trabajar por su candidatura presidencial, aunque sólo aceptaría si fuera una nominación por consenso. Los jefes comunales peronistas, en problemas.
La candidatura presidencial de Roberto Lavagna, que venía invocándose en los corrillos de la política, dejó atrás en las últimas horas el estatus del rumor o la especulación para convertirse en un dato de la realidad.
Desde el entorno del ex ministro de Economía confirmaron que él mismo los habilitó para comenzar a trabajar en su postulación. Concretamente, Miguel Peirano y su hijo Marco -ambos diputados nacionales- serían los encargados de empezar a desandar ese largo camino hacia 2019, con vocación de construir un armado más amplio que las fronteras del propio Frente Renovador, que integran, y del peronismo federal (o racional, como prefieren bautizarlo desde el gobierno), que los impulsa. Claro que la construcción amplia tiene un límite: el kirchnerismo. “No compartimos el proyecto con la expresidenta”, afirman con la misma sobriedad que caracteriza a su líder.
La idea es que Lavagna pueda expresar a los peronistas que no simpatizan con Cristina Fernández de Kirchner, pero también a radicales disconformes con el giro a la derecha que significó la alianza con el Pro, e incluso a votantes del macrismo desencantados con la marcha del gobierno.
Ocurre que el cambio de postura de Lavagna, que hasta hace poco negaba cualquier voluntad de competir electoralmente –“Es el turno de los jóvenes”, respondía-, está sostenido en la caída de la imagen del gobierno Nacional al ritmo de la escapada del dólar y del derrumbe del salario real.
El escenario de crisis con el que se tiñó el presente y el futuro del país parece a medida de un hombre con experiencia en situaciones de colapso económico, con solvencia acreditada en su paso por la gestión durante la presidencia de Eduardo Duhalde.
Justamente fue el hombre de Lomas de Zamora, hace tres semanas, el primero en empujar públicamente la postulación de su exministro, convencido de que el peronismo necesita una candidatura de peso para ser una alternativa a la crisis.
“Lavagna está dispuesto a jugar en la medida en que sea un candidato de consenso, porque no va a aceptar el desgaste de ir a las PASO a disputar la candidatura”, reconoció a Info Región una fuente cercana a la cocina de esa estrategia.
El plan sería que el economista sea el candidato de unidad de un frente que agrupe al Partido Justicialista -sin el kirchnerismo, que jugaría con el sello de Unidad Ciudadana- al Frente Renovador, a radicales -como Ricardo Alfonsín, que ya acompañó a Lavagna en las elecciones de 2011- y a independientes, que luego disputen hacia abajo las candidaturas territoriales.
Eso es justamente lo que complica a los intendentes del conurbano bonaerense. Ocurre que consolidarse ese escenario los jefes comunales deberían elegir entre dos propuestas que serían competitivas dentro de su electorado: el kirchnerismo, que tiene base en los municipios del oeste y el sur del Gran Buenos Aires, y el frente que impulse a Lavagna, que también está en condiciones de hacer pie en las barriadas más humildes.
La preocupación en esas filas, más allá del sector que elijan los intendentes para representar, es que Cristina Kirchner -o el candidato que represente al espacio- y Lavagna se disputen palmo a palmo el voto peronista del conurbano. En ese caso, corren el riesgo de que los candidatos de cambiemos se filtren entre ambas opciones y les terminen arrebatando las intendencias.
De ahí que dentro del peronismo la candidatura de Lavagna para algunos constituya la base sobre la que asentar la reconstrucción del espacio no kirchneristas y para otros un peligro cierto para la preservación de sus espacios de poder. (InfoREGION).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario