Un estudio de la Universidad Abierta Interamericana sostiene que en casos de delitos graves, el 82.7% sostiene que la condena debe ser de reclusión perpetua definitiva. Además, el 64.6% sostiene que si un mayor de 12 años de edad comete un homicidio debe ser juzgado como si se tratase de un adulto.
Un reciente estudio de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) sostiene que, si bien los porteños rechazan la pena de muerte en casos de delitos graves, el 82.7% sostiene que la condena debe ser de reclusión perpetua definitiva. Además, el 64.6% sostiene que si un mayor de 12 años de edad comete un homicidio debe ser juzgado como si se tratase de un adulto.
Un reciente estudio de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) sostiene que, si bien los porteños rechazan la pena de muerte en casos de delitos graves, el 82.7% sostiene que la condena debe ser de reclusión perpetua definitiva. Además, el 64.6% sostiene que si un mayor de 12 años de edad comete un homicidio debe ser juzgado como si se tratase de un adulto.
El estudio, realizado en base a una muestra representativa de 500 casos efectivos registra que en el imaginario de la Capital las principales causas del delito serian, con casi idéntica frecuencia, tres: La Droga (28.5%), Las Leyes Demasiado Blandas (27.5% y la pobreza (21.7%). Solo el 10.2% atribuye el origen del fenómeno a la ineficiencia policial.
Según la Universidad, estos datos cancelan la suposición sostenida por algunos académicos que denuncian una “crimininalización de la pobreza”, el 80% de los porteños no asocia pobreza con delito; y también cancela la suposición sostenida por muchos discursos mediáticos de que el aumento de la delincuencia se debe a la ineficiencia (o en algunos casos a la connivencia) policial, el 90% de los porteños lo atribuye a otras causas.
Sin embargo, el datos más llamativo es la dispersión de en la atribución de causas y esto parecería indicar un gran desconcierto en el publico a la hora de explicar el fenómeno. Se podría decir que los porteños no saben porque les sucede lo que les sucede. Y este desconocimiento, esta incapacidad para atribuir una causa a un fenómeno tan traumático como el delito, aumenta quizás la sensación de inseguridad.
La inversa de esta inseguridad, es decir la sensación de seguridad, aparece representada en el imaginario colectivo, vistiendo uniforme. Más de dos de cada tres consultados sostiene que, independientemente de cuál sea la causa, es necesario, mientras una solución de fondo se instrumenta, un aumento de la presencia policial. Seguridad, para los porteños es igual a policía.
Pero, al mismo tiempo, ni en el caso de los peores delitos, se registra una adhesión a condenas extremas. Solo el 30.9% está de acuerdo en implementar la pena de muerte en caso de delitos graves como homicidio en ocasión de robo, de secuestro o de violación. El rechazo a esta pena extrema es rotundo: el 65.2% no la acepta en ningún caso.
Un dato curioso se verifica en el análisis por nivel socio económico. Mientras que entre los miembros de la clase alta y media el acuerdo con la pena de muerte alcanza el 20% de las consultas, entre los miembros de menor poder adquisitivo este acuerdo se duplica alcanzando el 40%.
Si bien los porteños rechazan la pena de muerte en el caso de delitos graves, el rechazo a la libertad condicional o a la reducción de penas para quien cometa esos delitos es rotundo. El 82.7% de los consultados sostiene que en estos casos la condena debe ser de reclusión perpetua definitiva, es decir hasta el final de la vida del delincuente. Los porteños no están dispuestos a perdonar. Y esta severidad se extiende a los menores de edad. El 64.6% sostiene que, al igual que en otros países, si un mayor de 12 años de edad comete un homicidio debe ser juzgado como si se tratase de un adulto.
Si, se cruzan ambas respuestas, es decir si se considera el porcentaje de porteños que están de acuerdo con la prisión de por vida y, al mismo tiempo están de acuerdo con juzgar a mayores de 12 años como si se tratase de adultos en casos de homicidio, resulta que el 59.2% de todos los adultos porteños están de acuerdo en encarcelar a un niño homicida de 12 años por el resto de su vida.
Podría decirse, por último, que la “mano dura” tiene, al mismo tiempo, mala prensa y buena aceptación.
(Fuente: La Política OnLine).
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