(La Política OnLine). El tema se habló en una reunión con Néstor Kirchner, en la que el ex presidente garantizó que la primaria se realizará sin trampas ni condicionamientos. En el PJ no descartan incluso que le ofrezcan la vicegobernación a Massa y lanzan: “El próximo sería el último mandato de Daniel, así que Sergio quedaría como sucesor natural”. La pelea por manejar el PJ bonaerense detrás de la interna.
El presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Horacio González, y un grupo de intendentes jóvenes que en su mayoría están alineados con su par del Tigre, Sergio Massa, no podían creer lo que escuchaban. Néstor Kirchner les estaba diciendo que según su opinión, lo mejor que le podía pasar al PJ bonaerense era tener una interna como corresponde para definir su candidato a gobernador. Y no sólo eso, también reconocía el crecimiento de Massa en las encuestas.
Semejante espíritu democrático en el ex presidente ya había sido anticipado por La Política Online, no como el producto de profundas convicciones, sino marcado por la necesidad. Esto es, evitar que Massa liderara una nueva ruptura en el bastión electoral del peronismo y de paso, asociar su desgastado nombre a cierta idea de renovación. Es que el año que viene Kirchner juega su propia suerte electoral y no se puede permitir perder ni un voto más. Ahora, en la Quinta de Olivos cotizan mejor los que tienen intención de voto, por sobre los leales -sino miden-.
La noticia de la reunión llegó rápidamente a la gobernación bonaerense, donde ante el hecho consumado, la gente de Daniel Scioli la metabolizó con pragmatismo. Hubo al menos una comunicación telefónica entre el gobernador y el intendente de Tigre. También se habla de un encuentro cara a cara que ambos desmienten.
Como sea, es visible en el entorno de ambos que los niveles de agresión bajaron de temperatura. Cerca de Scioli ajustan contra reloj su estrategia, luego de asumir que ya el gobernador ya no será el caballo del comisario. Igual, una primer mirada indica que el grueso de la estructura del PJ bonaerense todavía lo acompaña.
Con un ingrediente a su favor. La nueva ley electoral que dará el marco a la primaria en la que eventualmente competirían Scioli y Massa –una suerte de interna abierta-, no permite las famosas colectoras. Es decir que el día de la votación, los intendentes deberán optar entre colgar su lista de la boleta del gobernador o su colega de Tigre. “Sergio no tiene estructura a nivel provincial, lo suyo es una apuesta de instalación, va a perder la primaria, pero queda instalado y es joven”, agregan cerca de Scioli.
Como sea, si la primaria se concreta, se dará una previsible puja entre aparatos, intención de voto y percepción de futuro político. “Scioli en la última encuesta de CEOP ya está en los mismos niveles de intención de voto previos a la elección del 2009”, se entusiasman en la gobernación.
En tanto que Massa sigue apareciendo en la mayoría de los sondeos como el dirigente bonaerense con mejor imagen. Enarbolando un discurso crítico pero no rupturista, el ex jefe de Gabinete se rodea de jóvenes intendentes como Pablo Bruera de La Plata, José Eseverri de Olavarría y Cristian Breitenstein de Bahía Blanca, entre otros. La propuesta de valor que ofrecen a la sociedad es renovación política, más experiencia de gestión.
“Ayer ganamos la final del mundo”, comentaban esta mañana jocosos. Es que el publicista Savaglio, en su delibery de marketing político le asignó el naranja a los carteles de Scioli y el rojo a los de Massa. “No se confundan nuestro naranja es el naranja naval, no el de Holanda”, se atajan desde la gobernación.
El presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Horacio González, y un grupo de intendentes jóvenes que en su mayoría están alineados con su par del Tigre, Sergio Massa, no podían creer lo que escuchaban. Néstor Kirchner les estaba diciendo que según su opinión, lo mejor que le podía pasar al PJ bonaerense era tener una interna como corresponde para definir su candidato a gobernador. Y no sólo eso, también reconocía el crecimiento de Massa en las encuestas.
Semejante espíritu democrático en el ex presidente ya había sido anticipado por La Política Online, no como el producto de profundas convicciones, sino marcado por la necesidad. Esto es, evitar que Massa liderara una nueva ruptura en el bastión electoral del peronismo y de paso, asociar su desgastado nombre a cierta idea de renovación. Es que el año que viene Kirchner juega su propia suerte electoral y no se puede permitir perder ni un voto más. Ahora, en la Quinta de Olivos cotizan mejor los que tienen intención de voto, por sobre los leales -sino miden-.
La noticia de la reunión llegó rápidamente a la gobernación bonaerense, donde ante el hecho consumado, la gente de Daniel Scioli la metabolizó con pragmatismo. Hubo al menos una comunicación telefónica entre el gobernador y el intendente de Tigre. También se habla de un encuentro cara a cara que ambos desmienten.
Como sea, es visible en el entorno de ambos que los niveles de agresión bajaron de temperatura. Cerca de Scioli ajustan contra reloj su estrategia, luego de asumir que ya el gobernador ya no será el caballo del comisario. Igual, una primer mirada indica que el grueso de la estructura del PJ bonaerense todavía lo acompaña.
Con un ingrediente a su favor. La nueva ley electoral que dará el marco a la primaria en la que eventualmente competirían Scioli y Massa –una suerte de interna abierta-, no permite las famosas colectoras. Es decir que el día de la votación, los intendentes deberán optar entre colgar su lista de la boleta del gobernador o su colega de Tigre. “Sergio no tiene estructura a nivel provincial, lo suyo es una apuesta de instalación, va a perder la primaria, pero queda instalado y es joven”, agregan cerca de Scioli.
Como sea, si la primaria se concreta, se dará una previsible puja entre aparatos, intención de voto y percepción de futuro político. “Scioli en la última encuesta de CEOP ya está en los mismos niveles de intención de voto previos a la elección del 2009”, se entusiasman en la gobernación.
En tanto que Massa sigue apareciendo en la mayoría de los sondeos como el dirigente bonaerense con mejor imagen. Enarbolando un discurso crítico pero no rupturista, el ex jefe de Gabinete se rodea de jóvenes intendentes como Pablo Bruera de La Plata, José Eseverri de Olavarría y Cristian Breitenstein de Bahía Blanca, entre otros. La propuesta de valor que ofrecen a la sociedad es renovación política, más experiencia de gestión.
“Ayer ganamos la final del mundo”, comentaban esta mañana jocosos. Es que el publicista Savaglio, en su delibery de marketing político le asignó el naranja a los carteles de Scioli y el rojo a los de Massa. “No se confundan nuestro naranja es el naranja naval, no el de Holanda”, se atajan desde la gobernación.
La pelea de fondo
Como suele suceder en el peronismo, es en el PJ bonaerense donde se definen gran parte de sus peleas de fondo. Y es natural que sea así. Desde la reforma constitucional de 1994 que instauró el voto directo para elegir presidente, la provincia hipertrofió su posición en la pelea política. Un dato explica esta situación: en la provincia de Buenos Aires vota el 40 por ciento del padrón nacional.
Por eso, mientras habilita la interna para tratar de contener la amenaza de nuevas rupturas –es conocida la buena relación de Massa con De Narváez, Duhalde, Macri y Solá, por ejemplo-; Kirchner también pulsea con Hugo Moyano.
El ex presidente está decidido a evitar que el camionero asuma la conducción del PJ bonaerense, cargo que le corresponde por su condición de vicepresidente, detrás del convaleciente Alberto Balestrini.
Con sentido común, el ex presidente parece entender que el líder de la CGT ya es bastante complicado de manejar con el poder que tiene en la actualidad. Por eso impulsa la creación de una comisión de acción política, que se haga cargo del partido hasta que Balestrini este en condiciones de reasumir el cargo.
Imagina Kirchner una conducción que integrarían Scioli y sus funcionarios Alberto Pérez y Javier Mouriño; Aníbal Fernández y Florencio Randazzo –que libran su propia guerra personal por la candidatura a vicegobernador-; el propio Moyano; Horacio González de la Cámara de Diputados bonaerense; dos intendentes de la primera sección electoral; dos de la tercera y dos del espacio de Massa.
Como se ve el otro afectado por el diseño de Kirchner es el propio Scioli, que debería compartir con sus adversarios internos -hoy afuera del PJ- el partido.
Pero esto no parece afectar el optimismo congénito de los sciolistas que no descartan compatir la fórmula con alguno de los intendentes críticos.
Y en el PJ bonaerense hasta arriesgan una eventual fórmula con Massa. “A Daniel por los límites que fija la Constitución sólo le queda un mandato, así que si Sergio fuera su vice quedaría posicionado como el sucesor natural”, proponen algunos componedores interesados en evitar la confrontación y hasta arriegan: "también podría ser otro de los díscolos como Bruera".
“Es una turrada para tratar de meter cizaña entre nosotros”, responden desde el espacio que lidera Massa y agregan “todavía falta un año y dos meses para la primaria y ya nos están ofreciendo la vicegobernación”, se envalentonan.
El problema de la promesa del cambio
Igual, todo indica que sería prudente engolosinarse con la atractiva idea de una interna peronista como hace años no se veía. Es que el problema de la promesa de cambio que astutamente intenta vender Kirchner enfrenta un límite: él mismo.
Por eso, el grupo de Massa no corta los puentes con el peronismo opositor, habrá que ver como evoluciona un tablero político que hasta ahora sólo ha confirmado un dato central: su imprevisión y dinamismo.
Como suele suceder en el peronismo, es en el PJ bonaerense donde se definen gran parte de sus peleas de fondo. Y es natural que sea así. Desde la reforma constitucional de 1994 que instauró el voto directo para elegir presidente, la provincia hipertrofió su posición en la pelea política. Un dato explica esta situación: en la provincia de Buenos Aires vota el 40 por ciento del padrón nacional.
Por eso, mientras habilita la interna para tratar de contener la amenaza de nuevas rupturas –es conocida la buena relación de Massa con De Narváez, Duhalde, Macri y Solá, por ejemplo-; Kirchner también pulsea con Hugo Moyano.
El ex presidente está decidido a evitar que el camionero asuma la conducción del PJ bonaerense, cargo que le corresponde por su condición de vicepresidente, detrás del convaleciente Alberto Balestrini.
Con sentido común, el ex presidente parece entender que el líder de la CGT ya es bastante complicado de manejar con el poder que tiene en la actualidad. Por eso impulsa la creación de una comisión de acción política, que se haga cargo del partido hasta que Balestrini este en condiciones de reasumir el cargo.
Imagina Kirchner una conducción que integrarían Scioli y sus funcionarios Alberto Pérez y Javier Mouriño; Aníbal Fernández y Florencio Randazzo –que libran su propia guerra personal por la candidatura a vicegobernador-; el propio Moyano; Horacio González de la Cámara de Diputados bonaerense; dos intendentes de la primera sección electoral; dos de la tercera y dos del espacio de Massa.
Como se ve el otro afectado por el diseño de Kirchner es el propio Scioli, que debería compartir con sus adversarios internos -hoy afuera del PJ- el partido.
Pero esto no parece afectar el optimismo congénito de los sciolistas que no descartan compatir la fórmula con alguno de los intendentes críticos.
Y en el PJ bonaerense hasta arriesgan una eventual fórmula con Massa. “A Daniel por los límites que fija la Constitución sólo le queda un mandato, así que si Sergio fuera su vice quedaría posicionado como el sucesor natural”, proponen algunos componedores interesados en evitar la confrontación y hasta arriegan: "también podría ser otro de los díscolos como Bruera".
“Es una turrada para tratar de meter cizaña entre nosotros”, responden desde el espacio que lidera Massa y agregan “todavía falta un año y dos meses para la primaria y ya nos están ofreciendo la vicegobernación”, se envalentonan.
El problema de la promesa del cambio
Igual, todo indica que sería prudente engolosinarse con la atractiva idea de una interna peronista como hace años no se veía. Es que el problema de la promesa de cambio que astutamente intenta vender Kirchner enfrenta un límite: él mismo.
Por eso, el grupo de Massa no corta los puentes con el peronismo opositor, habrá que ver como evoluciona un tablero político que hasta ahora sólo ha confirmado un dato central: su imprevisión y dinamismo.
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