SAN ISIDRO, Julio 23, (PUNTO CERO) Desde que el hombre echó a rodar sobre la tierra, en su afán de perpetuarse y conquistar –al menos a otras especies-, ha tenido mascotas. Las hubo y las hay de todo pelaje y color. Actualmente, en los países desarrollados, por caso Japón, las hay en forma de robot. Podría decirse que, en ese sentido, no pueden esperarse mayores sorpresas pero… las hay. Sin ir más lejos, en Villa Adelina.
Un par de bocinazos fueron una suerte de presagio. Temprano, alguien tocó el timbre en el portón de la Chacra Educativa “San Isidro Labrador”, en Perito Moreno 2610 de esa localidad. Grande fue la sorpresa para el personal de ese espacio –que en plena urbe semeja el ámbito rural- cuando al abrir para el ingreso de un visitante quien entró, muy orondo, fue un simpático plumífero de un metro de alto, ávido –al tenor de sus penetrantes miradas- de conocer nuevos lugares. Tras él, lo hizo el joven Alexis Castro Heintze, vecino de Villa Adelina y alumno del colegio Leonardo Da Vinci, de Boulogne. Muy suelto y expresivo, el jovencito dijo “no lo podía traer en brazos; así que vinimos caminando…”.
Ahí nomás presentó a “Jane”, su acompañante, un ñandú hembra de unos seis meses. Alexis explicó que, como le era imposible mantener ya sin sobresaltos en el jardín de su casa a la que hasta ese momento era su mascota, su deseo era que estuviera en la Chacra Educativa pues iba a servir para que el público –principalmente chicos de diversos colegios- que periódicamente recorre el establecimiento, pudieran conocer a un ñandú vivito y coleando. Claro está, pidió permiso para poder visitar a su amiguita con frecuencia y poder comprobar como se va desarrollando.
También Alexis contó la historia de cómo “Jane” llegó a Villa Adelina. Durante un viaje por caminos bonaerenses, un familiar del joven observó algo que se movía al costado de la ruta. Bajó de su vehículo, se acercó y se encontró con un algo pequeño, poco más que un montoncito de plumas. Cargó y llevó al “pichón” a su casa para cuidarlo, pensando que se trataba de un ave campestre.
Con esmero en la casa prodigaron cuidados al bebe, al que llamaron “Jane”. Los chicos colaboraban, un poco por su curiosidad natural y otro tanto jugando, en alimentarlo. El “pichoncito” comenzó a crecer rápidamente. Los mayores de la casa se preguntaban qué sería esa cosa de pico y patas largas y, luego de no pocas cavilaciones llegaron a una conclusión: “Demasiado grande para pollito y muy chico para avestruz… Tiene que ser un ñandú”. Con la computadora buscaron en la Internet y comprobaron precisa y efectivamente que estaban en presencia de un ejemplar de esa criollaza especie que bien podría envidiar el mismísimo cacique Patoruzú.
Para alegría del hogar, “Jane” –nombre que no condice con su pura estirpe criolla de estas pampas- siguió creciendo rápidamente. Lo que llevó a otra conclusión familiar. “O el jardín es muy chico o este bicho es demasiado grande”. Visto el poco espacio para el simpático personaje, decidieron finalmente que la Chacra Educativa podría ser su mejor hogar. El mandato familiar fue cumplido sin cortapisas por Alexis.
Un par de bocinazos fueron una suerte de presagio. Temprano, alguien tocó el timbre en el portón de la Chacra Educativa “San Isidro Labrador”, en Perito Moreno 2610 de esa localidad. Grande fue la sorpresa para el personal de ese espacio –que en plena urbe semeja el ámbito rural- cuando al abrir para el ingreso de un visitante quien entró, muy orondo, fue un simpático plumífero de un metro de alto, ávido –al tenor de sus penetrantes miradas- de conocer nuevos lugares. Tras él, lo hizo el joven Alexis Castro Heintze, vecino de Villa Adelina y alumno del colegio Leonardo Da Vinci, de Boulogne. Muy suelto y expresivo, el jovencito dijo “no lo podía traer en brazos; así que vinimos caminando…”.
Ahí nomás presentó a “Jane”, su acompañante, un ñandú hembra de unos seis meses. Alexis explicó que, como le era imposible mantener ya sin sobresaltos en el jardín de su casa a la que hasta ese momento era su mascota, su deseo era que estuviera en la Chacra Educativa pues iba a servir para que el público –principalmente chicos de diversos colegios- que periódicamente recorre el establecimiento, pudieran conocer a un ñandú vivito y coleando. Claro está, pidió permiso para poder visitar a su amiguita con frecuencia y poder comprobar como se va desarrollando.
También Alexis contó la historia de cómo “Jane” llegó a Villa Adelina. Durante un viaje por caminos bonaerenses, un familiar del joven observó algo que se movía al costado de la ruta. Bajó de su vehículo, se acercó y se encontró con un algo pequeño, poco más que un montoncito de plumas. Cargó y llevó al “pichón” a su casa para cuidarlo, pensando que se trataba de un ave campestre.
Con esmero en la casa prodigaron cuidados al bebe, al que llamaron “Jane”. Los chicos colaboraban, un poco por su curiosidad natural y otro tanto jugando, en alimentarlo. El “pichoncito” comenzó a crecer rápidamente. Los mayores de la casa se preguntaban qué sería esa cosa de pico y patas largas y, luego de no pocas cavilaciones llegaron a una conclusión: “Demasiado grande para pollito y muy chico para avestruz… Tiene que ser un ñandú”. Con la computadora buscaron en la Internet y comprobaron precisa y efectivamente que estaban en presencia de un ejemplar de esa criollaza especie que bien podría envidiar el mismísimo cacique Patoruzú.
Para alegría del hogar, “Jane” –nombre que no condice con su pura estirpe criolla de estas pampas- siguió creciendo rápidamente. Lo que llevó a otra conclusión familiar. “O el jardín es muy chico o este bicho es demasiado grande”. Visto el poco espacio para el simpático personaje, decidieron finalmente que la Chacra Educativa podría ser su mejor hogar. El mandato familiar fue cumplido sin cortapisas por Alexis.
Así, en definitiva, a la gente de la Chacra Educativa se le cumplió el sueño del ñandú propio, nada menos que a las puertas de las vacaciones de invierno. A no dudarlo, este nuevo habitante del establecimiento, será la atracción principal de chicos y grandes. (PUNTO CERO).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario