Barletta sacudió el partido al desplazar al titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy. Alfonsín se opuso pero nada pudo hacer. Y sus detractores lo acusan de estar “kirchnerizado”. El fantasma de la reforma constitucional y otra pelea por el Comité Provincia.
Ni el fracaso electoral de octubre detuvo las constantes internas de la Unión Cívica Radical, que ahora se debate entre los dialoguistas y detractores de la oposición acérrima expresada en los últimos años y quienes no reniegan de esa postura.
Por si fuera poco, el partido quedó envuelto en una polémica por el desplazamiento del titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, dispuesto por el titular del Comité, el santafecino Mario Barletta, pero rechazado por Ricardo Alfonsín.
El ex candidato presidencial habló del "excelente trabajo desempeñado, lo cual lo transforma en una garantía de control insospechada frente al Poder Ejecutivo", y dice textualmente que Alfonsín "lo alentó a seguir al frente del organismo".
"Como amigo personal que soy me siento orgulloso del reconocimiento puesto de manifiesto a esta gestión por todo el arco opositor", amplió.
Pero Barletta fue inflexible y ayer ratificó que el 21 de marzo habrá otro representante del partido en el organismo de control creado en la reforma constitucional de 1994, por expreso pedido de Raúl Alfonsín.
En el partido especulan que la separación de Despouy –que es embajador de carrera- se debería a informes que realizó sobre manejos poco claros en la administración de la Universidad del Litoral, de la que fue rector hasta llegar a la intendencia de Santa Fe.
Pero su decisión no hizo más que profundizar una nueva interna del partido, esta vez entre los más dialoguistas con el Gobierno y quienes creen que no hay motivo para abandonar el perfil de acérrimos opositores que se mantuvo en los últimos años.
Ricardo Alfonsín personifica el primer grupo, aunque su defensa a Despouy lo dejó mal parado. Es que el titular de la AGN fue implacable en los informes de la actual gestión, por lo que su partida no es mal vista por el Gobierno.
Y provocó el rechazo de fuerzas aliadas del Frente Amplio Progresista, como el cordobés Luis Juez o el socialista Héctor Polino, titular del Consumidores Libres.
El “dialoguismo” radical tiene su expresión en el Congreso, donde los bloques, manejados por el alfonsinismo, se apartan de la conjunción opositora que dominó a la oposición en los últimos dos años.
El diputado Ricardo Gil Lavedra cristaliza esa estrategia. “Buscaremos una oposición constructiva, no destructiva", aclaró esta semana en una nota que brindó a la agencia oficial de noticias Telam.
La sintonía con el Gobierno de los legisladores radicales se expresó en su apoyo a la estrategia para rechazar el desembarco inglés en las Islas Malvinas, que se materializará con una reunión de la Bicameral de Relaciones exteriores en Ushuaia.
“Acompañaremos la más firme y dedicada actitud por vía diplomática que adopte el gobierno nacional”, confirmó Gil Lavedra. Y fue más auspicioso con el Gobierno: “La coyuntura internacional presenta ciertos matices favorables a la Argentina. Por un lado, el fortalecimiento del bloque regional que es vital que acompañe el reclamo y la necesidad de Gran Bretaña de mantener sus relaciones comerciales en la región".
El diputado Oscar Aguad le salió al cruce: “Hay radicales que pretenden reemplazar el populismo económico del kirchnerismo, hoy agotado, con más populismo”.
Pretenden ubicarse a la izquierda del Gobierno. Estos radicales creen que como el kirchnerismo tiene que echar mano al ajuste, lo que conviene es hacer populismo verbal desde la oposición. Por eso digo que hay algunos radicales que se han "kirchnerizado", dijo a la Nación.
“Lo que deberían hacer ahora, en lugar de acompañar al oficialismo a Ushuaia en un acto simbólico por Malvinas, es denunciar el escándalo de los subsidios, que genera millones de argentinos que no trabajan y que se convirtieron en mendigos presupuestados”, prosiguió.
No son muchos los que hoy acompañan a Aguad, de los pocos que no hace autocrítica del Grupo A, como se llamó al acuerdo entre partidos de la oposición con el que se le sacó a Diputados el control al kirchnerismo.
Aguad tampoco duda en tomar ningún camino con tal de quedar lejos de una posición pactista, como ya demostró cuando recibió ayuda del Pro en la elección de Córdoba.
Su voz podría hacerse sentir si el Gobierno busca finalmente una reforma constitucional. Tras las legislativas del año próximo debería buscar aliados entre radicales y socialistas y enfrentar al Pro, seguramente con mayor presencia parlamentaria.
Las diferencias entre alfonsinistas y no alfonsinistas sobre cuanto negociar con el gobierno salieron a la luz en el recordado debate sobre el presupuesto de 2010, que terminó sin votarse.
Ese día, el primer grupo sorprendió ayudando con el quórum, pero luego se sumó a las denuncias sobre ofrecimiento de coimas para retirarse del recinto.
Gil Lavedra y Luis Naidenoff, jefe del bloque de senadores y también alfonsinista, fueron ahora beneficiados con un trato preferencia que el kirchnerismo le dio a la UCR a la hora de repartir cargos en comisiones, en las que excluyó al peronismo federal y los bloques menores.
La pelea en la provincia
Como cada dos años, el Comité de la provincia de Buenos Aires se convertirá en escenario de la trifulca por el poder radical. En 2010 la pelea repuntó a Ricardo Alfonsín como referente nacional; ahora, lo pondrá a prueba desde ese lugar y con una pobre elección nacional sobre sus espaldas.
Miguel Bazze no podrá renovar en su cargo porque el partido prohíbe ocupar puestos partidarios a quienes ya tengan otros electivos. Sólo una suspensión por seis meses de esa restricción le permite seguir en el cargo.
El alfonsinismo podría impulsar en su lugar a Carlos Pérez Gresia, un ex senador provincial oriundo de Quilmes e histórico aliado de Juan Manuel Casella.
Leopoldo Moreau apuesta a su hija Cecilia, diputada provincial hasta diciembre. Pretende la ayuda de los intendentes y legisladores que acompañaron la trunca carrera presidencial de Julio Cobos, como Mario Meoni y Héctor “Cachi” Gutiérrez.
Moreau se destacó en la última convención nacional de partido al cuestionar la postura opositora a ultranza que tuvo el partido en los últimos años, una crítica que pareció sentirse entre los alfonsinistas. (La Política OnLine).
Ni el fracaso electoral de octubre detuvo las constantes internas de la Unión Cívica Radical, que ahora se debate entre los dialoguistas y detractores de la oposición acérrima expresada en los últimos años y quienes no reniegan de esa postura.
Por si fuera poco, el partido quedó envuelto en una polémica por el desplazamiento del titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, dispuesto por el titular del Comité, el santafecino Mario Barletta, pero rechazado por Ricardo Alfonsín.
El ex candidato presidencial habló del "excelente trabajo desempeñado, lo cual lo transforma en una garantía de control insospechada frente al Poder Ejecutivo", y dice textualmente que Alfonsín "lo alentó a seguir al frente del organismo".
"Como amigo personal que soy me siento orgulloso del reconocimiento puesto de manifiesto a esta gestión por todo el arco opositor", amplió.
Pero Barletta fue inflexible y ayer ratificó que el 21 de marzo habrá otro representante del partido en el organismo de control creado en la reforma constitucional de 1994, por expreso pedido de Raúl Alfonsín.
En el partido especulan que la separación de Despouy –que es embajador de carrera- se debería a informes que realizó sobre manejos poco claros en la administración de la Universidad del Litoral, de la que fue rector hasta llegar a la intendencia de Santa Fe.
Pero su decisión no hizo más que profundizar una nueva interna del partido, esta vez entre los más dialoguistas con el Gobierno y quienes creen que no hay motivo para abandonar el perfil de acérrimos opositores que se mantuvo en los últimos años.
Ricardo Alfonsín personifica el primer grupo, aunque su defensa a Despouy lo dejó mal parado. Es que el titular de la AGN fue implacable en los informes de la actual gestión, por lo que su partida no es mal vista por el Gobierno.
Y provocó el rechazo de fuerzas aliadas del Frente Amplio Progresista, como el cordobés Luis Juez o el socialista Héctor Polino, titular del Consumidores Libres.
El “dialoguismo” radical tiene su expresión en el Congreso, donde los bloques, manejados por el alfonsinismo, se apartan de la conjunción opositora que dominó a la oposición en los últimos dos años.
El diputado Ricardo Gil Lavedra cristaliza esa estrategia. “Buscaremos una oposición constructiva, no destructiva", aclaró esta semana en una nota que brindó a la agencia oficial de noticias Telam.
La sintonía con el Gobierno de los legisladores radicales se expresó en su apoyo a la estrategia para rechazar el desembarco inglés en las Islas Malvinas, que se materializará con una reunión de la Bicameral de Relaciones exteriores en Ushuaia.
“Acompañaremos la más firme y dedicada actitud por vía diplomática que adopte el gobierno nacional”, confirmó Gil Lavedra. Y fue más auspicioso con el Gobierno: “La coyuntura internacional presenta ciertos matices favorables a la Argentina. Por un lado, el fortalecimiento del bloque regional que es vital que acompañe el reclamo y la necesidad de Gran Bretaña de mantener sus relaciones comerciales en la región".
El diputado Oscar Aguad le salió al cruce: “Hay radicales que pretenden reemplazar el populismo económico del kirchnerismo, hoy agotado, con más populismo”.
Pretenden ubicarse a la izquierda del Gobierno. Estos radicales creen que como el kirchnerismo tiene que echar mano al ajuste, lo que conviene es hacer populismo verbal desde la oposición. Por eso digo que hay algunos radicales que se han "kirchnerizado", dijo a la Nación.
“Lo que deberían hacer ahora, en lugar de acompañar al oficialismo a Ushuaia en un acto simbólico por Malvinas, es denunciar el escándalo de los subsidios, que genera millones de argentinos que no trabajan y que se convirtieron en mendigos presupuestados”, prosiguió.
No son muchos los que hoy acompañan a Aguad, de los pocos que no hace autocrítica del Grupo A, como se llamó al acuerdo entre partidos de la oposición con el que se le sacó a Diputados el control al kirchnerismo.
Aguad tampoco duda en tomar ningún camino con tal de quedar lejos de una posición pactista, como ya demostró cuando recibió ayuda del Pro en la elección de Córdoba.
Su voz podría hacerse sentir si el Gobierno busca finalmente una reforma constitucional. Tras las legislativas del año próximo debería buscar aliados entre radicales y socialistas y enfrentar al Pro, seguramente con mayor presencia parlamentaria.
Las diferencias entre alfonsinistas y no alfonsinistas sobre cuanto negociar con el gobierno salieron a la luz en el recordado debate sobre el presupuesto de 2010, que terminó sin votarse.
Ese día, el primer grupo sorprendió ayudando con el quórum, pero luego se sumó a las denuncias sobre ofrecimiento de coimas para retirarse del recinto.
Gil Lavedra y Luis Naidenoff, jefe del bloque de senadores y también alfonsinista, fueron ahora beneficiados con un trato preferencia que el kirchnerismo le dio a la UCR a la hora de repartir cargos en comisiones, en las que excluyó al peronismo federal y los bloques menores.
La pelea en la provincia
Como cada dos años, el Comité de la provincia de Buenos Aires se convertirá en escenario de la trifulca por el poder radical. En 2010 la pelea repuntó a Ricardo Alfonsín como referente nacional; ahora, lo pondrá a prueba desde ese lugar y con una pobre elección nacional sobre sus espaldas.
Miguel Bazze no podrá renovar en su cargo porque el partido prohíbe ocupar puestos partidarios a quienes ya tengan otros electivos. Sólo una suspensión por seis meses de esa restricción le permite seguir en el cargo.
El alfonsinismo podría impulsar en su lugar a Carlos Pérez Gresia, un ex senador provincial oriundo de Quilmes e histórico aliado de Juan Manuel Casella.
Leopoldo Moreau apuesta a su hija Cecilia, diputada provincial hasta diciembre. Pretende la ayuda de los intendentes y legisladores que acompañaron la trunca carrera presidencial de Julio Cobos, como Mario Meoni y Héctor “Cachi” Gutiérrez.
Moreau se destacó en la última convención nacional de partido al cuestionar la postura opositora a ultranza que tuvo el partido en los últimos años, una crítica que pareció sentirse entre los alfonsinistas. (La Política OnLine).
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