BUENOS AIRES, Junio 30, (PUNTO CERO) En momentos en que se está juzgando por crímenes de lesa humanidad al represor Miguel Etchecolatz -mano derecha del jefe de la Policía Bonaerense durante la última dictadura militar, Ramón Camps-, comenzó a circular una carta de Héctor Timerman, actual Cónsul Argentino en Nueva York, en la que pone de manifiesto las complicidades de sectores del periodismo gráfico de La Plata con el accionar de Camps.
Héctor es hijo de Jacobo Timerman, un recordado periodista que fue fundador de las revistas Primera Plana y Confirmado, y del diario La Opinión, que llegó a convertirse en referente de los sectores intelectuales y progresistas de la época.
Durante el denominado Proceso de Reorganización Nacional, Timerman fue secuestrado y torturado, y estuvo preso durante dos años. Luego tuvo que exiliarse en el exterior. A continuación, se reproduce la carta de uno de sus hijos, que fue dirigida hace unos días a un importante matutino porteño, que aún no publicó:
Sr. Director: En su columna del viernes 9 de junio pasado, Joaquín Morales Solá comenta, a propósito de un discurso de la senadora Cristina Fernández de Kirchner en el Día del Periodista, que “el periodismo, o gran parte de él fue también víctima de la dictadura”.
Es cierto, el periodismo fue una profesión muy castigada durante la dictadura. Pero hay que saber diferenciar entre miembros de una profesión, y no apropiarse de los sufrimientos ajenos.
Un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) de 1978 dice: “Es difícil que los observadores externos puedan sentirse bien en un país cuyos principales editores de diarios dicen que la Seguridad nacional tiene prioridad sobre la Libertad de Expresión”. En ese mismo año, ADEPA rechazó un premio de la SIP que homenajeaba a los Periodistas Argentinos presos y desaparecidos.
Morales Solá seguramente recordará cuando el Dr Claudio Escribano y el Dr Raúl Kraiselburd defendieron en la reunión de la SIP de 1981 la existencia de la libertad de prensa en la Argentina y denunciaron como una mentira la denuncia que hizo mi padre, Jacobo Timerman, sobre la persecución a los periodistas.
Si los dueños de diarios o sus máximos responsables estaban siendo amenazados, esa era la oportunidad para hacer una denuncia pública y no para defender a la Dictadura Militar. Pero, como decía la SIP en dicho informe, algunos editores “se beneficiaban de tal comportamiento al asociarse con el Estado para la producción de papel”.
El 9 de julio de 1981, en el panorama político de La Nación, escrito por Claudio Escribano, se lee: “Timerman ha encontrado al fin, la horma de sus zapatos. El General Camps... lo refutará en un libro que está escribiendo... junto al arquitecto Máximo Gainza, director de La Prensa y el Sr. Raúl Kraiselburd, Director de El Día”.
“Después de tanto tiempo, llegó la hora de que alguien consiga desconcertar y poner públicamente en apuros a un cínico de la destreza dialéctica del Sr. Timerman”.
“El hecho de que el Sr. Kraiselburd, actual presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, se disponga a participar de la elaboración del libro anunciado por el General Camps, es un golpe de doble efecto para el Sr. Timerman”.
Estos párrafos no fueron escritos por una víctima de la Dictadura ni publicados en un medio amenazado, más bien todo lo contrario. Por párrafos y actitudes como las transcriptas es que la Argentina tiene el triste récord de 130 periodistas desaparecidos o asesinados durante la Dictadura.
Morales Solá no debería confundir a las víctimas con los defensores de los victimarios, que fueron, seguramente, los destinatarios de las palabras de la Senadora por Buenos Aires.Héctor Timerman, Cónsul Argentino en Nueva York. (PUNTO CERO).
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