BUENOS AIRES, Junio 30, (PUNTO CERO) Actualmente en Internet está surgiendo una nueva ética alternativa, basada en la pasión, la libertad, la creatividad y el disfrute por lo que uno hace, frente al deber de trabajar y al imperativo de maximizar las ganancias, se trata de la ética de los Hackers privados o públicos.
Internet nos está planteando el problema de los fundamentos de la ética. Y dentro de un mundo globalizado multicultural debemos encontrar una ética universal común de mínimos que integre a todos. Dicho intento se encuentra en la ética discursiva o de la comunicación.
Arquímedes dijo en una ocasión: “Dadme un punto de apoyo y moveré la Tierra.” Hoy, refiriéndose a los medios de comunicación, este sabio hubiera dicho: “Me apoyaré en vuestros ojos, vuestros oídos y vuestro cerebro y moveré el mundo de la forma y el ritmo que yo quiera.”
Una nueva forma de organización social tiende a expandirse por todo el planeta transformándose en una nueva ciudad: telépolis, la aldea global electrónica. Las naciones y los Estados dejan de ser formas determinantes de la vida social. Se forma una aldea global gracias a las comunicaciones donde todos los ciudadanos del mundo se interrelacionan a distancia, directa e indirectamente.
Hoy en día, la inmensa mayoría de la gente no puede vivir sin relacionarse con los medios, y muchos dependen de ellos para sentirse realizados. La influencia de los medios en nuestra existencia diaria es un fenómeno tan real como el aire que respiramos, o la fuerza de la gravedad. Estamos expuestos al bombardeo de estímulos que constantemente emiten los medios de comunicación.
Hacerlo de otro modo implicaría dejar de lado aspectos tan sensibles de los medios de comunicación, como el desarrollo del fenómeno comunicacional, la concentración de capitales, la incorporación sostenida de la tecnología -que es ideológica y política y de ninguna manera neutra- y hasta las características cada vez más empresarias y en la mayoría de los casos mercantilista en la que han devenido los medios de comunicación.
Cuando se plantea una perspectiva ética aplicada a Internet no se pueden eludir dos elementos fundamentales: la libertad y la participación. La primera sigue siendo el gran desafío de la comunicación frente a la censura y la autocensura, a las presiones de los factores de poder, a la influencia de las corporaciones mediáticas y también a los condicionamientos políticos, sociales y culturales.
Pero no todo se agota en la libertad. Porque aunque hablamos de comunicación social como una herramienta totalizadora, es bueno definirla primero como comunicación humana, que resulta estéril si los medios no aseguran una participación libre y responsable en el marco de la verdad y la justicia. Sencillamente porque nadie puede sentirse fuera del sistema comunicacional, que en el mundo contemporáneo irrumpe con fuerza singular comprometiendo el desarrollo del hombre.
No existen especialistas de la ética que determinen los principios éticos de la comunicación social en Internet. En este sentido, la ética aplicada a Internet es una tarea y competencia importante, urgente e ineludible de todos, internautas, filósofos, periodistas, jueces, políticos…
Y el hombre es promotor de la comunicación, porque la comunicación está íntimamente ligada a la conciencia y a la libertad, de lo que deviene la libertad de pensamiento, de expresión, de opinión y de crítica. Es posible que por eso, con mayor frecuencia se interpele y hasta se cuestione a los medios de comunicación social, que no están exentos de la manipulación y de la irresponsabilidad, además de perfilar una creciente mediocridad, basada en una información individualista, sin contenido y no comprometida con valores y principios de la comunicación humana. Pero sobre todo no comprometida con la verdad, la justicia, los derechos humanos, la paz y la libertad del hombre y de todos los hombres.
Hoy en día, vivimos en la sociedad de la información. Ciertamente posemos más información y más conocimiento, que nuestros antepasados, Platón, Aristóteles, Descartes, o Wittgenstein. A través de la revolución informática y de las comunicaciones poseemos cantidades ingentes de información; tanta que estamos embotados, obnubilados, y saturados de tanta información. Vivimos en esta vorágine informativa de estar constantemente actualizándonos, donde la información viaja cada vez con mayor rapidez y velocidad. Pero ¿ poseemos más conocimiento por esto? Debemos distinguir entre información y conocimiento. La información no significa necesariamente conocimiento. Podemos decir que información son meros datos acerca de una realidad, y conocimiento es una información procesada y digerida reflexiva y críticamente. De aquí, la urgente necesidad de una educación fuerte que nos ayude a desarrollar todas nuestras capacidades, destrezas, y actitudes.
Vivimos en una sociedad de abundancia de ruidos informativos, culturales, deportivos…Una sociedad de la información de exceso de contaminación acústica. El ruido nos impide escuchar siquiera nuestros propios pensamientos, nos obnubila los sentidos y la capacidad de percepción de la realidad.
¿No será acaso un desorden pretender informarnos de muchas cosas y asuntos que, en definitiva, son absolutamente irrelevantes para las ocupaciones que tenemos a diario y que, quizás, sólo las buscamos para satisfacer nuestra curiosidad? Me viene a la memoria una entrevista en la que el entrevistado concluía diciendo que el exceso de información produce una auténtica desinformación. Paradójico, sí, pero creo que puede haber mucho de verdad en ello. Como sea, quiero resaltar que el campo de la utilización de la información privilegiada es amplísimo y no se reduce sólo a lo laboral ni a la obtención de dividendos económicos, aunque queremos centrarnos en ello ahora. Pensemos en lo que ocurre al interior de una organización o empresa: aquí también se hace necesario establecer qué se informará y qué no; teniendo en consideración que la experiencia indica que muchas veces las personas que tienen una cierta capacidad no requieren que se les informe mucho, porque pueden buscar por sí mismos la información o datos necesarios para desempeñar bien su trabajo.
Hoy tal vez podemos decir que a través de internet, la Red es nuestra Biblioteca de Babel, pero hay que saber usarla. De aquí la importancia del entrenamiento , no basta con tener información, tenemos que construir conocimiento. La educación o formación nos capacita para enfrentarnos mejor a la sociedad que nos ha tocado vivir, a hacer frente a los problemas que el progreso científico y tecnológico están planteando. Pero más educación no necesariamente significa más sabiduría. La educación no es sólo transmisión de conocimientos, sino de valores. Estos no ayudan a orientar mejor nuestras vidas. La ética es una aventura humana y filosófica, ya que es una aventura hacia la mejora de los seres humanos, y de la vida, en definitiva, es un camino de sabiduría. En este sentido la ética se preocupa por todo. Como se dice nada humano le es ajeno, ya que cualquier actividad humana es susceptible de tener un enfoque y planteamiento ético.
Vivimos en una sociedad consumista de productos imágenes y servicio con el hedonismo que esta conlleva. Una sociedad de seducción a la carta basada en la sobremultiplicacióbn de elecciones que la abundancia y la opulencia nos hace posible. Esta sociedad posmoderna se caracteriza por una tendencia global a reducir las relaciones autoritarias y dirigistas y, simultáneamente a acrecentar las opciones privadas y diversas (multiplicación de opciones). Nos encontramos por tanto en una sociedad abierta plural que tiene en cuenta los deseos de los individuos y aumenta su libertad combinatoria. Pero esta sobreabundancia de opciones ¿no es una nueva forma de censura del poder?.
En la pirámide de la comunicación este proceso se da entre la gente y también entre los pueblos. Entre los países ricos y los pobres, entre los desarrollados y aquellos considerados en vías de desarrollo, y con mayor rigor en un mundo globalizado, en la confrontación Norte - Sur que suplantó después de la "guerra fría", a la del Este - Oeste. Y al hablar de valores deberíamos apoyarnos en tres postulados básicos desde los cuales se construye una ética común y procedimental.
La dignidad de la persona humana (ser individual y social, consciente y libre, en relación con otras personas, responsable y abierto a la trascendencia) considerada fin en sí misma y no como medio o instrumento, constituye el valor supremo que fundamenta la validez de los actos humanos, y por lo mismo todos aquellos que tienen que ver con los procesos de información, persuasión, organización, educación y recreación, que constituyen el mundo de la interacción y la comunicación social".
De lo anterior se desprende que la meta de la comunicación social es la humanización, entendida como la realización del desarrollo integral del hombre como ser individual y social. En este sentido, el bien común se constituye en valor decisivo, pero no desde la perspectiva que reduce lo comunitario a lo colectivo estatal, olvidando los derechos del individuo. Estos derechos deben armonizar el bien y el progreso de la comunidad, superándose así la moral individualista propia del capitalismo liberal.
Para lograr la humanización y realizar el valor de la dignidad del hombre, son imprescindibles la competencia responsable de los comunicadores profesionales en la producción y emisión de los mensajes y la capacitación de los usuarios para asimilarlos con una actitud crítica, consciente y libre. De donde se deriva la exigencia ética de una formación adecuada de parte y parte, tanto en los aspectos de la técnica como en los del contenido temático.
Finalmente, la comunicación social debe ajustarse a la ley primordial de la sinceridad, la honradez y la verdad. La estima y el calor de una comunicación social no nace solamente de su contenido ni de su enseñanza teórica, sino también del motivo que la determina, del modo y la técnica de expresión y de persuasión y de la diversidad misma de los hombres a los que se dirige. Se habla aquí de verdad, a la que se la suele confundir -ingenuamente o de ex profeso- con la objetividad. No existe la objetividad en la información y la comunicación social y no hay periodismo que no sea subjetivo. Todo medio y todo periodista están comprometidos por lo menos con una verdad. La verdad en todo caso, se hunde en los hechos, en la realidad misma y la subjetividad es la interpretación de esa realidad.
Los medios de comunicación social (Internet) no son malos en sí mismos. Afirmar lo contrario sería una barbaridad. Pero si es posible adherir a lo que algunos comunicólogos sostienen como la necesidad de superar dialécticamente la oposición entre dos opciones extremas: la "apocalíptica" de quienes siguen negando o reprimiendo el valor de lo sensible y de lo lúdico, y la "integrada" de quienes acogen ingenua y acríticamente la cultura de los medios de comunicación existentes.
Cabría una reflexión final. En algunos ámbitos se sostiene la necesidad de la implementación de códigos deontológicos. Debiéramos interpelarnos quién o quienes están en capacidad de determinar sin dudar, los principios éticos de la comunicación social. ¿A quién deberíamos juzgar?....¿al medio, internet, a los usuarios?...¿Quiénes serían los jueces? Hay límites conocidos y no siempre escritos que si se traspasan son condenados por la sociedad. Porque el objetivo siempre debe ser el hombre, todos los hombres y el bien común. Si se aprende a leer, a escuchar y a ver críticamente, la ética de los medios de comunicación social será ineludible.
Para los griegos, el centro de la polis era el agora o plaza pública donde se trataban los diversos asuntos públicos que concernían a la polís(ciudad-estado), abierta a todos los ciudadanos, libres con derecho a hablar. El nuevo ámbito social que más se asemeja al ágora clásica es la Red telemática y su impacto social abre las puertas a una nueva era digital. Internet posibilita una comunidad global, y por ello pone en contacto comunidades, grupos sociales, usuarios muy distintos, a veces claramente enfrentados. ¿Es posible hablar entonces de una ética global? Este aspecto no es nuevo para la ética y se ha planteado repetidamente. Algunos autores sostienen que no es riguroso plantear una ética global, y que en aras a lo políticamente correcto deben respetarse todas las opciones, no inmiscuirse en ninguna y dejar hacer. Este planteamiento creo que incurre en una falacia. Ciertamente deben conocerse todas las opciones y respetarlas, pero en ningún caso debe estar de acuerdo o comulgar con ellas.Hugo Sirio (PUNTO CERO).
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