sábado, mayo 07, 2011

La mira en el voto peronista

Elisa Carrió llegó a organizar un acto en el mítico restorán El General para presentar a la "pata peronista" de la Coalición Cívica en la previa de las elecciones de 2009.

Lo hizo con un doble objetivo: seducir a un sector del electorado identificado con Perón y Evita pero que no comparte el ideario kirchnerista y asegurarse esa dosis de gobernabilidad que sólo el PJ logró en la última etapa democrática argentina.

La tendencia se repite de cara a los próximos comicios. Patas peronistas sostienen a prácticamente todas las fuerzas políticas argentinas. Sin contar las opciones "genuinas" que encarnan Alberto Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde y Felipe Solá, el resto de los partidos tienen algún componente "pejotista".

Mauricio Macri construyó el PRO sobre uno de esos pilares, el líder de Proyecto Sur Fernando "Pino" Solanas se reivindica peronista, la CC conserva una mínima expresión entre su dirigencia y la UCR ya compitió en 2007 con un candidato presidencial del PJ: Roberto Lavagna.

Ahora, Ricardo Alfonsín se aseguró la candidatura radical y asoma como el más competitivo entre los opositores, pero volvió a pensar en dirigentes del peronismo para abrazar votos que el radicalismo per se no seduce y, de paso, galvanizar un eventual gobierno con verticalidad justicialista.

Lo hace basado en las últimos dos experiencias de la UCR en la cúspide del poder, la de su padre puramente radical -asediada por la hiperinflación y la presión sindical- y la de Fernando de la Rúa, que ya tuvo componentes del PJ residual en el Frepaso.

El dato cuantitativo no es antojadizo. En las últimas dos elecciones el peronismo rondó el 60% de los votos. En 2003 la sumatoria de Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá llegó a 60,5%. En 2007, Cristina Kirchner más una parte del voto a Lavagna y el de Alberto Rodríguez Saá lograron el 69,3 %.

Pero, además, las combinaciones mixtas también son posibles por la pulverización del sistema de partidos ocurrida a partir de la crisis de 2001, que ni la reforma electoral logró revertir. .

De Narváez, Lavagna, Solá .

En el radicalismo, sobre todo el bonaerense, cada vez más dirigentes están convencidos de avanzar en un acuerdo con el peronista Francisco de Narváez, en detrimento de los aliados progresistas que estaban dispuestos a acompañar a Alfonsín.

La decisión política de ese entendimiento está tomada. Esto empuja a Margarita Stolbizer y quizá al socialista Hermes Binner por fuera de la propuesta radical, pese a que Alfonsín hará intentos para que formen parte de un conglomerado más amplio.

Según el prisma radical, la opción por "El Colorado" también permite a la UCR correrse hacia el centro, luego de que la decisión de Mauricio Macri de bajarse de la carrera presidencial dejara huérfano al electorado de centroderecha.

El hilado fino de la simbiosis radical peronista bonaerense está a cargo de los denarvaístas Gustavo Ferrari y Daniel Amoroso y los alfonsinistas Guillermo "Willy" Hoertz, Ricardo Gil Lavedra y Gerardo Morales. Pero en la génesis fue importante el intendente radical de San Isidro, Gustavo Posse, quien lideró la opción pragmática de los jefes comunales ante Alfonsín.

Ahora impera el entusiasmo en ambos campamentos. "La suma es aritmética: donde Ricardo medía 13 y Francisco 17, sobre todo en el interior de la provincia, ahora miden los dos 30", exclamó un prominente dirigente radical bonaerense.

Por el lado del titular de Unión Celeste y Blanco el aporte radical significa una contribución extra en al menos 35 comunas donde la UCR gobierna. Resta saber si el número dos de la fórmula procederá del centenario partido o no.

Una prueba de lo tentador que significa la apuesta para De Narváez es que rechazó el ofrecimiento de Macri para reeditar la fórmula ganadora de Unión PRO en Buenos Aires. El problema para el líder del PRO es que lo hizo desde el lugar de debilidad que implica seguir al frente de un partido "vecinal".

Pero la confluencia podría incluir al duhaldismo. Si bien De Narváez no tiene intenciones de acercarse a Duhalde, quien mantiene su candidatura presidencial, lo cierto es que Graciela Camaño es una pieza interesante para el mecano y ya le reservan un lugar en la lista de diputados nacionales.

Los propios radicales le reconocen a Camaño el manejo -gracias a su esposo, el líder gastronómico Luis Barrionuevo- de una estructura importante de gremios que podrían arrancar el nuevo gobierno del mismo lado del mostrador.

Pero la apertura radical al PJ no concluye en Buenos Aires. De hecho, distintos dirigentes dejaron trascender que buscarán acoplar al peronismo disidente en los armados provinciales.

Para la oferta nacional pensó en Lavagna -en principio salió a rechazar el convite- y también hubo algunos sondeos con Solá, quien tiene el triple "mérito" de ser peronista, antikirchnerista con matriz de centroizquierda.

El ex gobernador también comenzó a mirar con cierta expectativa la definición de la estrategia nacional del macrismo. Sabe que Emilio Monzó, peronista y uno de los coordinadores de campaña del PRO, propuso conformar una fórmula Solá-Michetti. Pero el alejamiento de De Narváez abre un vacío importante en ese eventual frente.

Otros macristas proponen volver a intentar un acuerdo con Alfonsín, también con la figura de Michetti como posible vice, y un tercer grupo apuesta a quedar atado a la suerte de Duhalde.

Macri también viene tratando de que el intendente de Tigre, Sergio Massa, se convierta en una opción antikirchnerista, pero el alcalde, con buena imagen, no estaría dispuesto a sacar los pies del plato y podría finalmente ir por su reelección o a la interna del PJ para gobernador bonaerense, contra Daniel Scioli.


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