Este viernes Eduardo Duhalde relanzará su candidatura en el Luna Park ante un público que será movilizado fundamentalmente por la CGT Azul Blanca. Esta reafirmación es un mensaje con tres destinatarios. A Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez -en plena negociación para integrar listas de candidatos- Duhalde intenta convencerlos de que su candidatura es irreversible, a menos que haya una negociación que por el momento parece lejana. Otro destinatario es Mauricio Macri, que está tentado de ir acomodando al PRO en las listas radicales de varias provincias. El duhaldismo le propone, en cambio, al jefe de gobierno que el PRO-Peronismo se rearme y presente listas en todo el país. Por último, el ex presidente procuraría convencer al establishment local para que no visualice al candidato radical como la única alternativa viable para desalojar al kirchnerismo de la Casa Rosada.
La contraofensiva duhaldista incluye la versión de una fórmula presidencial Duhalde-Lavagna, como un modo de intentar captar votos radicales, ya que este último fue candidato presidencial de la UCR en el 2007 y cuenta con simpatías en las filas de ese partido.
A todo esto, la interna opositora se concentra, como es lógico, en la interna bonaerense. Graciela Camaño, principal operadora de Duhalde, estaría tratando de convencer a Jorge Macri para impulsar una fórmula propia para la gobernación que le dispute el voto del peronismo disidente a De Narváez. Los tanteos alcanzan a Sergio Massa, a quien CFK lo dejaría sin colectora propia -satisfaciendo así a Daniel Scioli-, aunque queda abierta la posibilidad de que aquél sea convocado para vicegobernador. Los duhaldistas vuelven entonces a la carga con un argumento central: sostienen que De Narváez no conseguiría de ningún modo trasladar masivamente el voto peronista hacia Alfonsín y que, por tanto, el acuerdo entre ambos tendría pies de barro.
En la cuenta regresiva
En la otra vereda responden que el acuerdo es irreversible y que la única expectativa para el PRO y el duhaldismo sería obtener una participación muy minoritaria en las listas de candidatos que redactarían Alfonsín y De Narváez. Si los dos polos llegan por separado al 14 de junio, fecha tope para la presentación de las alianzas para las primarias nacional y bonaerense, los riesgos serían obvios. Ambos podrían en octubre llegar a eliminarse mutuamente, es decir, impedirían que el otro llegue al 30%, porcentaje necesario para que haya segunda vuelta en caso de que el Frente para la Victoria obtenga el 40%.
El kirchnerismo observaría esta inesperada interna opositora con gran interés. Su movida fuerte intentará hacerla el 10 y el 31 de julio en la primera y segunda vueltas porteñas. Entonces, la apuesta máxima del oficialismo sería arrebatarle a Mauricio Macri el Gobierno de la Ciudad, lo que podría dar comienzo al derrumbe del PRO, un partido que no consiguió cruzar la General Paz. Pero esta gran victoria que potenciaría para octubre la candidatura de Cristina tendría una contracara sumamente peligrosa. Si la alianza Macri-Duhalde se desarticula, Alfonsín y De Narváez crecerían cada vez más. Está claro que al gobierno le interesaría que los dos polos opositores sigan compitiendo entre sí. Al menos por ahora, las candidaturas de Alberto Rodríguez Saá y Elisa Carrió figuran por debajo de Alfonsín y Duhalde.
Esta reactivación de los dos polos que pretenden aglutinar el voto opositor tiene en el campo oficial por lo menos un beneficiario: Daniel Scioli. Ante el peligro de que se concrete la sinergia entre Alfonsín y De Narváez, la Presidente por fin le prometió al gobernador que no habrá una segunda colectora encabezada por Sergio Massa. Además, el ex motonauta fue especialmente destacado por Hugo Moyano en el acto de la CGT del viernes pasado y, por último, ayer fue el único miembro del gobierno que felicitó a Obama por la ejecución de Osama Bin Laden, luego de haber aclarado en los medios que él es un peronista moderado y centrista. Prácticamente lo contrario del estereotipo K. (InformadorPublico.com).
La contraofensiva duhaldista incluye la versión de una fórmula presidencial Duhalde-Lavagna, como un modo de intentar captar votos radicales, ya que este último fue candidato presidencial de la UCR en el 2007 y cuenta con simpatías en las filas de ese partido.
A todo esto, la interna opositora se concentra, como es lógico, en la interna bonaerense. Graciela Camaño, principal operadora de Duhalde, estaría tratando de convencer a Jorge Macri para impulsar una fórmula propia para la gobernación que le dispute el voto del peronismo disidente a De Narváez. Los tanteos alcanzan a Sergio Massa, a quien CFK lo dejaría sin colectora propia -satisfaciendo así a Daniel Scioli-, aunque queda abierta la posibilidad de que aquél sea convocado para vicegobernador. Los duhaldistas vuelven entonces a la carga con un argumento central: sostienen que De Narváez no conseguiría de ningún modo trasladar masivamente el voto peronista hacia Alfonsín y que, por tanto, el acuerdo entre ambos tendría pies de barro.
En la cuenta regresiva
En la otra vereda responden que el acuerdo es irreversible y que la única expectativa para el PRO y el duhaldismo sería obtener una participación muy minoritaria en las listas de candidatos que redactarían Alfonsín y De Narváez. Si los dos polos llegan por separado al 14 de junio, fecha tope para la presentación de las alianzas para las primarias nacional y bonaerense, los riesgos serían obvios. Ambos podrían en octubre llegar a eliminarse mutuamente, es decir, impedirían que el otro llegue al 30%, porcentaje necesario para que haya segunda vuelta en caso de que el Frente para la Victoria obtenga el 40%.
El kirchnerismo observaría esta inesperada interna opositora con gran interés. Su movida fuerte intentará hacerla el 10 y el 31 de julio en la primera y segunda vueltas porteñas. Entonces, la apuesta máxima del oficialismo sería arrebatarle a Mauricio Macri el Gobierno de la Ciudad, lo que podría dar comienzo al derrumbe del PRO, un partido que no consiguió cruzar la General Paz. Pero esta gran victoria que potenciaría para octubre la candidatura de Cristina tendría una contracara sumamente peligrosa. Si la alianza Macri-Duhalde se desarticula, Alfonsín y De Narváez crecerían cada vez más. Está claro que al gobierno le interesaría que los dos polos opositores sigan compitiendo entre sí. Al menos por ahora, las candidaturas de Alberto Rodríguez Saá y Elisa Carrió figuran por debajo de Alfonsín y Duhalde.
Esta reactivación de los dos polos que pretenden aglutinar el voto opositor tiene en el campo oficial por lo menos un beneficiario: Daniel Scioli. Ante el peligro de que se concrete la sinergia entre Alfonsín y De Narváez, la Presidente por fin le prometió al gobernador que no habrá una segunda colectora encabezada por Sergio Massa. Además, el ex motonauta fue especialmente destacado por Hugo Moyano en el acto de la CGT del viernes pasado y, por último, ayer fue el único miembro del gobierno que felicitó a Obama por la ejecución de Osama Bin Laden, luego de haber aclarado en los medios que él es un peronista moderado y centrista. Prácticamente lo contrario del estereotipo K. (InformadorPublico.com).
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