NECOCHEA, Julio 16, (PUNTO CERO-Ecos Diario) El equipo de trabajo del CPA local atiende alrededor de 3.000 consultas por año, aunque la mayoría de los casos son tratados en más de una sesión. Trabajan una asistente social, una psicóloga y una abogada.
Hace no más de 10 ó 20 años, la frase “violencia familiar” casi no se escuchaba en la sociedad. Si bien esta problemática ya existía, los mitos hablaban de una cuestión “privada” de cada grupo familiar y quienes la padecían la ocultaban, ya que eran mal vistos por una sociedad que no observaba una realidad que estaba creciendo preocupantemente.
Al igual que en el resto de la sociedad, la violencia ha ido creciendo paulatinamente y la familia no está ajena a esa situación, cualquiera sea el estrato social de la misma, ya que pese a lo que se cree, este problema afecta a todas las personas por igual, sin diferencias entre grupos sociales.
En Necochea, el Centro de Prevención de las Adicciones tiene un gabinete específico sobre violencia y conflictiva familiar, donde anualmente se realizan más de 3.000 prestaciones, aunque cabe aclarar que muchas de las mismas son realizadas por personas que se tratan cotidianamente y en más de una ocasión al año.
La institución funciona desde 1997 y depende de
Diana Fraile y Ana Gómez, quienes trabajan en dicho tema, explicaron que “el nivel de consultas o prestaciones, como nosotras lo llamamos, es alto”, haciendo referencia a las más de 3.000 sesiones que se realizan por año.
“Hay que aclarar que no son 3.000 casos distintos, sino que mucha gente viene varias veces para tratar el problema, ya que no se soluciona con una sola consulta”, apuntan, indicando que la institución recibe casos derivados de juzgados, escuelas, centros de salud y gente que directamente se acerca a la institución, sita en avenida 59 y 84.
Trabajo interdisciplinario
Consultada sobre el trabajo que realizan, la psicóloga Diana Fraile, especificó que “desde el inicio fuimos un equipo interdisciplinario”, puntualizando que “hacemos un abordaje interdisciplinario de la violencia y de la conflictividad, ya que entendemos que la violencia obedece a una multiplicidad de factores y cuando se hace ese abordaje, se deben cubrir diferentes aspectos”.
“Una vez que el caso entra en la institución, lo primero que se hace es una evaluación de riesgos y si hay menores en el grupo familiar. Se trabaja desde un proyecto integral, interdisciplinario, es decir con los otros sectores sociales como escuelas o
Las profesionales explicaron que hay casos que tienen un perfil más psicológico, otro más social y otros legal, “aunque estos tres aspectos se dan juntos en la mayoría de los casos, en mayor o menor grado”, por lo que es fundamental el trabajo en equipo.
Por lo general, en primera instancia se realiza una entrevista en forma individual con aquel integrante de la familia que es víctima de la violencia y, en caso de ser necesario, se realiza una consulta con el resto del grupo familiar. En la entidad, reciben a niños, adolescentes, mayores, personas de la tercera edad y discapacitados.
Gómez afirmó que “el espectro de consultas es amplísimo porque no es solamente que vienen los padres, sino que también muchos chicos, ancianos, discapacitados y demás…”, ejemplificando que “es raro que venga el grupo familiar. Lo más común es que viene la persona que es víctima de la situación, con algún familiar, y a veces se trabaja con eso porque es lo único con lo que podes contar y otras veces se puede abrir al resto del grupo familiar”, donde se incluye a novios o las uniones de hecho.
Posible prevención
Consultadas sobre cuáles son los casos que se dan en nuestra sociedad y si existe la posibilidad de prevenir la violencia familiar, Fraile comentó que “lo que uno ve, aunque no siempre, es que muchos casos que desencadenan en violencia física, han empezado con violencia verbal, psicológica y demás…”, indicando que “hay una escalada de la violencia y, a veces, el actuar cuando se da la violencia conflictiva puede llevar a solucionar el problema antes de tiempo”.
“Si la víctima se da cuenta de eso y hace una consulta, a veces, eso se puede revertir. Muchas veces, la gente se cansa de toda esta situación. La familia se cansa de que su hija se pelee con el marido y vuelva a la casa y le dice que no regrese más y eso es peligroso, ya que la familia tiene que ser un acompañamiento fundamental para poder solucionar el problema”, agregó, para completar: “Cuanto más sola queda la víctima, mayor es su riesgo y más pendiente del victimario está”.
Gómez aseveró que “dentro de los casos de conflictiva familiar, se puede prevenir la violencia familiar”, indicando luego que “en los casos de violencia crónica ya no se puede hablar de prevención, pero si recuperar calidad de vida y no han sido pocos los casos de 30 ó 40 años de violencia crónica instalada en una casa y que, de pronto, a partir de las consultas han mejorado su situación”.
Cabe destacar que violencia familiar y conflictiva familiar no es lo mismo. En el primero de los casos, son situaciones en las cuales hay una conducta en la que, tanto por omisión o por acción, se incide perjudicialmente en el otro. Tiene que ser una situación que se de periódicamente o cíclicamente, pero reiterada.
Mientras tanto, la conflictiva habla de determinadas alteraciones en la vida familiar, que a veces son por cuestiones evolutivas de los hijos, cambios de trabajo, la falta de trabajo o situaciones que alteran al grupo familiar (viajes, traslados, fallas en la comunicación). Esos aspectos aparecen en forma individual, pero son alertas para empezar a tener en cuenta y al realizar una consulta, son temas que se pueden hablar, trabajar dentro de la familia y solucionar.
“Nosotros resaltamos la actitud de valor y coraje del que cruza la puerta de la institución, porque es reformular su propia historia de vida”, agregó Gómez, para sostener que “se han presentado casos de violencia crónica que, con el acompañamiento del equipo profesional, han dicho basta y han reformulado su vida. Son los menos, pero ha habido de esas situaciones en Necochea”.
Fraile especificó que “a veces, aparece un chico con problemas de conducta en la escuela y cuando uno hace la entrevista familiar, aparece que dentro del grupo familiar hay conductas violentas (verbales o físicas) y el chico es testigo. El ser testigo de situaciones de violencia trae consecuencias importantes en su ámbito”.
“En las mujeres que son víctima de violencia, tanto emocional como física, trae diferentes tipos de alteraciones en la personalidad que muchas veces se muestran fuera del hogar, como puede ser en un ámbito laboral”, completó.
Por último, las profesionales indicaron que cuando se habla sobre violencia familiar o conflictiva familiar, “hablamos de una transformación cultural que va a llevar muchas generaciones”, ya que “ha estado naturalizado por años y se vivía la invisibilidad de la violencia familiar o el ocultamiento”.
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