LUJAN, Julio 06, (PUNTO CERO-El Civismo) Luego de escasos meses de gestión, el doctor Daniel Ortega le presentó su dimisión a la intendenta Rosso. No había conformidad con los avances en el establecimiento de salud.
En una de las áreas más sensibles para la gestión de la doctora Graciela Rosso, se desencadenó un final impensado. A poco más de seis meses de su asunción, la intendenta se encontró en su escritorio con la renuncia del director del Hospital Municipal Nuestra Señora de Luján, Dr. Daniel Ortega.
Si bien Rosso depositó toda su confianza en este profesional, al que conocía desde sus años de tarea en el Ministerio de Salud de la Nación, el paso de los meses resquebrajó la relación. Para Rosso, los avances en el Hospital están lejos de sus pretensiones y eso habría derivado en una renuncia que pudo haber sido forzada.
Desde que las riendas del Hospital estaban en manos de Ortega trascendieron más problemas que gratificaciones. Primero se desató la polémica por la desaparición de gran cantidad de elementos donados por los vecinos, entre ellos las decenas y decenas de bolsas de tapitas de plástico. Rosso respaldó las explicaciones iniciales de Ortega, pero se abrió un sumario administrativo y los resultados del mismo siguen sin aparecer.
Tampoco se lograron avances en aparatología para el establecimiento y los contactos con las autoridades de la Cooperadora del Hospital –que suele aportar recursos para esos fines- pasan por un pésimo momento. A tanto llega el distanciamiento que esa entidad dejó de brindar la modesta ayuda alimenticia a los que aguardan en los pasillos.
En los últimos días también había crecido el malestar interno porque Ortega, a pesar de tener un nombramiento con disposición permanente, no habría cortado una relación laboral que lo obligaba a concurrir los martes a una guardia hospitalaria fuera del nosocomio local. Esta semana esa situación generó un fuerte conflicto porque su mano derecha, Cristina Borrajo, tampoco estaba en el Hospital (tiene licencia a raíz de un problema de salud) y nadie tenía poder de resolución para afrontar una urgencia.
Sumó a la lista de desavenencias entre Rosso y Ortega una orden y contraorden dada a personal de Mantenimiento que habría registrado una excesiva cantidad de horas extras.
Lo cierto es que el jueves por la mañana la noticia de la renuncia de Ortega circulaba por la Municipalidad. La Dirección de Prensa no había recibido ninguna información al respecto, pero este medio logró la confirmación a través de una funcionaria con llegada diaria al despacho de la intendenta.
Ayer por la tarde, Rosso tenía en su agenda una serie de encuentros con funcionarios, colaboradores y profesionales de la salud con el fin de mejorar el rumbo del área.
En una de las áreas más sensibles para la gestión de la doctora Graciela Rosso, se desencadenó un final impensado. A poco más de seis meses de su asunción, la intendenta se encontró en su escritorio con la renuncia del director del Hospital Municipal Nuestra Señora de Luján, Dr. Daniel Ortega.
Si bien Rosso depositó toda su confianza en este profesional, al que conocía desde sus años de tarea en el Ministerio de Salud de la Nación, el paso de los meses resquebrajó la relación. Para Rosso, los avances en el Hospital están lejos de sus pretensiones y eso habría derivado en una renuncia que pudo haber sido forzada.
Desde que las riendas del Hospital estaban en manos de Ortega trascendieron más problemas que gratificaciones. Primero se desató la polémica por la desaparición de gran cantidad de elementos donados por los vecinos, entre ellos las decenas y decenas de bolsas de tapitas de plástico. Rosso respaldó las explicaciones iniciales de Ortega, pero se abrió un sumario administrativo y los resultados del mismo siguen sin aparecer.
Tampoco se lograron avances en aparatología para el establecimiento y los contactos con las autoridades de la Cooperadora del Hospital –que suele aportar recursos para esos fines- pasan por un pésimo momento. A tanto llega el distanciamiento que esa entidad dejó de brindar la modesta ayuda alimenticia a los que aguardan en los pasillos.
En los últimos días también había crecido el malestar interno porque Ortega, a pesar de tener un nombramiento con disposición permanente, no habría cortado una relación laboral que lo obligaba a concurrir los martes a una guardia hospitalaria fuera del nosocomio local. Esta semana esa situación generó un fuerte conflicto porque su mano derecha, Cristina Borrajo, tampoco estaba en el Hospital (tiene licencia a raíz de un problema de salud) y nadie tenía poder de resolución para afrontar una urgencia.
Sumó a la lista de desavenencias entre Rosso y Ortega una orden y contraorden dada a personal de Mantenimiento que habría registrado una excesiva cantidad de horas extras.
Lo cierto es que el jueves por la mañana la noticia de la renuncia de Ortega circulaba por la Municipalidad. La Dirección de Prensa no había recibido ninguna información al respecto, pero este medio logró la confirmación a través de una funcionaria con llegada diaria al despacho de la intendenta.
Ayer por la tarde, Rosso tenía en su agenda una serie de encuentros con funcionarios, colaboradores y profesionales de la salud con el fin de mejorar el rumbo del área.
En ese marco, no se descartan más alejamientos.Una de las opciones que se maneja habla de la división de la actual Secretaría de Salud, dejando al margen de su órbita las políticas vinculadas a Bromatología y Medio Ambiente. (PUNTO CERO-El Civismo).
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