El Secretario de Seguridad suma enemigos en el Gabinete. La virulenta pelea con la ministra Nilda Garré se solapa con una guerra fría con Alicia Kirchner. El escándalo por la compra de chalecos antibalas truchos y la entrega de subsidios a cooperativas, a través de Sergio Cipolla, el número dos de Desarrollo Social.
Alicia le tiene miedo a Sergio”, resumió ante LPO una fuente del kirchnerismo que conoce de cerca del secretario de Seguridad y la ministra de Desarrollo Social. Cuando Sergio Berni abandonó la cartera de Desarrollo Social para intervenir la cartera que conducía Nilda Garré, muchos pensaron que se trataba de una movida alentada por Alicia Kirchner que expandí así su poder en el gabinete.
Muy lejos de eso, la verdad es que la relación entre ambos esconde detrás de una relación gélidamente formal, una guerra fría en la que la hermana del ex presidente se mueve como si caminara en un nido de tarántulas.
Sergio Berni edificó en Desarrollo Social un poder autónomo gracias a su vinculación con los movimientos sociales. La capacidad para desarticular piquetes terminó de convalidar en su momento la relación directa que tenía con Néstor Kirchner, con quien acordaba políticas y decisiones sin consultar a su superiora formal.
“El armaba los piquetes para después ofrecer la solución”, recuerdan molestos en la cartera de la avenida 9 de Julio.
Negocios y políticas
Con es autonomía logró extender sus intereses en la estructura del Ministerio gracias a dos funcionarios que manejan cajas millonarias: el subsecretario de Coordinación, Carlos Castagnetto y su segundo de entonces, Sergio Cipolla.
Estos contactos le permitieron tener acceso directo a resortes económicos claves del ministerio como los fondos multimillonarios que se destinan a financiar las “cooperativas” que impulsó el kirchnerismo y que en muchos casos no son más que sellos de goma destinados a blanquear fondos para la política, es decir para la construcción territorial sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde Alicia Kirchner podría ser candidata.
Pero en Desarrollo Social no es un secreto que el principal interés de Berni estaba vinculado a la compra de medicamentos y fue precisamente por esta situación que su relación con Alicia llegó a un punto de no retorno. La ministra le quitó el manejo de ese negocios a través de la designación de Juan Carlos Nadalich, actual secretario de Gestión y Articulación Institucional.
Pero Berni no dejó de deambular por Desarrollo Social, pese a su hiperkinética exposición como secretario de Seguridad. Mantiene un enlace con Sergio Cipolla, secretario de Economía Social y el único que lanzó su propia agrupación política por fuera de Kolina, la insignia oficial de Alicia Kirchner.
Oriundo de La Plata y abogado de profesión, Cipolla no tiene historia en la asistencia social como si la ostentaba su sucesor, Daniel Arroyo, quien en 2007 desembarcó en el Ministerio bonaerense.
Su especialidad es el comercio exterior. Fue despachante de aduana y tiene una empresa de importación y exportación.
Por si fuera poco, también colaboró con la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, ensuciada por las maniobras de su ex apoderado Sergio Schoklender.
Con antecedentes en el PJ bonaerense en tiempos de Duhalde, Cipolla sacó chapa de armador y creó su propia agrupación llamada Patricio Rey, con la que puede tercerizar planes sociales a cooperativas del conurbano bonaerense.
Con ese mecanismo desembarcó en Avellaneda, Escobar y Quilmes, donde mantiene una relación tensa con los intendentes que dejan trascender que los beneficiarios de las cooperativas que arma en sus distritos no siempre reciben los 300 mil pesos que se supone les destina Desarrollo Social.
La peor de las relaciones la tiene con Sandro Guzmán (Escobar), quien incluso echó a un hermano de la diputada macrista Paula Bertol que militaba con Berni y trabajaba en la Municipalidad. Con Francisco “Barba” Gutiérrez (Quilmes) también vive al borde del conflicto y mantiene una relación oscilante con Jorge Ferraresi, de Avellaneda, alejado de su antecesor el sciolista Baldomero “Cacho” Álvarez.
Cipolla y Berni nunca perdieron contacto y Mauro Sestúa, un hombre de confianza del secretario de Seguridad, suele hacer de enlace. Uno de los episodios más escandalosos de su relación fue la compra de chalecos antibalas, que resultaron defectuosos.
El caso de los chalecos
Berni y Cipolla jugaron a aprendices de brujos con este material sensible y decidieron encargar a cooperativas vinculadas a ellos, la confección de chalecos antibalas para las fuerzas de seguridad. El resultado no pudo ser peor: terminaron siendo más caros que los chalecos más caros del mercado y totalmente inútiles para cumplir con su función. Con un agravante para el gobierno: el caso fue ampliamente difundido por el diario La Nación y otros medios.
El secretario de Seguridad habría sufrido además una cama de la Casa Militar que molesta por haber sido apartada del negocio, le dio un protocolo viejo para probar los chalecos. Este “error” obligó al Gobierno a mandar a desecho más de 1500 chalecos, pero en rigor el perjuicio para las arcas públicas sería mayor: son 5000 los chalecos que se compraron y que no pueden utilizarse. (La Política OnLine).
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