Argentina y Brasil implementarán estrategias conjuntas para incentivar la fabricación de productos biotecnológicos de alto costo, que absorben un presupuesto cada vez mayor de los presupuestos de salud de los países latinoamericanos.
El acuerdo argentino-brasileño para elaborar productos biotecnológicos de alto costo fue alcanzado en el marco de la séptima Reunión del Consejo de Salud de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), informó en Buenos Aires el Ministerio de Salud.
En el proyecto participarán empresas estatales y privadas de ambos países, convinieron el ministro de Salud brasileño, Alexander Padilla, y el viceministro de Salud argentino, Eduardo Bustos Villar.
"Tenemos un fuerte interés común y un gran desarrollo en la materia, pero que es posible potenciar aun más", dijo Bustos Villar, quien agregó que "queremos avanzar en esta agenda porque sabemos del interés de muchas empresas de producir junto a los Estados".
Brasil anunció a fines de marzo que emprenderá la fabricación de los primeros medicamentos biosimilares con tecnología nacional, introduciendo al mercado versiones más baratas de los medicamentos biotecnológicos innovadores de alto costo para enfermedades como el cáncer, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple.
Estos medicamentos de alto costo representan solo el 4% de las compras del Ministerio de Salud de Brasil, pero consumen el 32% del presupuesto sanitario del país. Argentina gastará este año en salud alrededor de 122 mil millones de pesos (271 millones de dólares), de los cuales el 32 por ciento corresponderá a medicamentos.
Federico Tobar, director del Centro de Estudios en Gestión y Economía de la Salud de Argentina calculó que los medicamentos de alto costo representaron un incremento del 6.800 % para el presupuesto de la seguridad social de la Argentina entre 1999 y 2008.
El laboratorio BioNovis brasileño, que emprenderá la fabricación de biosimilares, surgió de una alianza entre los cuatro productores de medicamentos genéricos más importantes de Brasil: EMS, Aché, Hypermarcas y Químicas de la Unión.
Brasil es un ejemplo de intervención estatal en el mercado farmacéutico y ha invertido 4.500 millones de dólares para impulsar su industria farmacéutica pública y la fabricación estatal desde 2008.
El país se encamina así a convertirse en el tercer exportador de genéricos del mundo detrás de India y China, pero para alcanzar ese desarrollo se plantó con firmeza ante las multinacionales y anuló las patentes monopólicas cuando el gobierno de Luiz Inacio ‘Lula’ Da Silva suspendió en 2007 la patente del Efavirenz de Merck (MSD) para adquirir un genérico más barato en la India, destinado al programa nacional de lucha contra el sida.
Igual procedimiento utilizó con el Kaletra de Abbot y ante la intransigencia de la multinacional acudió a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2004, aunque al final consiguió un ventajoso acuerdo de precios que le permitió un ahorro de 339,5 millones de dólares en sus programas contra el VIH/sida.
El Instituto Nacional de Propiedad Intelectual de Brasil negó en 2008 la patente del antirretroviral Tenofovir al laboratorio canadiense Gilead, por tratarse de uno de los componentes más caros del cóctel de fármacos que recibían los enfermos de sida.
También quebró en 2010 la patente del Viagra de Pzifer y a comienzos de 2011 el Tribunal Regional Federal del Estado de Río de Janeiro canceló las patentes del Aprovel de Sanofi Aventis para la hipertensión arterial y el Geodon de Pzifer para la esquizofrenia, autorizando la fabricación "inmediata" de versiones genéricas.
En la Argentina, entretanto, la industria farmacéutica ha sido incluida en el Plan Estratégico Industrial 2020 y recibió durante 2011 créditos del Fondo del Bicentenario por 400 millones de dólares para proyectos biotecnológicos, otorgados a empresas privadas de capital nacional. (Empresas News).
El acuerdo argentino-brasileño para elaborar productos biotecnológicos de alto costo fue alcanzado en el marco de la séptima Reunión del Consejo de Salud de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), informó en Buenos Aires el Ministerio de Salud.
En el proyecto participarán empresas estatales y privadas de ambos países, convinieron el ministro de Salud brasileño, Alexander Padilla, y el viceministro de Salud argentino, Eduardo Bustos Villar.
"Tenemos un fuerte interés común y un gran desarrollo en la materia, pero que es posible potenciar aun más", dijo Bustos Villar, quien agregó que "queremos avanzar en esta agenda porque sabemos del interés de muchas empresas de producir junto a los Estados".
Brasil anunció a fines de marzo que emprenderá la fabricación de los primeros medicamentos biosimilares con tecnología nacional, introduciendo al mercado versiones más baratas de los medicamentos biotecnológicos innovadores de alto costo para enfermedades como el cáncer, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple.
Estos medicamentos de alto costo representan solo el 4% de las compras del Ministerio de Salud de Brasil, pero consumen el 32% del presupuesto sanitario del país. Argentina gastará este año en salud alrededor de 122 mil millones de pesos (271 millones de dólares), de los cuales el 32 por ciento corresponderá a medicamentos.
Federico Tobar, director del Centro de Estudios en Gestión y Economía de la Salud de Argentina calculó que los medicamentos de alto costo representaron un incremento del 6.800 % para el presupuesto de la seguridad social de la Argentina entre 1999 y 2008.
El laboratorio BioNovis brasileño, que emprenderá la fabricación de biosimilares, surgió de una alianza entre los cuatro productores de medicamentos genéricos más importantes de Brasil: EMS, Aché, Hypermarcas y Químicas de la Unión.
Brasil es un ejemplo de intervención estatal en el mercado farmacéutico y ha invertido 4.500 millones de dólares para impulsar su industria farmacéutica pública y la fabricación estatal desde 2008.
El país se encamina así a convertirse en el tercer exportador de genéricos del mundo detrás de India y China, pero para alcanzar ese desarrollo se plantó con firmeza ante las multinacionales y anuló las patentes monopólicas cuando el gobierno de Luiz Inacio ‘Lula’ Da Silva suspendió en 2007 la patente del Efavirenz de Merck (MSD) para adquirir un genérico más barato en la India, destinado al programa nacional de lucha contra el sida.
Igual procedimiento utilizó con el Kaletra de Abbot y ante la intransigencia de la multinacional acudió a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2004, aunque al final consiguió un ventajoso acuerdo de precios que le permitió un ahorro de 339,5 millones de dólares en sus programas contra el VIH/sida.
El Instituto Nacional de Propiedad Intelectual de Brasil negó en 2008 la patente del antirretroviral Tenofovir al laboratorio canadiense Gilead, por tratarse de uno de los componentes más caros del cóctel de fármacos que recibían los enfermos de sida.
También quebró en 2010 la patente del Viagra de Pzifer y a comienzos de 2011 el Tribunal Regional Federal del Estado de Río de Janeiro canceló las patentes del Aprovel de Sanofi Aventis para la hipertensión arterial y el Geodon de Pzifer para la esquizofrenia, autorizando la fabricación "inmediata" de versiones genéricas.
En la Argentina, entretanto, la industria farmacéutica ha sido incluida en el Plan Estratégico Industrial 2020 y recibió durante 2011 créditos del Fondo del Bicentenario por 400 millones de dólares para proyectos biotecnológicos, otorgados a empresas privadas de capital nacional. (Empresas News).
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