Las alucinaciones que provoca la Ayahuasca, brebaje producido artesanalmente por indígenas de la zona del Amazonas para uso ceremonial, son similares a las que sufren pacientes esquizofrénicos.
Escuchar colores y ver la música, alteraciones de la percepción, del paso del tiempo, de las dimensiones espaciales, de la gravedad, flashbacks, ataques de pánico o despersonalización son algunos de los síntomas observables tanto en las personas que padecen esa patología psiquiátrica como en los consumidores de la bebida sagrada.
Desde hace más de veinte años el doctor en química Arturo Vitale, investigador independiente del CONICET en el instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), realiza estudios comparativos en los efectos de la dimetiltriptamina (DMT), principio activo de uno de los ingredientes de la Ayahuasca y que sería también sintetizado por el organismo de personas esquizofrénicas.
“Para hacer el trabajo, el primer paso fue conectarnos con diferentes culturas en Brasil que nos consiguieron el brebaje para estudiarlo en el laboratorio. Luego obtuvimos muestras de análisis de orina de algunos consumidores y comparamos los resultados con los de los pacientes. Estudiar un efecto inducido es muy útil para contrastarlo con otro que se produce naturalmente en el cuerpo de algunas personas”, afirma Vitale.
Ayahuasca es un vocablo Quechua que significa soga del muerto, en referencia a una cuerda que conduce al espíritu fuera del cuerpo tras la muerte.
Los chamanes la utilizaban y aún lo siguen haciendo en ceremonias religiosas. Su preparación es compleja y se obtiene a partir de la mezcla de dos plantas: se usan las hojas del árbol Psychotria viridis, del que se extrae el DMT, y se combina con la liana Banisteriopsis caapi, que es inhibidor de una enzima producida por el organismo llamada monoaminoxidasa (MAO). La MAO degrada el DMT; entonces al inhibirla se produce el efecto alucinatorio.
Si se preparara el brebaje sin la liana, el consumo de Ayahuasca solo tendría efectos purgantes porque la MAO la destruiría antes de llegar al cerebro. Sin embargo, al ingerir un inhibidor de la enzima, el DMT sigue su curso y produce su efecto.
“Nos llamó mucho la atención la exactitud en la elaboración de la bebida por parte de los chamanes, porque requiere mucha precisión. Si no se mezclan los elementos en las proporciones justas, la ingesta puede resultar perjudicial. Es un conocimiento que los indígenas transmiten de generación en generación”, explica.
El médico psiquiatra Jorge Ciprian Ollivier, que presidió la Federación Mundial de Sociedades de Psiquiatría Biológica, es uno de los pioneros en Argentina en el estudio del Ayahuasca. A principios de la década del 80, entabló contacto con un movimiento religioso amazónico “União do Vegetal”, cuyos Chamanes experimentan y preparan el brebaje.
“A partir de la colaboración de las autoridades del grupo pudimos acceder a un conocimiento mucho más profundo de la utilización del brebaje y llevarlo a Buenos Aires para su análisis”, cuenta Ciprian Ollivier.
Según Ciprian Ollivier el estudio comparativo con los síntomas de los esquizofrénicos fue complejo por la dificultad de los enfermos para describir de manera detallada las percepciones psicóticas.
A nivel terapéutico, haber estudiado los efectos de este brebaje lo ayudó a desarrollar un abordaje mucho más profundo con los pacientes. “Para quien sufre esta patología, es difícil entender lo que le pasa. Si hay alguien que lo comprende porque conoce los síntomas y entonces se sienten acompañados”, afirma.
“Una diferencia notoria es que quien ingirió el brebaje sabe el origen de las alucinaciones, pero quien padece esta enfermedad, si nunca fue diagnosticado, no sabe qué le está pasando y eso lo pone en riesgo de perder lo más valioso que tiene una persona: la razón”, concluye el psiquiatra.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) casi 24 millones de personas padecen esquizofrenia en el mundo, e incide especialmente en individuos de entre 15 y 35 años.
La esquizofrenia es una enfermedad neurodegenerativa. Para Ciprian Ollivier conocer su fisiopatología es fundamental para contar con herramientas que permitan una detección temprana. “Actualmente el pico diagnostico se hace en torno a los 28 años, pero la enfermedad se inicia en general durante la primera etapa de la adolescencia”. (Asteriscos TV).
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