Considerado un cruzado de la ultraderecha católica, el Arzobispo de La Plata se recluyó en el silencio apenas el cónclave de cardenales del Vaticano eligió a su enemigo, Jorge Bergoglio, como el nuevo Santo Padre. El rencor de Héctor Aguer, un hombre del Opus Dei que pagó una fianza de un millón de pesos por la liberación del ex banquero, Francisco Trusso.
La Catedral de la ciudad de La Plata es ajena al frenesí que por estos días invade a muchos argentinos. Dentro de ese templo de ladrillos anaranjados que mira hacia la Municipalidad, Héctor Aguer, permanece recluido y mantiene el silencio.
La elección de Bergoglio como sumo pontífice no fue una buena noticia para el Arzobispo de La Plata, un cuadro de la ultraderecha católica, nombrado Gran Canciller de la Universidad Católica.
Aguer y Bergoglio no son antagónicos pero tienen concepciones distintas de la Iglesia. El primero logró formar un claro perfil intelecual que choca con el carisma del nuevo Santo Padre.
Una fuente cercana a la curia explica las diferencias en estricto off the record: “Bergoglio es un militante, un cuadro político que caminó las villas. Aguer, por el contrario, se resiste a que los curas hagan política”.
Desde el miércoles, mantiene un tenso silencio. Sus escritos no aparecieron en su medio de cabecera: El diario El Día, de la ciudad de La Plata. Según trascendió, su ausencia llamó la atención incluso a los propios directores y jefes de sección del diario de Raúl Kraiselburd.
La tarde del miércoles 14, Aguer no ordenó hacer sonar las campanas de la Catedral cuando gran parte del mundo festejaba la salida del Papa Francisco por el balcón del Vaticano que mira a la plaza de San Pedro.
Uno de sus adversarios había sido elegido como Sumo Pontífice y el Arzobispo de La Plata veía terminar allí su ascenso dentro de la estructura eclesiástica.
Como habitualmente lo hacer, el último domingo Aguer estuvo al frente de la misa. La fría y oscura Catedral con capacidad para 600 personas quedó desbordadas por los fieles que se habían acercado tras la noticia de contar con un Papa argentino.
Aguer, en su sermón relativizó la elección de Bergoglio. Planteó que no era necesario hacer de ese hecho una “cuestión futbolística”. Pidió restarle ese tipo de trascendencia y auguró por fortalecer la noticia a partir de una cuestión religiosa.
Una carrera a la sombra de Bergoglio
A lo largo de su carrera, Aguer sufrió a Bergoglio como un obstáculo. En 1992 Juan Pablo II lo designó obispo auxiliar de Buenos Aires. Quien lo ordenó en el cargo fue el entonces cardenal primado Antonio Quarracino. Por entonces Aguer aspiraba a sucederlo pero su ambición chocó con la designación del ahora Papa Francisco.
Seis años más tarde recaló como adjutor de La Plata y en el 2000 se convirtió en arzobispo. Sus estrechos contactos con Esteban “Cacho” Caselli, embajador en el Vaticano durante el menemismo, se renovaron con sus vínculos en la Santa Sede.
Gracias a la bendición de Caselli, fue nombrado Capellán Conventual de la Soberana Orden Militar de Malta y Gran Canciller de la Universidad Católica de La Plata.
“Siempre existió una cuestión de celos con Bergoglio, incluso de celos mediáticos. Cuando el Papa escribía sus columnas en el diario La Nación aparecían comentarios irónicos”, explicaron a LPO fuentes de la Iglesia.
El garante de Trusso
En la capital provincial todo el arco político recuerda cuando en 2003 pagó un millón de pesos para garantizar la libertad de Francisco Trusso, condenado a ocho años de prisión por estafar a 21 mil ahorristas del ex Banco de Crédito Provincial.
Luego de estar prófugo durante varios años, Trusso fue detenido en Miramar recién a mediados de 2001. El ex banquero fue condenado a ocho años de prisión por maniobras fraudulentas, pero en 2003 fue excarcelado por la Cámara Penal de La Plata previa garantía de una fianza de un millón de pesos. Quien pagó la fianza en persona fue Aguer. (La Política OnLine).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario