CORONEL PRINGLES, Julio 08, (PUNTO CERO) En estos días, en medio de la discusión que ganó espacio en los distintos medios con respecto a las retenciones agropecuarias, se escucharon algunos comentarios casi como latiguillos y no he oído que alguien saliera a discutirlos o a rebatirlos.
En forma constante cualquier hombre del oficialismo hablaba de 5 años de crecimiento económico, lo que no era discutido aún habiendo argumentos y estando instalada en la población la preocupación, por una sensación al menos, de empobrecimiento. Si investigamos un poco el origen de la aseveración oficial estaremos descubriendo que la base de la misma es la referencia a la evolución del P.B.I. argentino, a precios del año 1993, lo que sí daría 5 años de crecimiento al 9% anual de nuestro P.B.I.
Pero si ahondamos un poco en materia de datos oficiales, nos encontramos con una gran sorpresa: el cuarto trimestre del año 2007 arroja un P.B.I. de 289.004 millones de dólares, lo que resulta ser inferior al tercer trimestre del 1998, cuando era de 305.475 millones de dólares.
Esto sería como señalar que la economía argentina no habría alcanzado el nivel de la triste década gobernada por Menem y, llevado a la práctica dialéctica, haría caer el argumento del mayor crecimiento sostenido durante años de la historia argentina.
En los años 90 (y todos sabemos cómo nos fue como país) Argentina creció detrás de China entre el 8 y el 10 % y recordamos también que no teníamos el mundo con una economía en expansión como hay actualmente, así como las grandes crisis de México, Brasil, Rusia y con productos argentinos primarios que gozaban de un bajísimo valor en los mercados internacionales.
Por lo expuesto, sería interesante que las autoridades de turno aprovecharan una expansión económica sin precedentes utilizando las herramientas de creación de un modelo productivo que haga llegar el bienestar a todos los ciudadanos; federalizando los tributos y que saquen de la teoría de la argumentación constante el tema de darle instrumentos a segmentos económicos sociales a los que, nunca nos queda en claro, si les llega realmente lo que se anuncia. Por lo tanto, es bueno devolver con trabajo productivo lo que sale del ámbito productivo y se aclare, de una vez por todas, el tema no muy difundido del monto de los subsidios que reciben algunas empresas.
En forma constante cualquier hombre del oficialismo hablaba de 5 años de crecimiento económico, lo que no era discutido aún habiendo argumentos y estando instalada en la población la preocupación, por una sensación al menos, de empobrecimiento. Si investigamos un poco el origen de la aseveración oficial estaremos descubriendo que la base de la misma es la referencia a la evolución del P.B.I. argentino, a precios del año 1993, lo que sí daría 5 años de crecimiento al 9% anual de nuestro P.B.I.
Pero si ahondamos un poco en materia de datos oficiales, nos encontramos con una gran sorpresa: el cuarto trimestre del año 2007 arroja un P.B.I. de 289.004 millones de dólares, lo que resulta ser inferior al tercer trimestre del 1998, cuando era de 305.475 millones de dólares.
Esto sería como señalar que la economía argentina no habría alcanzado el nivel de la triste década gobernada por Menem y, llevado a la práctica dialéctica, haría caer el argumento del mayor crecimiento sostenido durante años de la historia argentina.
En los años 90 (y todos sabemos cómo nos fue como país) Argentina creció detrás de China entre el 8 y el 10 % y recordamos también que no teníamos el mundo con una economía en expansión como hay actualmente, así como las grandes crisis de México, Brasil, Rusia y con productos argentinos primarios que gozaban de un bajísimo valor en los mercados internacionales.
Por lo expuesto, sería interesante que las autoridades de turno aprovecharan una expansión económica sin precedentes utilizando las herramientas de creación de un modelo productivo que haga llegar el bienestar a todos los ciudadanos; federalizando los tributos y que saquen de la teoría de la argumentación constante el tema de darle instrumentos a segmentos económicos sociales a los que, nunca nos queda en claro, si les llega realmente lo que se anuncia. Por lo tanto, es bueno devolver con trabajo productivo lo que sale del ámbito productivo y se aclare, de una vez por todas, el tema no muy difundido del monto de los subsidios que reciben algunas empresas.
Estoy convencido que si queremos atacar las consecuencias de la sojización, es fundamental inyectar aportes a las economías ganaderas, trigueras y lecheras que generan trabajo y que permitirán realmente productos más económicos en la mesa de los argentinos. Además, se estará alentando al productor al tener en claro que hay un objetivo de Estado por encima de las diferencias políticas. (PUNTO CERO).
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