LUJAN, Diciembre 09, (PUNTO CERO-El Civismo) En un diálogo distendido con EL CIVISMO, el intendente saliente Miguel Ángel Prince realiza un balance de 12 años de gestión. Habló de aciertos y de acciones de gobierno que considera inconclusas.
Al analizar la derrota, fue autocrítico: “Uno de los pecados capitales es la soberbia”, dijo. Y explicó por qué cree que se equivocó en la campaña.
- Se aleja del gobierno después de 12 años ininterrumpidos. ¿Cuáles son los primeros trazos que realiza al analizarlo?
- En estos años realizamos una experiencia interesante. Para mí, de lo más atractiva, enriquecedora. Siempre se trabajó sobre la base filosófica de ser representativos, expresar los intereses de la gente y con un ejercicio de participación permanente. Además de la representación de origen, se revalidaban títulos todos los días, en el intercambio con el pueblo.
Queda la sensación, la convicción de haber transitado 12 años en los que viví algo enriquecedor. Desde lo genérico, por mencionar tres o cuatro resultados, uno es dejar instalado en la memoria colectiva la posibilidad de poder concertar políticas de Estado. Llevamos adelante un gobierno de concertación con un criterio de planificación estratégica, con un proceso trabajoso, fatigoso como fue la reforma del Plan Regulador, un código que está en etapa de homologación en La Plata. Quedan firmes principios fundamentales para Luján, que no quiere ser Conurbano y tiene reglas estrictas para las urbanizaciones de la ciudad o para desarrollos específicos.
También dejamos una herramienta consolidada, que se pueden y deben mejorar, como la Agencia de Desarrollo Local, espacio para la planificación para toda la actividad económica y productiva, obviamente ligada a un proyecto educativo. Ahí quedan marcadas las líneas convenientes para Luján: turismo, servicio, lo textil, el sector metal-mecánico, agroalimentos y todavía un importante sector agropecuario.
- ¿Cree que eso trascenderá su gestión?
- Sí, pero me parece que se trata de valores definitivamente admitidos o asumidos por la comunidad, de ideas fuerza. Pienso que esto debería ser valorado porque en estos 12 años pasamos dos crisis serias que, con virtudes y defectos, pensamos que piloteamos o logramos conducir con participación y transparencia. Recordemos que en algún momento Luján tuvo cerca de 7.000 planes de empleo. Era un verdadero incendio que asumimos con compromiso, participación y organización.
A esto habría que sumar obras públicas como nunca, acciones de carácter cultural y deportivo como nunca. Creo que queda una marca de nuestra gestión. Humildemente, marcamos una etapa histórica importante en Luján.
- En ese balance, ¿qué pone del otro lado? ¿Cuáles fueron los pasos en falso de su gestión?
- Nos hubiera gustado avanzar más en el plan de Desarrollo Turístico. Dimos grandes pasos con la restauración de la zona histórico-basilical, de la Basílica y una intervención urbanística en sectores que hacía 70 años que no se hacía nada. Me hubiese gustado avanzar mucho más en la recuperación del río y en inversión del sector privado, que es el que después explota los sitios concesionados.
También hicimos algo por la limpieza, pero faltó eso en la calle. Cuando hicimos encuestas de satisfacción no daba valores bajos. Otra cuestión pendiente es la señalización, en especial de las calles y la creación de espacios para la publicidad en la vía pública. Ante la no regulación o no ofrecer espacios adecuados, hubo diferentes actitudes, muchas incoherentes. Los que se rasgan las vestiduras tratando de ser prohibitivos con la colocación de afiches o de pasacalles, son los que más uso hacen. Concejales de la oposición querían prohibir absolutamente cualquier publicidad y después colgaron bandeloras gigantes de las preciosas palmeras de Humberto. Más allá de las incoherencias, el error proviene del Estado.
- Cree que esas fueron falencias “centrales”.
- No avanzamos en los espacios públicos o lo hicimos, pero muy poco. Tuvimos intervenciones importantes, pero espasmódicas, sin continuidad, en los espacios verdes. Era una etapa que venía ahora: el Parque San Martín. Íbamos a intervenir sin que perdiera sus características más agrestes, con partidas de presupuesto para más iluminación, sendas aeróbicas y algún sanitario. Me acuerdo de mi vieja que insistía para cerrarlo y evitar su deterioro. Pusimos luces, algo de mobiliario. Y generar algo que todavía repica en la gente, como lo logrado en Antigua Estación Basílica.
- Ya que mencionó el Parque San Martín, ¿me equivoco si digo que el gobierno volvió a ceder parte de ese espacio al Club de Tenis pero a regañadientes?
- Por 20 años. Lo que sí se nota y has percibido es un cambio de actitud en el tratamiento de este tema. Se le han puesto condiciones e insistimos en pedir que empiecen a dar señales de relocalización. Porque inicialmente, pro hombres de Luján juntaron dinero para comprar ese espacio con la condición de que sea parque público. Pero finalmente es un club privado, con actitud de apertura, con una comisión que es muy buena gente, pero que no deja de ser un club privado instalado en un parque público. Ha habido en distintas concesiones que hacen al intercambio del club con la comunidad pero desde el Estado, asumo la cuota parte de responsabilidad, tampoco se les ha exigido.
Esporádicamente tuvimos iniciativas que no prosperaron en el Concejo Deliberante. Uno de los temas que fijé hace dos años, cuando empecé a hablar de la Agenda Pública, era la regulación de la publicidad. Porque a partir de esto podés multar. Es vergonzoso, y lo asumo, que en grandes sectores de Luján no sabés por dónde estás circulando. Pero convengamos que desde la oposición no hubo receptividad para algunos proyectos que solucionaban temas.
Por supuesto, me hubiese gustado lograr mayor participación del sector privado con figuras de participación protagónica del Estado, se llame “de Economía Mixta”, como en la sociedad anónima de participación mayoritaria del Estado, o un organismo descentralizado. Algo que le diera al Estado dinámica en la oferta, en el negocio económico que significa la explotación del sector turístico. El concesionamiento a través de licitación pública le asigna al Estado un rol pasivo, muy acorsetado (sic). Entregar por 20 o 25 años una propiedad... Cambia el país, el rubro y no pasa nada. La historia de Luján dice que al concesionario le va bien y no participa al Estado. Le va mal por una inundación o por hiperinflación y golpean la puerta del secretario de Economía para que no le cobren el canon. Con participación hegemónica del Estado se podría cambiar. Es algo que se aplica en muchos países. Lo vi en ciudades como Barcelona o en Cataluña. Hacen buenos negocios los empresarios y el Estado también, porque se capitaliza.
- ¿Usted cree que la gente hace esta lectura o, directamente, piensa que en la explotación turística hay “intocables”, gente cercana al gobierno y que por eso no se avanzó?
- Nosotros hicimos una propuesta para actualizar el tema de las concesiones. Pero además, la familia Silva fue concesionaria de la terminal y está ligada a la Unión Vecinal. Si se trata de amigos del poder, uno de los que después fue socio de Silva y subcontrató es el ex conjugue de Isabel Otero, es Colucci. Salvo que sea hipócrita, su postura pública tiene poco que ver con mi gobierno. Por el contrario, fuimos inflexibles, hicimos juicio por falta de pago de cánones y por desalojo. Con este muchacho tenemos una pésima relación. Es un infractor permanente en la Clínica Güemes, porque tiene una cafetería y siempre hay coches estacionados en la vereda. Tiene un promedio de siete multas por mes, viene, se ríe y las paga. Hay gente de la que uno no sabe qué pensar; si son, si se hacen, si son 50 por ciento hijo de puta o 50 por ciento tontos. Le decías que es una inmoralidad que hagan usufructo de un patrimonio como la Terminal y se quedan igual, y que le hagamos juicio, o no te pagan. Más allá de que está en un estado de derecho, porque como deudor tiene una legislación para ampararse. Desde la ética, obliga al Estado a que le haga juicio.
- ¿Qué pasó con su gestión y Jáuregui, que no lo respaldó como en otras elecciones? ¿Fue por la falta de respuesta ante la contaminación?
- Nos fue mal en general. No tengo un análisis detallado o de espacio por espacio. A mí me da la impresión de que no hay vinculación con ese tema. Si el “impacto Curtarsa” tuviera una lectura electoral, Regina Palomar debió ser concejal hace 8 años. Fue la primera vez en su historia que el radicalismo no metió concejales y ella encabezaba la lista. No creo que eso tenga que ver. Me parece, pero no lo sé.
A nosotros nos fue mal, en general, en todos lados. Ganamos por 19 votos en Olivera, donde tuvimos presencia permanente, un buen delegado, el Consejo de la Comunidad funciona bien. Estamos con pavimento en algunas calles, anda bien la sociedad de fomento, articulamos bien con educación, recuperamos la estación. Nos fue mal en Torres, donde también andamos bien con el Club Social, con el Centro de Jubilados.
- En Torres tampoco le fue bien a Graciela Rosso.
- Fue una elección muy rara, atípica. En mi opinión, en Torres no ganó Melo. Ganó Oscar Luciani porque hay un impacto importante en lo educativo. Ahí hay una escuela media, con una directora muy activa, con muchos programas y apertura a la comunidad. Hay bachillerato de adultos. Y en esa escuela fue docente Luciani, tuvo muy buena relación con los alumnos. Fue algo que me llamó la atención, pero me habían dicho que Luciani tenía mucha inserción con los jóvenes.
- Hoy, ¿su análisis de la derrota difiere de lo que expresó el 29 de octubre?
- Creo que esa noche no dije lo que te voy a decir ahora. Nosotros, en función de encuestas y de lo que recibíamos en la calle, sentíamos que ganábamos bien, sin necesidad de pasacalles. Me decían “Si no sos vos, ¿quién?”, “Quedate tranquilo”. Nos hablaban de las obras, de cosas bien hechas. Yo creí conveniente, por primera vez, no hacer campaña. O en todo caso que la mejor campaña eran las realizaciones de todos estos años. Honestamente, no trabajé con el estilo de otras campañas.
Un mes y medio antes, gestioné desde la Municipalidad e igual o más tiempo iba al local partidario, a reuniones en los barrios, en carácter político o como candidato. Se charló mucho con los dirigentes, se habló del mensaje a difundir. Pero sin la intensidad de otras ocasiones. Hubo encuentros muy concurridos, pero ni lejos con la intensidad de otras campañas. Me dediqué a fortalecer la gestión.
Todo eso porque estábamos bien. Uno de los siete pecados capitales: la soberbia. Estábamos bien, agrandados, tranquilos. Minimizamos la campaña política y priorizamos mucha gestión.
Segundo elemento: marcar y poner mucho esfuerzo en lo cultural. Hicimos grandes eventos. Lo de Dalí, la Sinfónica, Dolina vino dos veces en menos de un año, la Camerana, Bandas Militares, exposiciones importantes en Bellas Artes, mucho laburo con educación, con la Escuela de Hipoacúsicos, talleres. Queríamos posicionar a Luján como un polo de atracción cultural. Y también obra pública importante, como la plaza Belgrano.
- La gente necesitaba otra cosa.
- Ya voy a eso. Como tercera decisión, énfasis en algo que creo un salto cualitativo en la relación con la comunidad. Es una crítica que me marcaron: cómo relacionarse con la comunidad. Yo entiendo que la gente tiene que organizarse, tiene que presentar proyectos, comprometerse. Y en este caso, capacitamos dirigentes, trajimos proyectos que aportaban subsidios. Y el Concejo nos sacó una partida para dar el primer paso hacia el presupuesto participativo.
Creía y creo que eso es superador a la relación desordenada, a esos pedidos de subsidios entregados por pedidos, sin saber si generarán más recursos. La idea de proyecto sustentable. Sigo convencido de que ese era el camino.
El día de mi cumpleaños vino Felipe (Solá) y le conté esto. Los ejes de la previa a la elección. Le conté esto de seguir gestionando. Me respondió que estaba bien. Le conté del trabajo en cultura. Me dijo que estaba bien. Y le conté de la organización de la comunidad. Me dijo que no estaba mal. Vos te anticipabas: ¿en qué carajo fallamos entonces? Evidentemente debimos hacer otra cosa, o hubo cosas tan o más importantes que no hicimos y resultaron gravosas o de alto impacto para las opciones electorales. Hablamos con Felipe que estaba bien lo hecho, pero que la gente me demanda a mí otra cosa, más el mano a mano. Y que está bien privilegiar la relación con la comunidad a través de las organizaciones, pero es cierto que muchas entidades no son democráticas. Vos te relacionás con el dirigente pero no te relacionás a través de él con el resto de la gente.
A lo mejor debí poner ese plus de salir a recorrer el barrio en términos electorales. Pero la gente me conoce. Y no puedo salir desesperadamente a tocar timbre casa por casa. Si en alguna medida alguien me reprochaba eso, exactamente eso no tendría que haber hecho.
- Usted tiene un indiscutido carisma, pero la gente que encabezó su lista de candidatos no es carismática y tal vez está mucho más expuesta al desgaste de la gestión. ¿Lo suma como un ingrediente de la derrota?
- No pensé la lista como apuntando a una interna. Es cierto que la pensamos con gente de experiencia. Si el reclamo de la gente era cambio, no era el menú o la oferta que estaban esperando. Busqué gente con experiencia en el Concejo, con garra, Mingo (Faro), Bepi (Vanin), Nora (Chacón) tiene prestigio. Pochi Esposatto es muy querido y tiene gran participación en las entidades de Jáuregui. No pudo estar pero Pablo Lugones también es muy querido en Olivera, una persona muy valiosa. Él y su esposa son gente muy interesante.
Segunda parte
Al analizar la derrota, fue autocrítico: “Uno de los pecados capitales es la soberbia”, dijo. Y explicó por qué cree que se equivocó en la campaña.
- Se aleja del gobierno después de 12 años ininterrumpidos. ¿Cuáles son los primeros trazos que realiza al analizarlo?
- En estos años realizamos una experiencia interesante. Para mí, de lo más atractiva, enriquecedora. Siempre se trabajó sobre la base filosófica de ser representativos, expresar los intereses de la gente y con un ejercicio de participación permanente. Además de la representación de origen, se revalidaban títulos todos los días, en el intercambio con el pueblo.
Queda la sensación, la convicción de haber transitado 12 años en los que viví algo enriquecedor. Desde lo genérico, por mencionar tres o cuatro resultados, uno es dejar instalado en la memoria colectiva la posibilidad de poder concertar políticas de Estado. Llevamos adelante un gobierno de concertación con un criterio de planificación estratégica, con un proceso trabajoso, fatigoso como fue la reforma del Plan Regulador, un código que está en etapa de homologación en La Plata. Quedan firmes principios fundamentales para Luján, que no quiere ser Conurbano y tiene reglas estrictas para las urbanizaciones de la ciudad o para desarrollos específicos.
También dejamos una herramienta consolidada, que se pueden y deben mejorar, como la Agencia de Desarrollo Local, espacio para la planificación para toda la actividad económica y productiva, obviamente ligada a un proyecto educativo. Ahí quedan marcadas las líneas convenientes para Luján: turismo, servicio, lo textil, el sector metal-mecánico, agroalimentos y todavía un importante sector agropecuario.
- ¿Cree que eso trascenderá su gestión?
- Sí, pero me parece que se trata de valores definitivamente admitidos o asumidos por la comunidad, de ideas fuerza. Pienso que esto debería ser valorado porque en estos 12 años pasamos dos crisis serias que, con virtudes y defectos, pensamos que piloteamos o logramos conducir con participación y transparencia. Recordemos que en algún momento Luján tuvo cerca de 7.000 planes de empleo. Era un verdadero incendio que asumimos con compromiso, participación y organización.
A esto habría que sumar obras públicas como nunca, acciones de carácter cultural y deportivo como nunca. Creo que queda una marca de nuestra gestión. Humildemente, marcamos una etapa histórica importante en Luján.
- En ese balance, ¿qué pone del otro lado? ¿Cuáles fueron los pasos en falso de su gestión?
- Nos hubiera gustado avanzar más en el plan de Desarrollo Turístico. Dimos grandes pasos con la restauración de la zona histórico-basilical, de la Basílica y una intervención urbanística en sectores que hacía 70 años que no se hacía nada. Me hubiese gustado avanzar mucho más en la recuperación del río y en inversión del sector privado, que es el que después explota los sitios concesionados.
También hicimos algo por la limpieza, pero faltó eso en la calle. Cuando hicimos encuestas de satisfacción no daba valores bajos. Otra cuestión pendiente es la señalización, en especial de las calles y la creación de espacios para la publicidad en la vía pública. Ante la no regulación o no ofrecer espacios adecuados, hubo diferentes actitudes, muchas incoherentes. Los que se rasgan las vestiduras tratando de ser prohibitivos con la colocación de afiches o de pasacalles, son los que más uso hacen. Concejales de la oposición querían prohibir absolutamente cualquier publicidad y después colgaron bandeloras gigantes de las preciosas palmeras de Humberto. Más allá de las incoherencias, el error proviene del Estado.
- Cree que esas fueron falencias “centrales”.
- No avanzamos en los espacios públicos o lo hicimos, pero muy poco. Tuvimos intervenciones importantes, pero espasmódicas, sin continuidad, en los espacios verdes. Era una etapa que venía ahora: el Parque San Martín. Íbamos a intervenir sin que perdiera sus características más agrestes, con partidas de presupuesto para más iluminación, sendas aeróbicas y algún sanitario. Me acuerdo de mi vieja que insistía para cerrarlo y evitar su deterioro. Pusimos luces, algo de mobiliario. Y generar algo que todavía repica en la gente, como lo logrado en Antigua Estación Basílica.
- Ya que mencionó el Parque San Martín, ¿me equivoco si digo que el gobierno volvió a ceder parte de ese espacio al Club de Tenis pero a regañadientes?
- Por 20 años. Lo que sí se nota y has percibido es un cambio de actitud en el tratamiento de este tema. Se le han puesto condiciones e insistimos en pedir que empiecen a dar señales de relocalización. Porque inicialmente, pro hombres de Luján juntaron dinero para comprar ese espacio con la condición de que sea parque público. Pero finalmente es un club privado, con actitud de apertura, con una comisión que es muy buena gente, pero que no deja de ser un club privado instalado en un parque público. Ha habido en distintas concesiones que hacen al intercambio del club con la comunidad pero desde el Estado, asumo la cuota parte de responsabilidad, tampoco se les ha exigido.
Esporádicamente tuvimos iniciativas que no prosperaron en el Concejo Deliberante. Uno de los temas que fijé hace dos años, cuando empecé a hablar de la Agenda Pública, era la regulación de la publicidad. Porque a partir de esto podés multar. Es vergonzoso, y lo asumo, que en grandes sectores de Luján no sabés por dónde estás circulando. Pero convengamos que desde la oposición no hubo receptividad para algunos proyectos que solucionaban temas.
Por supuesto, me hubiese gustado lograr mayor participación del sector privado con figuras de participación protagónica del Estado, se llame “de Economía Mixta”, como en la sociedad anónima de participación mayoritaria del Estado, o un organismo descentralizado. Algo que le diera al Estado dinámica en la oferta, en el negocio económico que significa la explotación del sector turístico. El concesionamiento a través de licitación pública le asigna al Estado un rol pasivo, muy acorsetado (sic). Entregar por 20 o 25 años una propiedad... Cambia el país, el rubro y no pasa nada. La historia de Luján dice que al concesionario le va bien y no participa al Estado. Le va mal por una inundación o por hiperinflación y golpean la puerta del secretario de Economía para que no le cobren el canon. Con participación hegemónica del Estado se podría cambiar. Es algo que se aplica en muchos países. Lo vi en ciudades como Barcelona o en Cataluña. Hacen buenos negocios los empresarios y el Estado también, porque se capitaliza.
- ¿Usted cree que la gente hace esta lectura o, directamente, piensa que en la explotación turística hay “intocables”, gente cercana al gobierno y que por eso no se avanzó?
- Nosotros hicimos una propuesta para actualizar el tema de las concesiones. Pero además, la familia Silva fue concesionaria de la terminal y está ligada a la Unión Vecinal. Si se trata de amigos del poder, uno de los que después fue socio de Silva y subcontrató es el ex conjugue de Isabel Otero, es Colucci. Salvo que sea hipócrita, su postura pública tiene poco que ver con mi gobierno. Por el contrario, fuimos inflexibles, hicimos juicio por falta de pago de cánones y por desalojo. Con este muchacho tenemos una pésima relación. Es un infractor permanente en la Clínica Güemes, porque tiene una cafetería y siempre hay coches estacionados en la vereda. Tiene un promedio de siete multas por mes, viene, se ríe y las paga. Hay gente de la que uno no sabe qué pensar; si son, si se hacen, si son 50 por ciento hijo de puta o 50 por ciento tontos. Le decías que es una inmoralidad que hagan usufructo de un patrimonio como la Terminal y se quedan igual, y que le hagamos juicio, o no te pagan. Más allá de que está en un estado de derecho, porque como deudor tiene una legislación para ampararse. Desde la ética, obliga al Estado a que le haga juicio.
- ¿Qué pasó con su gestión y Jáuregui, que no lo respaldó como en otras elecciones? ¿Fue por la falta de respuesta ante la contaminación?
- Nos fue mal en general. No tengo un análisis detallado o de espacio por espacio. A mí me da la impresión de que no hay vinculación con ese tema. Si el “impacto Curtarsa” tuviera una lectura electoral, Regina Palomar debió ser concejal hace 8 años. Fue la primera vez en su historia que el radicalismo no metió concejales y ella encabezaba la lista. No creo que eso tenga que ver. Me parece, pero no lo sé.
A nosotros nos fue mal, en general, en todos lados. Ganamos por 19 votos en Olivera, donde tuvimos presencia permanente, un buen delegado, el Consejo de la Comunidad funciona bien. Estamos con pavimento en algunas calles, anda bien la sociedad de fomento, articulamos bien con educación, recuperamos la estación. Nos fue mal en Torres, donde también andamos bien con el Club Social, con el Centro de Jubilados.
- En Torres tampoco le fue bien a Graciela Rosso.
- Fue una elección muy rara, atípica. En mi opinión, en Torres no ganó Melo. Ganó Oscar Luciani porque hay un impacto importante en lo educativo. Ahí hay una escuela media, con una directora muy activa, con muchos programas y apertura a la comunidad. Hay bachillerato de adultos. Y en esa escuela fue docente Luciani, tuvo muy buena relación con los alumnos. Fue algo que me llamó la atención, pero me habían dicho que Luciani tenía mucha inserción con los jóvenes.
- Hoy, ¿su análisis de la derrota difiere de lo que expresó el 29 de octubre?
- Creo que esa noche no dije lo que te voy a decir ahora. Nosotros, en función de encuestas y de lo que recibíamos en la calle, sentíamos que ganábamos bien, sin necesidad de pasacalles. Me decían “Si no sos vos, ¿quién?”, “Quedate tranquilo”. Nos hablaban de las obras, de cosas bien hechas. Yo creí conveniente, por primera vez, no hacer campaña. O en todo caso que la mejor campaña eran las realizaciones de todos estos años. Honestamente, no trabajé con el estilo de otras campañas.
Un mes y medio antes, gestioné desde la Municipalidad e igual o más tiempo iba al local partidario, a reuniones en los barrios, en carácter político o como candidato. Se charló mucho con los dirigentes, se habló del mensaje a difundir. Pero sin la intensidad de otras ocasiones. Hubo encuentros muy concurridos, pero ni lejos con la intensidad de otras campañas. Me dediqué a fortalecer la gestión.
Todo eso porque estábamos bien. Uno de los siete pecados capitales: la soberbia. Estábamos bien, agrandados, tranquilos. Minimizamos la campaña política y priorizamos mucha gestión.
Segundo elemento: marcar y poner mucho esfuerzo en lo cultural. Hicimos grandes eventos. Lo de Dalí, la Sinfónica, Dolina vino dos veces en menos de un año, la Camerana, Bandas Militares, exposiciones importantes en Bellas Artes, mucho laburo con educación, con la Escuela de Hipoacúsicos, talleres. Queríamos posicionar a Luján como un polo de atracción cultural. Y también obra pública importante, como la plaza Belgrano.
- La gente necesitaba otra cosa.
- Ya voy a eso. Como tercera decisión, énfasis en algo que creo un salto cualitativo en la relación con la comunidad. Es una crítica que me marcaron: cómo relacionarse con la comunidad. Yo entiendo que la gente tiene que organizarse, tiene que presentar proyectos, comprometerse. Y en este caso, capacitamos dirigentes, trajimos proyectos que aportaban subsidios. Y el Concejo nos sacó una partida para dar el primer paso hacia el presupuesto participativo.
Creía y creo que eso es superador a la relación desordenada, a esos pedidos de subsidios entregados por pedidos, sin saber si generarán más recursos. La idea de proyecto sustentable. Sigo convencido de que ese era el camino.
El día de mi cumpleaños vino Felipe (Solá) y le conté esto. Los ejes de la previa a la elección. Le conté esto de seguir gestionando. Me respondió que estaba bien. Le conté del trabajo en cultura. Me dijo que estaba bien. Y le conté de la organización de la comunidad. Me dijo que no estaba mal. Vos te anticipabas: ¿en qué carajo fallamos entonces? Evidentemente debimos hacer otra cosa, o hubo cosas tan o más importantes que no hicimos y resultaron gravosas o de alto impacto para las opciones electorales. Hablamos con Felipe que estaba bien lo hecho, pero que la gente me demanda a mí otra cosa, más el mano a mano. Y que está bien privilegiar la relación con la comunidad a través de las organizaciones, pero es cierto que muchas entidades no son democráticas. Vos te relacionás con el dirigente pero no te relacionás a través de él con el resto de la gente.
A lo mejor debí poner ese plus de salir a recorrer el barrio en términos electorales. Pero la gente me conoce. Y no puedo salir desesperadamente a tocar timbre casa por casa. Si en alguna medida alguien me reprochaba eso, exactamente eso no tendría que haber hecho.
- Usted tiene un indiscutido carisma, pero la gente que encabezó su lista de candidatos no es carismática y tal vez está mucho más expuesta al desgaste de la gestión. ¿Lo suma como un ingrediente de la derrota?
- No pensé la lista como apuntando a una interna. Es cierto que la pensamos con gente de experiencia. Si el reclamo de la gente era cambio, no era el menú o la oferta que estaban esperando. Busqué gente con experiencia en el Concejo, con garra, Mingo (Faro), Bepi (Vanin), Nora (Chacón) tiene prestigio. Pochi Esposatto es muy querido y tiene gran participación en las entidades de Jáuregui. No pudo estar pero Pablo Lugones también es muy querido en Olivera, una persona muy valiosa. Él y su esposa son gente muy interesante.
Segunda parte
En la edición del próximo miércoles, Miguel Prince habla de la relación con los medios de prensa, de su futuro laboral, de su economía personal, de sus proyectos, opina sobre la gestión entrante y del rol de su sector como opositor. (PUNTO CERO-El Civismo).
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