ALMIRANTE BROWN, Diciembre 09, (PUNTO CERO-Inforegión) A horas de asumir la intendencia de Brown, Darío Giustozzi ratificó el papel preponderante que tendrá el Sindicato de empleados municipales en el nuevo Ejecutivo. El actual secretario del gremio, Daniel Bolettieri, quedará a cargo de la secretaría de Obras Públicas.
Pocas horas antes de asumir como intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi terminó de delinear con dificultades su equipo de gobierno, que quedó integrado en parte por algunos funcionarios que se quedaron sin trabajo en La Plata –aunque menos de los que él mismo preveía-, y controlado en sus áreas clave por el Sindicato de Trabajadores Municipales, que se apoderó de las principales secretarías del Gabinete, y que, sobre todo, comenzó a operar como el verdadero poder en las sombras.
Con la ocupación por parte del Secretario General de los municipales, Daniel Bolettieri, de la secretaría de Obras Públicas y Servicios Públicos, que ahora concentró también el presupuesto y las funciones de la Secretaría de Planeamiento, y con su antecesor, José “Gallego” Fernández encaramado en la Secretaría General, el gremio se consolidó como el grupo que maneja la principal cuota de poder dentro de la nueva estructura de gobierno, sin contar la fuerza natural que tiene una organización sindical monopólica dentro de una administración pública.
“El jueves dos mujeres del Sindicato fueron las que presentaron ante los empleados a la nueva Secretaria de Hacienda, lo que muestra hasta qué punto tomaron control del gobierno”, rezongó ante Info Región un dirigente peronista, molesto además por el origen radical de los principales dirigentes gremiales, una señal de la sorpresa que causó el protagonismo de ese sector, tanto como la relevancia que cobró el concejal electo Mario Fuentes, otro afiliado radical que se proyectará hacia adentro del Ejecutivo.
La preocupación mayor dentro de sectores tradicionalmente enfrentados con el Sindicato es que esa posición de privilegio dentro de la nueva administración abra las puertas al viejo proyecto de los municipales para municipalizar servicios esenciales, como el mantenimiento del alumbrado público o la recolección de residuos, con la consiguiente incorporación de mano de obra dentro de la estructura municipal.
Más allá de las deficiencias en la prestación de servicios propias de una gestión desgastada, el villaverdismo deja un municipio con un inusual superávit fiscal –cercano a los 30 millones de pesos-, en buena medida por el cuidado de ha tenido históricamente en no engordar sin sentido la planta de empleados permanentes. De hecho, a la inversa, la planta permanente se redujo de 1500 a poco más de 1000 durante los últimos años.
Ese equilibrio, inédito en el resto del conurbano, es el que puede poner en riesgo el Sindicato al conseguir virtualmente el control político del municipio de un modo como hasta ahora nunca había obtenido.
En esta sociedad con el gremio, Giustozzi retuvo para sí apenas la Secretaría Legal y Técnica, que ocupará su amigo personal, el ex cavallista Franco Caviglia, y la Secretaría de Desarrollo Social, dond e recalará Ana Geneiro, también de su confianza.
Incluso los cargos clave dentro del Concejo Deliberante, como la presidencia del cuerpo, debió cederla a un aliado, Mariano San Pedro, cuyo peso político no es delegado sino propio, producto de haberle garantizado a Giustozzi la lista del Partido de la Victoria, cuya creación es iniciativa del senador Aldo San Pedro, padre del concejal.
Otro tanto ocurre con dirigentes que han logrado un desarrollo propio y pueden exhibir historia política dentro del distrito, como el ex secretario de Gobierno de Villaverde, Jorge Herrero Pons, que volverá a ocupar el mismo cargo, o incluso con la continuidad de algunos personajes clave del villaverdismo, como el contador Carlos Marí, que seguirá en el puesto.
Todos funcionarios que podrán aportarle al nuevo jefe comunal el conocimiento de una realidad política e institucional que él aún no termina de aprehender como consecuencia de su desembarco reciente en la política distrital.
“Darío necesitaba al Sindicato durante la campaña y asumió compromisos que ahora está obligado a cumplir, aún cuando no esté demasiado convencido de eso”, explicó a Info Región un futuro integrante de su equipo, para explicar en alguna medida cierta resignación del Intendente electo ante el estrecho margen de maniobra que le otorga el cumplimiento de esos compromisos.
Pocas horas antes de asumir como intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi terminó de delinear con dificultades su equipo de gobierno, que quedó integrado en parte por algunos funcionarios que se quedaron sin trabajo en La Plata –aunque menos de los que él mismo preveía-, y controlado en sus áreas clave por el Sindicato de Trabajadores Municipales, que se apoderó de las principales secretarías del Gabinete, y que, sobre todo, comenzó a operar como el verdadero poder en las sombras.
Con la ocupación por parte del Secretario General de los municipales, Daniel Bolettieri, de la secretaría de Obras Públicas y Servicios Públicos, que ahora concentró también el presupuesto y las funciones de la Secretaría de Planeamiento, y con su antecesor, José “Gallego” Fernández encaramado en la Secretaría General, el gremio se consolidó como el grupo que maneja la principal cuota de poder dentro de la nueva estructura de gobierno, sin contar la fuerza natural que tiene una organización sindical monopólica dentro de una administración pública.
“El jueves dos mujeres del Sindicato fueron las que presentaron ante los empleados a la nueva Secretaria de Hacienda, lo que muestra hasta qué punto tomaron control del gobierno”, rezongó ante Info Región un dirigente peronista, molesto además por el origen radical de los principales dirigentes gremiales, una señal de la sorpresa que causó el protagonismo de ese sector, tanto como la relevancia que cobró el concejal electo Mario Fuentes, otro afiliado radical que se proyectará hacia adentro del Ejecutivo.
La preocupación mayor dentro de sectores tradicionalmente enfrentados con el Sindicato es que esa posición de privilegio dentro de la nueva administración abra las puertas al viejo proyecto de los municipales para municipalizar servicios esenciales, como el mantenimiento del alumbrado público o la recolección de residuos, con la consiguiente incorporación de mano de obra dentro de la estructura municipal.
Más allá de las deficiencias en la prestación de servicios propias de una gestión desgastada, el villaverdismo deja un municipio con un inusual superávit fiscal –cercano a los 30 millones de pesos-, en buena medida por el cuidado de ha tenido históricamente en no engordar sin sentido la planta de empleados permanentes. De hecho, a la inversa, la planta permanente se redujo de 1500 a poco más de 1000 durante los últimos años.
Ese equilibrio, inédito en el resto del conurbano, es el que puede poner en riesgo el Sindicato al conseguir virtualmente el control político del municipio de un modo como hasta ahora nunca había obtenido.
En esta sociedad con el gremio, Giustozzi retuvo para sí apenas la Secretaría Legal y Técnica, que ocupará su amigo personal, el ex cavallista Franco Caviglia, y la Secretaría de Desarrollo Social, dond e recalará Ana Geneiro, también de su confianza.
Incluso los cargos clave dentro del Concejo Deliberante, como la presidencia del cuerpo, debió cederla a un aliado, Mariano San Pedro, cuyo peso político no es delegado sino propio, producto de haberle garantizado a Giustozzi la lista del Partido de la Victoria, cuya creación es iniciativa del senador Aldo San Pedro, padre del concejal.
Otro tanto ocurre con dirigentes que han logrado un desarrollo propio y pueden exhibir historia política dentro del distrito, como el ex secretario de Gobierno de Villaverde, Jorge Herrero Pons, que volverá a ocupar el mismo cargo, o incluso con la continuidad de algunos personajes clave del villaverdismo, como el contador Carlos Marí, que seguirá en el puesto.
Todos funcionarios que podrán aportarle al nuevo jefe comunal el conocimiento de una realidad política e institucional que él aún no termina de aprehender como consecuencia de su desembarco reciente en la política distrital.
“Darío necesitaba al Sindicato durante la campaña y asumió compromisos que ahora está obligado a cumplir, aún cuando no esté demasiado convencido de eso”, explicó a Info Región un futuro integrante de su equipo, para explicar en alguna medida cierta resignación del Intendente electo ante el estrecho margen de maniobra que le otorga el cumplimiento de esos compromisos.
En cualquier caso, lo importante para el vecino de Brown no es tanto el tamaño del espacio que se reservó para sí el nuevo intendente, sino cómo resultará esta novedosa experiencia de virtual autogestión del municipio por parte de sus trabajadores a través del gremio que los representa. De la seriedad, responsabilidad y capacidad de los jefes sindicales para gestionar la administración pública dependerá, en definitiva, la suerte del proceso que se inicia el martes. (PUNTO CERO-Inforegión).
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