BUENOS AIRES, Julio 12, (PUNTO CERO) "Lo dijimos en varias oportunidades en estas columnas: para saber quién es Kirchner hay que ver cómo gobernó en Santa Cruz. Nunca fue un liderazgo de consensos, ni de apertura, ni de transparencia, ni de tolerancia, ni con la oposición, ni con los medios. Por lo tanto ¿por qué habría de hacerlo ahora en la presidencia?
La cuestión es que no le va mal así. Veamos algunos números. En marzo pasado, en la zona metropolitana, frente a la pregunta de si consideraba que Kirchner tenía razón cuando criticaba a los medios de comunicación, el 43 % dijo que sí, el 37 % que no, mientras que el 20 % restante no tiene opinión formada. En diciembre de 2005, cuando se consultó sobre si se estaba de acuerdo con los que dicen que al presidente solo le interesa el poder, el 52 % respondió negativamente y el 36 % afirmativamente. Por último, a fines de 2004, al preguntar la opinión acerca de la falta de puntualidad, la ausencia en actos protocolares con otros mandatarios, o el no atender a empresarios extranjeros por parte del santacruceño, el 40 % consideró que “es sincero, se muestra tal cual es”, mientras que el 33 % expresó que “no está bien, pero tampoco es grave”. En definitiva, Kirchner sintoniza con la mayoría o al menos se lo disculpa.El gran interrogante para muchos opositores es: ¿pero nunca paga costos? ¿Hace lo mismo que Menem –decretos de necesidad y urgencia, facultades delegadas- y no cae en la encuestas? Tal cual ocurría en la época del riojano, la sociedad argentina bendice una democracia delegativa: mientras las cosas anden bien, que gobierne como quiera. Y el presidente de turno fue reelegido con el 50 % de los votos. Lo mismo que pasaría hoy con Néstor Kirchner. La cuestión es que cuando la gente se cansa, ya es tarde para lamentos (aunque se debe convenir que si este presidente no se equivoca demasiado, quizá ni siquiera haya lamentos posteriores, salvo críticas a la calidad institucional). En el fondo, nada nuevo. (PUNTO CERO).
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