El momento de consultar a un especialista por disfunciones sexuales, más que con una cuestión de frecuencias, tamaños y cantidades, tiene que ver con el momento en que las relaciones dejan de ser placenteras.
Las diferentes preferencias sexuales, los cambios que ocurren en el cuerpo con la edad, los estados emocionales propios y de la pareja, las historias personales, los prejuicios acerca de la masculinidad, la cuestión afectiva, las fantasías, las vicisitudes cotidianas, el estado general de salud… Los factores que influyen en la vida sexual de cada hombre son tan complejos y variados que es muy difícil establecer de manera universal qué es una sexualidad “normal”.
Un ejemplo: una encuesta realizada por la Asociación Española de Salud Sexual (AESS) reveló que, al menos en ese país, la duración promedio de una relación sexual es de 22 minutos de principio a fin, incluyendo los juegos preliminares y el desarrollo. Desde el punto de vista estadístico, entonces, una relación sexual que durase 22 minutos sería “normal”. Sin embargo, el mismo estudio señala que más de la mitad de los consultados, a la vez, manifiestan que eso no les resulta suficiente, y que sería mejor que las relaciones sexuales durasen más tiempo. Evidentemente, en este terreno, lo normal no siempre es lo satisfactorio.
“También sucede que es difícil saber lo que es normal, porque hay muchos mitos y prejuicios respecto del sexo y la gente muchas veces responde en función de ellos –señala el doctor Fabián Gómez, médico urólogo y asesor científico de Boston Medical Group para la Argentina–. Aquí y ahora, si bien los tiempos han cambiado, la formación del varón argentino no ha cambiado demasiado”. Los medios bombardean con información sobre el tema, pero la crianza del varón sigue siendo la del “macho argentino”, y eso, según el especialista, repercute directamente en sus posibilidades de satisfacción sexual: “Por ejemplo, el varón no suele estar preparado para que su pareja lo compare, y eso le produce un estrés que lo pueden llevar a tener que consultar por una disfunción eréctil”.
En la mesa del bar, el varón que cuenta que ha tenido mayor cantidad de eyaculaciones es el más aplaudido, pero, ¿qué pasa con la calidad de esas relaciones? “Más allá de que esta persona esté mintiendo o no –acota el doctor Gómez–, lo cierto es que un hombre puede tener cuatro eyaculaciones tras apenas dos minutos de penetración en cada una, mientras que otro puede tener sólo una eyaculación, pero con una relación sexual de una hora”. En el primer caso, probablemente haya una dificultad para sostener la eyaculación por más tiempo, y probablemente la pareja ni siquiera logre una excitación adecuada en tan corto lapso, mientras que en el segundo es mucho más probable que tanto el varón como su pareja experimenten la mayor plenitud.
Con respecto a la frecuencia de las relaciones, sucede algo parecido: “Independientemente de las estadísticas, que pueden servirnos a los especialistas como parámetro para tranquilizar al paciente en la mayoría de los casos, lo que para algunos resulta satisfactorio, para otros no lo es”, aclara el especialista. El placer en el encuentro sexual no es una simple cuestión biológica.
De modo que, más allá de los casos en los que directamente no es posible lograr la erección (una situación que puede estar relacionada con una enfermedad crónica de base, como la diabetes o una cardiopatía, y puede estar prediciendo un evento cardiovascular), el parámetro para la consulta en el varón es, según aconseja el especialista, el grado de satisfacción en las relaciones sexuales.
“El ‘gran tip’ es que la vida sexual debe disfrutarse plenamente, y a partir de saber bien lo que quiere, verá qué es lo que necesita para tener buenas relaciones sexuales –resume–. Cuando eso no sucede, ahí estamos los especialistas para ayudarlo, para averiguar las causas de su problema, tratar su patología si es que la tiene, y orientarlo. Lo importante es que sepa que puede lograr tener una sexualidad satisfactoria”. (Asteriscos Tv).
Las diferentes preferencias sexuales, los cambios que ocurren en el cuerpo con la edad, los estados emocionales propios y de la pareja, las historias personales, los prejuicios acerca de la masculinidad, la cuestión afectiva, las fantasías, las vicisitudes cotidianas, el estado general de salud… Los factores que influyen en la vida sexual de cada hombre son tan complejos y variados que es muy difícil establecer de manera universal qué es una sexualidad “normal”.
Un ejemplo: una encuesta realizada por la Asociación Española de Salud Sexual (AESS) reveló que, al menos en ese país, la duración promedio de una relación sexual es de 22 minutos de principio a fin, incluyendo los juegos preliminares y el desarrollo. Desde el punto de vista estadístico, entonces, una relación sexual que durase 22 minutos sería “normal”. Sin embargo, el mismo estudio señala que más de la mitad de los consultados, a la vez, manifiestan que eso no les resulta suficiente, y que sería mejor que las relaciones sexuales durasen más tiempo. Evidentemente, en este terreno, lo normal no siempre es lo satisfactorio.
“También sucede que es difícil saber lo que es normal, porque hay muchos mitos y prejuicios respecto del sexo y la gente muchas veces responde en función de ellos –señala el doctor Fabián Gómez, médico urólogo y asesor científico de Boston Medical Group para la Argentina–. Aquí y ahora, si bien los tiempos han cambiado, la formación del varón argentino no ha cambiado demasiado”. Los medios bombardean con información sobre el tema, pero la crianza del varón sigue siendo la del “macho argentino”, y eso, según el especialista, repercute directamente en sus posibilidades de satisfacción sexual: “Por ejemplo, el varón no suele estar preparado para que su pareja lo compare, y eso le produce un estrés que lo pueden llevar a tener que consultar por una disfunción eréctil”.
En la mesa del bar, el varón que cuenta que ha tenido mayor cantidad de eyaculaciones es el más aplaudido, pero, ¿qué pasa con la calidad de esas relaciones? “Más allá de que esta persona esté mintiendo o no –acota el doctor Gómez–, lo cierto es que un hombre puede tener cuatro eyaculaciones tras apenas dos minutos de penetración en cada una, mientras que otro puede tener sólo una eyaculación, pero con una relación sexual de una hora”. En el primer caso, probablemente haya una dificultad para sostener la eyaculación por más tiempo, y probablemente la pareja ni siquiera logre una excitación adecuada en tan corto lapso, mientras que en el segundo es mucho más probable que tanto el varón como su pareja experimenten la mayor plenitud.
Con respecto a la frecuencia de las relaciones, sucede algo parecido: “Independientemente de las estadísticas, que pueden servirnos a los especialistas como parámetro para tranquilizar al paciente en la mayoría de los casos, lo que para algunos resulta satisfactorio, para otros no lo es”, aclara el especialista. El placer en el encuentro sexual no es una simple cuestión biológica.
De modo que, más allá de los casos en los que directamente no es posible lograr la erección (una situación que puede estar relacionada con una enfermedad crónica de base, como la diabetes o una cardiopatía, y puede estar prediciendo un evento cardiovascular), el parámetro para la consulta en el varón es, según aconseja el especialista, el grado de satisfacción en las relaciones sexuales.
“El ‘gran tip’ es que la vida sexual debe disfrutarse plenamente, y a partir de saber bien lo que quiere, verá qué es lo que necesita para tener buenas relaciones sexuales –resume–. Cuando eso no sucede, ahí estamos los especialistas para ayudarlo, para averiguar las causas de su problema, tratar su patología si es que la tiene, y orientarlo. Lo importante es que sepa que puede lograr tener una sexualidad satisfactoria”. (Asteriscos Tv).
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