domingo, agosto 09, 2009

La contraofensiva de Néstor Kirchner o la imposible dialéctica K. Por Ignacio Fidanza.

(La Política On Line). La irrupción de Néstor Kirchner en el conciábulo de los intendentes de la poderosa tercera sección electoral, tuvo el efecto de obturar –al menos momentáneamente- un conato de rebelión que se estaba tejiendo en ese territorio. Se trató de un movimiento que engarza con la ofensiva contra Clarín vía Julio Grondona y Papel Prensa. La incómoda posición del eje negociador Aníbal Fernández-Juan Carlos Mazzón.
El brusco desembarco de Néstor Kirchner en la reunión de intendentes de la populosa tercera sección electoral, fue el escenario elegido por Néstor Kirchner para oficializar el inicio de su contraofensiva, luego de pasarse unos 20 días lamiéndose las heridas que le dejó la batalla del 28 de junio.
La elección del territorio no pudo ser más apropiada para quien sólo visualiza las razones descarnadas del poder. Es en los municipios de esa demarcación política, donde se decide la suerte de los Presidentes y el gobernador de Buenos Aires. El voto de los millones de argentinos que con suerte diversa vive allí, es el que define el asenso o caída de aquellos que aspiran a esas posiciones.
Kirchner se había enterado que estos intendentes habían iniciado una serie de encuentros políticos, con el visto bueno del gobernador Daniel Scioli, en los que junto a funcionarios provinciales se analizaba el rumbo político del gobierno nacional y se protestaba por el “destrato” que sufrían por parte de la Casa Rosada, luego de la derrota electoral.
Allí estaban Jorge Rossi de Lomas de Zamora, Francis "Barba" Gutiérrez de Quilmes, Fernando Espinosa de La Matanza, Darío Giustozzi de Almirante Brown, Juan José Mussi de Berazategui, Julio Pereyra de Florencio Varela, y Darío Díaz Pérez de Lanús, así como el sucesor de Baldomero "Cacho" Alvarez en Avellaneda, entre otros.
“¿Así que no les llega la plata para las obras? Hagamos una cosa, la próxima vez que se junten voy yo, así lo hablamos entre todos”; los madrugó Kirchner, que ayer irrumpió en la reunión de Quilmes, a la que hizo bajar al propio Scioli, que fue informado sobre el pucho de la vista del ex presidente, pese a que la reunión era en su propio territorio. Casi un calco del desplante que Kirhner le hizo semanas atrás a Mario das Neves. Pero esta vez no hubo acuse de recibo del gobernador.
Es más, Scioli se vio forzado a hacer una aclaración pública: "digan lo que digan y comenten lo que comenten, acá nos ven a todos juntos, como corresponde, asumiendo nuestra responsabilidad". Es sabido que cuando empiezan las declaraciones que niegan diferencias, el agua de la crisis ya es imparable. Como ejemplo reciente, basta seguir la evolución de la pelea de Stolbizer y Carrió.
Como sea, Kirchner que estuvo particularmente frío con Giustozzi –uno de los intendentes “traidores” que más distancia le sacó a la boleta del ex presidente-, se dio el gusto de hablar ayer ante los jefes comunales, quienes en ningún momento se atrevieron a repetirle en la cara, lo que hablaban por lo bajo.

Aníbal en el límite
La punta de lanza para esta nueva operación de disciplinamiento de los intendentes, fue el dueño de casa, Francisco “Barba” Gutiérrez, de línea directa con Kirchner, que venía agrandado porque la UOM –cuya conducción integra- logró sacarle un aumento de casi el 20 por ciento a Techint y las otras empresas del sector.
Que Kirchner haya elegido al “Barba” como su hombre para esta operación política, abre un interesante interrogante: ¿Hasta que punto el ex presidente está conforme con la gestión del nuevo jefe de Gabinete, Aníbal Fernández? Como se sabe, el “Barba” Gutiérrez le arrebató al ministro el control político de su distrito, en una muy sucia pelea electoral, que incluyó hasta balazos en el frente de la casa del actual intendente.
Aníbal Fernández constituyó luego de su ascenso a la jefatura de Gabinete un eje con Juan Carlos “Chueco” Mazzón, que trata de darle gobernabilidad a la Presidenta, con el dudoso expediente –para Kirchner- de enhebrar algún acuerdo con la UCR y los gobernadores del PJ, en base de ceder ciertas posiciones intransigentes que sostiene el ex presidente.
En esa línea, Aníbal Fernández prometió a los radicales en un cena reservada que publicó en exclusiva La Política Online, que en unos 20 días, él se iba a “cargar” al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Hoy este funcionario dio una nueva muestra de la vigencia de su poder, al lograr la designación de Beatriz Paglieri en Papel Prensa.

La dialéctica k
Es que el escenario político actual tiene un nivel de complejidad que sólo se explica desde una lectura dialéctica. Ya no se trata de la mirada unidireccional del apogeo k, cuando se intentaba intuir los próximos movimientos de Kirchner, para aventurar un destino posible del poder. Ahora es evidente que otras fuerzas han entrado en el juego.
La apuesta de Mazzón y Aníbal Fernández por el diálogo, por vertebrar cierta racionalidad que permita contener a los gobernadores y jefes peronistas; y al mismo tiempo, establecer algunos puntos de acuerdo con la UCR para darle gobernabilidad a Cristina hasta el 2011; enfrenta la dinámica de extremar la confrontación de Kirchner. Y esa dialéctica no ha encontrado aún su síntesis. De ahí la inestabilidad actual del sistema.
El neurálgico gobernador de San Juan, José Luis Gioja, hombre que talla fuerte en la línea de los peronistas que no quieren una ruptura con la Casa Rosada, pero si un cambio en el equilibrio de poder, recibió con honores al líder de los peones rurales, Gerónimo “Momo” Venegas. Este sindicalista fue el motor profundo de los dos golpes más duros que recibió Néstor Kirchner: la pelea con el campo y la derrota bonaerense a manos de Francisco de Narváez.

Hace menos de quince días, Venegas recibió en sus oficinas de la calle Reconquista a Daniel Scioli. Tres connotados dirigentes del PJ bonaerense como Aníbal Fernández, Daniel Scioli y José Pampuro, han protagonizado en los últimos días distintos gestos de autonomía frente a Kirchner. Hoy llegó la respuesta.

La contraofensiva
El decreto 1045 publicado esta mañana en el Boletín Oficial anunciando la designación en Papel Prensa de la morenista Beatriz Paglieri en lugar de Alberto Fernández, cumplió las veces de declaración formal de nuevo inicio de hostilidades contra el grupo Clarín.
Kirchner decidió la salida de esa empresa estratégica para Clarín –de allí obtienen a precio preferencial nada menos que su insumo básico-, del hombre que defendió los intereses del grupo durante todo el tiempo que estuvo en el gobierno; y lo reemplazó por una militante del funcionario más criticado por ese grupo de medios. Es que frente al desafío de la hora, y contra lo que esperaban algunos analistas -lejos de contemporizar- luego de la derrota Kirchner parecer sacar la cuenta: “perdido por perdido, vamos por todo”.
Pero el ex presidente tiene la suficiente experiencia y astucia política como para complejizar incluso esa lectura. Así busca enredar a sus adversarios en un mar de señales confusas, mientras avanza en su propio reagrupamiento de fuerzas. De allí que el mismo Aníbal Fernández que aparece como el hombre del diálogo, haya sido obligado a firmar el decreto de designación de Paglieri. Y nada menos que el hijo de Mazzón, Mauricio, sea quien continúa en el directorio de Papel Prensa.
¿Cuáles son los aníbales y mazzones reales, los que hablan de un tiempo nuevo con gobernadores y radicales; o los que firman y ejecutan las órdenes de Kirchner? ¿A quién creerle a Cristina cuando recibe a gobernadores, a Boudou cuando promete cambios en el Indec y un regreso a los mercados, a Randazzo y sus charlas con opositores? ¿O la realidad del gobierno es la continuidad de Moreno, la designación de Paglieri, la línea dura con el campo de Giorgi? Ese labertinto de señales contradictorias es en el que parece sentirse cómod el ex presidente.
Como sea, esta nueva embestida contra Clarín –que causó profunda preocupación en el grupo- se inició el martes por la noche, cuando Kirchner recibió en Olivos al titular de la AFA, Julio Grondona, para conversar sobre su idea de sacarle al grupo el monopolio del negocio del fútbol. No hace falta explicar el poder que eso representa.
Se trata de una decisión complicadísima desde lo legal y lo político, pero para un Kirchner derrotado, ya es un avance sumar un aliado inesperado como Grondona. Y eso es lo que no deja de sorprender. Como en su propio lógica, que le causa más daño que otra cosa; igual Kirchner logra mantener la iniciativa, frente a adversarios que no atinan a coordinar una respuesta eficaz.
Kirchner persigue y despide funcionarios albertistas; combate a Clarín, neutraliza conatos de rebelión interna de intendentes; da vuelta votaciones acordadas por los jefes de sus bloques como la apertura al debate del aumento de gas; refuerza a Moreno y condiciona a Boudou; levanta a Aníbal Fernández y después lo complejiza. Parece mucho para un hombre derrotado. Pero a no engañarse, no son más que las últimas maniobras de un político –con poder- en retirada, acaso uno de los animales más peligrosos que se pueda encontrar.

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