“El año pasado tuvimos la primera cohorte de egresados con siete años de formación en la provincia y los resultados que estamos obteniendo son muy positivos. La matrícula total de la educación técnica se incrementó en el último trieño un 6 por ciento, consolidando una tendencia que acompaña el proceso de industrialización”, indicó De Lucia.
Es la primera vez que en la Argentina estudiantes cursan siete años y egresan con títulos técnicos en diferentes especialidades. La iniciativa se inscribe dentro de los lineamientos de la Ley Nacional de Educación y la Ley Técnico Profesional y con esta primera cohorte de graduados la jurisdicción provincial se convirtió en pionera en la materia.
“Las políticas aplicadas en la década del 90 habían desarmado a la escuela técnica y este gobierno tomó la firme decisión de apostar e invertir en la educación técnica porque son el motor de cualquier país que transita un proceso de industrialización serio”, señaló la titular de la cartera educativa provincial.
“Los chicos encuentran hoy incentivos para anotarse en las escuelas técnicas y permanecer hasta obtener el título y eso se ve reflejado en estos índices. De los alumnos que concluyeron sus estudios en el 2013 el 85 por ciento obtuvo el título en las instancias regulares de exámenes. La primera cohorte de egresados con siete años de formación ha dado más de 8.000 nuevos técnicos”, precisó la titular de la cartera educativa provincial.
En un mismo sentido, De Lucia destacó que en el presente ciclo lectivo aumentó un 17 por ciento la cantidad de chicos que cursan 7° año: “Un dato muy importante e interesante de analizar es que en 2013 tuvimos 10.300 alumnos en el 7° año y en este ciclo lectivo el número ascendió a 12 mil, es decir que hay un 17 por ciento más de alumnos en el último año”.
El 7° año, que se cursó por primera vez en 2013, no es obligatorio hasta el 2015 que es el año que finaliza la última cohorte que había comenzado la escuela técnica con la Ley anterior. Esos alumnos deben tener la posibilidad de optar por seis años dado que cuando ellos comenzaron sus estudios secundarios la ley estipulaba sólo seis años. Sin embargo, el 97 por ciento de los estudiantes bonaerenses optaron por cursarlo.
El 3 por ciento que decidió culminar la escuela técnica con seis años en 2013 recibió el título de bachiller con orientación técnica, cuya certificación difiere del título de técnico propiamente dicho. Cursando y aprobando el 7°, los estudiantes obtienen el título de técnico, que fue eliminado con la reforma educativa propuesta por la Ley Federal de Educación, que durante años desmanteló la educación técnica de nuestro país.
Básicamente, el séptimo año sirve para que los alumnos realicen prácticas profesionalizantes en empresas y en la escuela. Para ello deben aplicar los conocimientos adquiridos en los 6 primeros años, con el objetivo de relacionarse con el ámbito del trabajo y salir al ámbito laboral, una vez obtenido el título de técnico, con la experiencia necesaria para no toparse con un mundo desconocido.
Prácticas profesionalizantes
Las prácticas profesionalizantes apuntan también a que los alumnos tengan un primer acercamiento al mundo del trabajo ya que deben realizar el mismo procedimiento que cualquier técnico realiza para poder ingresar en una fábrica y que va desde la presentación de los certificados de aptitud física y las primeras entrevistas hasta la aplicación de los conocimientos que portan los alumnos en alguna de las áreas específicas de la empresa.
“Las prácticas profesionalizantes que se realizan en 7° año son clave para la formación de los chicos porque los relaciona con el mundo laboral de una manera concreta a tal punto que más del 60 por ciento de los chicos salen de la escuela con trabajo”, explicó De Lucia.
La experiencia cobra una particular relevancia en las 250 escuelas técnicas y alcanza un alto impacto en cada región. A la idea de arraigar a los jóvenes en su ciudad de origen, que es uno de los propósitos de la propuesta, se agregó el desarrollo de lazos solidarios con las comunidades: los jóvenes y los trabajadores intercambian saberes para su propio perfeccionamiento y también lo extienden a las demandas productivas de sus espacios sociales.
Los alumnos no reemplazan a los trabajadores en ninguna función –eso está expresamente señalado-, por el contrario se complementan con ellos con la finalidad de aprender de sus experiencias y conocimientos. El trabajo se convierte, así, en una real alternativa didáctica-pedagógica, una red entre el saber y las habilidades. Los contextos se mezclan y se nutren. En 2013 el 50 por ciento de los alumnos realizaron las prácticas en empresas privadas y para este año se estima que la cifra ascenderá a casi la totalidad de los estudiantes.
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