PILAR, Abril 03, (PUNTO CERO-Pilar de Todos) Un padre asegura que su niño de tres años fue dejado en una camilla del hospital de Pilar durante 4 días sin atención. Una infección en la garganta le atacó el cerebro y el pequeño, que salvó milagrosamente su vida, no puede caminar.
Carlos Zárate intenta no quebrarse. Parece firme, pero no. Entre tanta bronca estalla y se deja ver vulnerable, triste, indignado y hasta dispuesto a no perdonar. Lo único que lo mantiene es el milagro. El milagro de Rodrigo, su niño de tres años, que hace un año y medio se burló de la muerte y, cuando ya los médicos le habían dicho que no había posibilidades de salvarlo, abrió los ojos y se aferró a la vida. Aquella vida que, incomprensiblemente, algunos estuvieron a punto de arrebatarle.Según relata Carlos, con la voz entrecortada, Rodrigo ingresó a la guardia del hospital Sanguinetti el 4 de junio de 2004. Tenía un fuerte dolor en la garganta. Era sábado y lo hicieron esperar en una camilla.«Ya viene alguien, un neurólogo, hay que esperar», le dijeron a Carlos. Y la espera duró cuatro eternos días, tiempo en el que Rodrigo, sedado según Carlos, continuó tendido en la camilla de la urgencia del hospital. La infección en la garganta se agravó, por un herpes, y le afectó el cerebro. Ni siquiera habría recibido antibióticos.«Mi hijito entró caminando de la mano de la mamá al hospital y salió casi muerto, trasladado de urgencia a La Plata», recuerda con dolor Carlos mientras se lleva las manos al rostro e intenta tapar sus ojos de algo que igual sigue viendo. Porque está en su cabeza. «Si todavía me acuerdo cuando los médicos del hospital de Niños de La Plata me dijeron que ya no había posibilidades de salvarlo y nos llevaron a una piecita para esperar que muriera. Habíamos acordado incluso donar los órganos», llora Carlos.Pero Rodrigo se negó a abandonar a sus padres y luchó. Siguió respirando, con dificultad, pero no dejó de pelear. Hasta que dos días después abrió los ojos. Nadie lo creyó y minutos más tarde lo hizo de nuevo e incluso sonrió. Los médicos comenzaron a alimentarlo con una sonda y nadie lo duda. Había ocurrido un milagro.Pero Carlos sabe que la lucha de su hijo aún está inconclusa. Porque, pese a que de a poco recuperó la movilidad en parte de su cuerpito, no puede caminar y a los tres años no habla. Ahora quiere que los culpables de lo que le ocurrió a su hijo paguen, y está dispuesto a llevarlos a la justicia.«Mi hijo quedó inválido porque no fue atendido a tiempo. Alguien tiene que pagar», explota.
Inhumanos«Después de los tres meses que mi hijo permaneció internado en el hospital de La Plata y que ya lo pude llevar a casa empecé a preocuparme respecto a qué había pasado en Pilar. Me enteré que si lo hubieran atendido a tiempo se habría salvado y nada de esto hubiera pasado. No puedo creer como es que varios médicos pasaban por al lado de él y nadie lo atendía», se indigna Carlos y cierra con fuerza los puños.Le decían, todo el tiempo, que tenía que venir la neuróloga. Pero la doctora no llegaba. Hasta que al cuarto día de espera, y luego de una veintena de convulsiones que sufrió el pequeño, Carlos estalló en un ataque de nervios, veía como su hijito perdía movilidad y empeoraba y nadie hacía nada. Ya era martes.«En el ataque de nervios que tuve me lo quise llevar a otro lado, pero me dijeron que no había orden de traslado. Me agarró una médica que era neuróloga y me preguntó qué pasaba, le conté y me dijo que nadie le había dicho nada. Ella ya había estado trabajando el lunes y lo podría haber atendido antes», se desgarra Carlos. Además, asegura que a su hijo no le suministraron ningún medicamento y sólo un sedante «para que no moleste».Según explicaron las autoridades sanitarias en su momento, el problema fue que el centro asistencial estaba desorganizado porque se estaba implementando la descentralización hospitalaria, lo que, según Carlos, generó malestar entre los profesionales.«Por esos días se iban a ir a Del Viso o Derqui y estaban molestos. Por eso no atendían bien a la gente y mi hijo pagó la peor parte», dispara.El que en ese entonces fuera responsable del hospital, el ahora subsecretario de gobierno Hugo Trabadelo, justificó lo ocurrido al argumentar que no había camas disponibles. Jamás explicaron porqué el pequeño no fue atendido o, en todo caso, trasladado a otro centro asistencial. Carlos inició acciones penales contra la comuna, una medida que intentó no llevar a cabo pero que finalmente tuvo que tomar.«Esperé un año y medio para hacerles juicio, porque esperaba que el intendente Humberto Zúccaro me atendiera, diera la cara, respondiera los siete pedidos de audiencia que hice. Pero no me quiere recibir, me discrimina por haber pertenecido al ejército y porque no sabe qué decirme. Pero ahora me va a tener que ver en la justicia», desafía Carlos, mientras pierde la mirada en el vacío, quizá recordando cómo era ese Rodrigo de hace poco más de un año y medio, que caminaba, comenzaba a hablar y hasta jugaba al fútbol.Vuelve a la realidad, fija la mirada en los papeles, cartas y recortes de diario y, otra vez en medio de lágrimas, asegura: «Lo tengo que hacer para que no le pase a nadie lo mismo que le pasó a Rodrigo».Otra burlaEl Municipio le reclama 2 mil pesos al papá de RodrigoComo si tanto golpe bajo no alcanzara, el municipio, en andas de la peor de las burocracias, le solicitó a Carlos Zárate que demuestre en qué gastó los dos mil pesos que el gobierno le entregó a modo de subsidio a principios de 2005.El dinero, asegura el papá de Rodrigo, fue usado en alimentos, pañales, medicamentos y elementos de ejercitación para la rehabilitación del pequeño, pero no tiene los comprobantes.«Un día me llamaron y me dijeron que me iban a dar un subsidio, en el mismo tiempo que yo les pedía ayuda para refaccionar mi casa en la que Rodrigo tiene que hacer el tratamiento. El presupuesto para los trabajos era de 13 mil pesos, pero me dieron 2 mil. No pensé que era para la casa porque no alcanzaba para nada. Pero me mandaron como cinco cartas en las que me reclaman los comprobantes de los gastos que hice, y nadie me dijo que tenía que guardar las facturas», se indigna Carlos y añade: «Se burlan de mí, me tratan como si me estuviesen haciendo un favor cuando yo estoy pasando por todo esto y mi hijo también por culpa de ellos. Les pedí un plan de pagos para devolverles la plata, porque me cansé de tanta hipocresía, pero nunca los voy a perdonar y confío en la justicia», se esperanzó. (PUNTO CERO-Pilar de Todos).
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