lunes, marzo 10, 2014

Salud, divino tesoro. Por Lic. Amalia I. Pastén.

En algún momento de su vida se puso a pensar de la salud tanto física como psíquica, espiritual e intelectual?
Se ha dado cuenta que sin salud no podemos hacer nada? Ni trabajar, ni disfrutar, ni ayudar, en una palabra, sólo podemos dar más trabajo a las personas que queremos.
Se ha puesto a sacar cuentas de la cantidad de dinero que se gasta en salud? Cuando es más fácil y barato prevenir.
Dicen los que saben que no hay enfermedades sino enfermos.
Muchas enfermedades aparecen porque no le damos importancias a los primeros síntomas y porque nos automedicamos según nos dicen los vecinos, los parientes; jamás un profesional y cuando llegamos a él ya es tarde y ahí comienza la hecatombe y el ¿Porqué a mi? 
Otro temas son los accidentes domésticos por ejemplo las quemaduras, poner las ollas en las hornallas de atrás, no tapar los enchufes cuando hay niños, desenchufar los artefactos eléctricos cuando no se usan, no abrir la heladeras y otros elementos eléctricos descalzos o con humedad en el cuerpo, cerrar las llaves de gas en su mayoría son evitables y simples de hacer sólo hace falta que lo tomemos como costumbre, a sabienda que evitamos perjuicios mayores.
Los accidentes callejeros se producen porque nadie ni peatones ni automovilistas respetan las indicaciones y las leyes de tránsito... cruzamos sin mirar y por cualquier parte. Estamos apurados para  llegar antes a no se donde, debiéramos todos bajar nuestra dosis de locura y apuros.
Otro factor enfermante es  esta costumbre de quejarnos por todo, de ver todo  mal, de no saber valorar el simple y grandioso hecho de estar vivos; pero no somos capaces de presentar otro plan, ni siquiera se pide que sea mejor simplemente otro plan, otro camino otra forma para mejorar lo presente
La envidia, la falta de pequeños y/o grandes proyectos en el corto o largo plazo.
Tales como   salir a caminar, a disfrutar de la naturaleza, hacer algún curso postergado anteriormente por la falta de tiempo, por la crianza de los hijos, el trabajo.
Mirarse hacia adentro sabiendo que la solución a todos y cada uno de los problemas de salud tiene la solución dentro de uno mismo.
Los médicos y los medicamentos por si solos, sin nuestra decisión de curarnos no pueden hacer milagros.
Debemos comenzar cada día agradeciendo al ser superior cada nuevo amanecer, nuestro descanso y  todo lo que tenemos e incluso lo que pedimos y aun no tenemos.
El agradecimiento es el elixir de los dioses, es la actitud humana más edificante.
Los libros de autoayuda y sanación no sanan a nadie, lo que si hacen en tiempo y forma es despertar la capacidad de contribuir  al proceso curativo.
Para sanar debemos equilibrar cuerpo, mente y espíritu. Necesitamos cuidar lo que comemos, lo que pensamos, lo que decimos y tener una actitud mental positiva hacia nosotros mismos y hacia la vida.
Debemos aceptar que nunca es tarde para comenzar este proceso,  también es bueno saber que este conlleva paciencia, ganas de cambiar actitudes negativa impresas a fuego en nosotros, tiempo... tiempo... tiempo... nada es de un día para el otro.
Recordar que en la vida se «cosecha lo que se siembra».
Es hora de comenzar, hoy es un buen día.

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