El ministro del Interior fue excluído de todas las decisiones políticas y en el Gobierno hablan de él como un ex funcionario. Su pelea abierta con Boudou y la versión de que fue filtró la información sensible sobre el caso Ciccone lo terminaron de demoler. El sueño del postkirchnerismo.
El mediático Florencio Randazzo ahora casi no se muestra y su última aparición pública revela que su situación en el Gobierno no es la mejor: debió desmentir que fue quien filtró la información sobre el caso Ciccone, como había revelado LPO, sospechaba la primera línea del gobierno. Su cercanía histórica con Boldt y su enfrentamiento con Amado Boudou le dieron crédito a esa versión.
La aclaración cristalizó el mal momento que atraviesa el ministro del Interior, casi sin funciones, excluído de las decisiones políticas -naturales en su cargo- y casi sin diálogo con la Presidenta.
En el gobierno la mayoría de los fncionarios de alto rango dan por descontada su salida, aunque nadie se arriesga a precisar cuando ocurrirá ni los motivos de su expulsión del paraíso kirchnerista.
De aquel hábil dirigente que como ministro de Felipe Solá supo tender línea directa con Néstor Kirchner para alejar al entonces gobernador de Eduardo Duhalde y luego articuló en buena medida el armado político en la provincia que sostuvo la candidatura a senadora de Cristina y la primera victoria fuerte contra Duhalde, sólo queda el recuerdo.
Esa línea directa con los Kirchner la matuvo hasta hace no muchos meses atrás. La relación directa con Cristina lo mantuvo en la trinchera de las decisiones durante el año pasado, donde sumó puntos al organizar las primarias que allanaron el triunfo de la Presidenta en octubre.
Randazzo todavía conservaba una importante cuota de poder incluso después de las elecciones, a diferencia de otros miembros del Gabinete que sufrieron el aislamiento y el copamiento de sus ministerios por militantes de La Cámpora, como Aníbal Fernández y Julio Alak.
Pero este año le llegó su turno. Sospechado de sciolista, apuntado por su rol en el caso Ciccone, también sufrió el desembarco de La Cámpora. El dirigente de esa agrupación Ignacio Lamothe, se convirtió el secretario de Asuntos Municipales del Ministerio del Interior. El desembarco terminó con lo que parecía una privilegiada relación del titular de la Cartera con la agrupación juvenil más cercana a Cristina. "Hoy no se mete en nada", dicen cerca del Gobierno.
Esta semana, su viceministro, Marcio Barbosa, organizó un festejo familiar con nutrida presencia de políticos. "Se supone que era una fiesta pero estaban todos con caras largas", aseguró a LPO uno de los asistentes. "Ya están guardando las cosas en los cajones", agregó a LPO una fuente del Gobierno, que visitó los despachos de la cartera política.
“Lo quieren enredar en su propia telaraña”, graficó un dirigente bonaerense que conoce y frecuenta al ministro desde hace años. Su telaraña es su relación con el negocio del juego y en particular con la firma Boldt, que tenía la operación de la planta de Ciccone hasta que el misterioso fondo The Old Fund que dirige Alejandro Vanderbroele, supuesto testaferro de Boudou, logró arrebatárselas con notoras ayudas de Boudou y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, entre otros funcionarios que hoy lamentan haberse metido en ese negocio.
El quiebre en la posición de Randazzo en el gabienete, se produjo cuando Clarín publicó una nota que reveló que Ciccone manejada por Vanderbroele imprimió las boletas de la candidatura presidencial de CRistina para las primarias. En el Gobierno creen que Randazzo fue quien filtró ese dato.
Todavía jefe de un interesante armado político en la provincia que incluye legisladores e intendentes, Randazzo ya es observado con interés por algunos dirigentes del PJ bonaerense, hoy marginados por la Casa Rosada.
“Florencio supo ver el final de Duhalde y el ocaso de Solá. Tal vez ahora piense que está sucediendo lo mismo”, interpretan en esos ámbitos. (La Politica Online).
El mediático Florencio Randazzo ahora casi no se muestra y su última aparición pública revela que su situación en el Gobierno no es la mejor: debió desmentir que fue quien filtró la información sobre el caso Ciccone, como había revelado LPO, sospechaba la primera línea del gobierno. Su cercanía histórica con Boldt y su enfrentamiento con Amado Boudou le dieron crédito a esa versión.
La aclaración cristalizó el mal momento que atraviesa el ministro del Interior, casi sin funciones, excluído de las decisiones políticas -naturales en su cargo- y casi sin diálogo con la Presidenta.
En el gobierno la mayoría de los fncionarios de alto rango dan por descontada su salida, aunque nadie se arriesga a precisar cuando ocurrirá ni los motivos de su expulsión del paraíso kirchnerista.
De aquel hábil dirigente que como ministro de Felipe Solá supo tender línea directa con Néstor Kirchner para alejar al entonces gobernador de Eduardo Duhalde y luego articuló en buena medida el armado político en la provincia que sostuvo la candidatura a senadora de Cristina y la primera victoria fuerte contra Duhalde, sólo queda el recuerdo.
Esa línea directa con los Kirchner la matuvo hasta hace no muchos meses atrás. La relación directa con Cristina lo mantuvo en la trinchera de las decisiones durante el año pasado, donde sumó puntos al organizar las primarias que allanaron el triunfo de la Presidenta en octubre.
Randazzo todavía conservaba una importante cuota de poder incluso después de las elecciones, a diferencia de otros miembros del Gabinete que sufrieron el aislamiento y el copamiento de sus ministerios por militantes de La Cámpora, como Aníbal Fernández y Julio Alak.
Pero este año le llegó su turno. Sospechado de sciolista, apuntado por su rol en el caso Ciccone, también sufrió el desembarco de La Cámpora. El dirigente de esa agrupación Ignacio Lamothe, se convirtió el secretario de Asuntos Municipales del Ministerio del Interior. El desembarco terminó con lo que parecía una privilegiada relación del titular de la Cartera con la agrupación juvenil más cercana a Cristina. "Hoy no se mete en nada", dicen cerca del Gobierno.
Esta semana, su viceministro, Marcio Barbosa, organizó un festejo familiar con nutrida presencia de políticos. "Se supone que era una fiesta pero estaban todos con caras largas", aseguró a LPO uno de los asistentes. "Ya están guardando las cosas en los cajones", agregó a LPO una fuente del Gobierno, que visitó los despachos de la cartera política.
“Lo quieren enredar en su propia telaraña”, graficó un dirigente bonaerense que conoce y frecuenta al ministro desde hace años. Su telaraña es su relación con el negocio del juego y en particular con la firma Boldt, que tenía la operación de la planta de Ciccone hasta que el misterioso fondo The Old Fund que dirige Alejandro Vanderbroele, supuesto testaferro de Boudou, logró arrebatárselas con notoras ayudas de Boudou y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, entre otros funcionarios que hoy lamentan haberse metido en ese negocio.
El quiebre en la posición de Randazzo en el gabienete, se produjo cuando Clarín publicó una nota que reveló que Ciccone manejada por Vanderbroele imprimió las boletas de la candidatura presidencial de CRistina para las primarias. En el Gobierno creen que Randazzo fue quien filtró ese dato.
Todavía jefe de un interesante armado político en la provincia que incluye legisladores e intendentes, Randazzo ya es observado con interés por algunos dirigentes del PJ bonaerense, hoy marginados por la Casa Rosada.
“Florencio supo ver el final de Duhalde y el ocaso de Solá. Tal vez ahora piense que está sucediendo lo mismo”, interpretan en esos ámbitos. (La Politica Online).
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