Sin embargo, hay una tragedia que no tiene el mismo eco
social, que no produce ninguna ola expansiva, que no mueve las masas clamando
un cambio, pero que es igual de desesperante, la de los miles de argentinos que
mueren todos los días esperando un trasplante. Solamente tomando los números
del 2017, murieron esperando un órgano la misma cantidad de personas que cuatro
Cromañones, 18 “Ara San Juan” y casi 20 “tragedias de Once”. Fueron 799
personas; 799 argentinos murieron esperando un órgano para trasplantarse. Y
este número apabullante que se repite año tras año, es sólo una parte de la
estadística.
Las listas de espera crecen y crecen en nuestro país,
llegando a cifras actuales de 7.826 pacientes inscriptos en el INCUCAI esperando
órganos. Hoy 6.012 personas esperan un riñón; 1.256, un hígado; 219, uno o dos
pulmones, y 121 personas esperan un corazón. Hoy son casi 3 mil personas las
que están esperando tejidos. En lo que
respecta solamente al trasplante de hígado, cada dos días se muere una persona
esperando que le llegue su donante.
Una
emergencia sanitaria
No hay dudas de que estamos frente a una verdadera
emergencia sanitaria. La misma responde a una serie de causas. La primera es la
falta de donantes. En nuestro país, la Ley de Trasplantes de Órganos y Tejidos
(Ley 26.066) es la herramienta legal que otorga a todos el derecho a decidir
sobre el destino de sus órganos y tejidos después de su muerte, tanto para
expresar su voluntad afirmativa como de oposición respecto a la donación. De no
existir manifestación expresa, la ley presume que toda persona es donante.
A pesar de dicho registro, en el momento de la muerte será
la familia la que tomará la decisión final sobre la donación. Este es el motivo
por el cual, si deseamos donar nuestros órganos, es vital manifestar esta
voluntad no sólo al INCUCAI, sino decírselo explícitamente a los familiares y a
los amigos. Debe saberse que esta expresión de voluntad podrá ser revocada por
nosotros mismos o por nuestros familiares en cualquier momento antes de la
donación efectiva.
La segunda causa tiene su origen en los mitos asociados al
trasplante de órganos. Ellos tienen un impacto potente y muy dañino en la
cultura colectiva. Los mitos tocan temas vinculados al tráfico de órganos, la
veracidad del diagnóstico de muerte y el descuido o abandono de pacientes en
las unidades de terapia intensiva para “quitarle y aprovechar sus órganos”.
Películas de ficción, como la recientemente estrenada “Animal”, lamentablemente
alimentan estos mitos dándoles entidad urbana.
La realidad es que el procedimiento de trasplante de
cualquier órgano requiere de una alta complejidad institucional ya que cada
donación está cuidadosamente regulada a nivel nacional y cada trasplante reúne
a un grupo numeroso de profesionales expertos. Implica una red coordinada de
profesionales que dejan cada paso minuciosamente documentado. No hay ningún
lugar para procedimientos clandestinos y de origen dudoso. En la historia
jurídica de nuestro país no se registra
absolutamente ningún caso de robo o tráfico de órganos ni denuncia de
trasplante realizado por fuera del sistema de salud. Esto debe estar claro para
no dejar ningún margen de duda a la comunidad en cuanto al marco de
transparencia ético y legal en dónde se realizan estos procedimientos.
Mito
asociado a la veracidad de la muerte
El mito asociado a la veracidad de la muerte es otro
obstáculo importante que es fundamental aclarar. Son miles las familias de
donantes anónimos han “dado vida” aún en el momento de mayor dolor; a pesar de
ello, una vez iniciado el proceso de donación, casi la mitad de los familiares
entrevistados expresan su negativa a donar.
Si bien las causas pueden ser religiosas o culturales, lo
más frecuente es enfrentarse con dudas vinculadas al diagnóstico de muerte. No
se pone en duda que un paciente en coma o estado vegetativo está vivo. Tampoco
se debería cuestionar que la muerte cerebral, la muerte legal, el cese
irreversible de funciones cerebrales y la muerte misma son todos sinónimos. Es
crucial educar a la comunidad acerca de este punto. Un paciente no está vivo
porque el corazón funciona; solo está vivo si el cerebro funciona. La muerte es
una sola y siempre se produce a nivel cerebral. Hasta que los profesionales de
la salud no transmitamos correctamente este concepto, el miedo a “donar órganos
con el corazón latiendo” seguirá estando presente.
El 30 de mayo se conmemora el Día Nacional por la Donación y
el Trasplante de Órganos, fecha establecida por el INCUCAI para promover la
donación y el acceso a los trasplantes en un marco transparente, seguro y
altruista. El trasplante es un tratamiento que consiste en la extracción de un
órgano (o parte de un órgano) o tejido de un donante para ser implantado en
otra persona con un tejido u órgano enfermo en fase terminal. Si bien el
trasplante salva muchas vidas, es un tratamiento médico irremplazable que
depende únicamente de la voluntad generosa y solidaria de cada una de las
personas que se manifiestan a favor de la donación.
Los números hablan por sí solos. No pudimos evitar a tiempo
un Cromañón, ni una tragedia de Once ni un Ara San Juan. Y como sociedad
llegará el momento en donde tengamos que hacer nuestro mea culpa. En lo que
refiere al trasplante, estas muertes están sucediendo hoy, mañana, la semana
que viene. Son todas muertes evitables con la donación. Para generar un cambio,
tenemos que trabajar todos juntos, aunar esfuerzos para educar, desmitificar,
tranquilizar y difundir. Sobre todas las cosas debemos trabajar para poder
darle esperanza a todos los que hoy están entre nosotros, descontando los días
para que alguien los llame por teléfono y les dé la oportunidad de seguir
vivos.
Prof. Dr. Lucas McCormack (M.N. 84919)
Jefe de Trasplante Hepático
Hospital Alemán
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