La tecnología ha logrado que las máquinas hablen y se desplacen, y como han caído los precios de los componentes, ya es posible que los robots sean usados por algunos para animar fiestas… y también reuniones de negocios.
Una mejor tecnología para lograr que las máquinas hablen y se desplacen, así como una caída en los precios de los componentes, han hecho posible que los robots se conviertan en una opción de consumo más general.
Richard Garriott usó para su fiesta de casamiento un robot QB de una empresa de Mountain View, California, llamada Anybots Inc., que cuesta US$ 9.700 en Estados Unidos, aunque si lo hubiera alquilado en lugar de comprarlo, la empresa le hubiera cobrado unos US$ 3.000 por ocho horas de uso. Cuando se conecta un usuario, sus ojos tienen un brillo azul, como el robot EVA de la película WALL-E.
Otras empresas, como VGo Communications Inc., con sede en Nashua, estado de New Hampshire; Xaxxon Technologies, en Vancouver, Canadá, y iRobot Corp., en Bedford, estado de Massachusetts, han sacado al mercado robots "de presencia personal" con precios que varían desde los US$ 270 para un modelo simple que se conecta a una computadora portátil a US$ 50.000 por una máquina que podría permitir que médicos se conecten y diagnostiquen una enfermedad de forma remota.
Ejecutivos de empresas de tecnología se destacan entre los primeros en adoptar los robots. Bert Navarrete, cofundador y socio gerente de Tigerlabs Llc, una empresa que ayuda a compañías nuevas en su primera etapa, ordenó un robot Anybot con el fin de crear una presencia en la oficina de los empleados que trabajan remotamente, incluido un desarrollador en Hungría.
Tigerlabs terminó usando el robot, que bautizó Einstein, en paseos de promoción de sus operaciones por Princeton, Nueva Jersey, donde tiene su sede.
Para usar el robot, según refirió sobre este suceso The Wall Street Journal, un empleado de la empresa ingresó al sitio de Anybots, hizo clic en una pestaña que dice "Conducir" y se conectó. Eso abrió una pequeña ventana al estilo de Skype en el navegador con tomas de cámaras que miraban hacia arriba y abajo. Las teclas de flechas movían el robot hacia adelante, a la izquierda y a la derecha. La tecla de mayúscula llevaba la cámara hacia abajo, y el ratón controlaba un puntero láser.
El experimento no fue perfecto -la empresa envió a tres personas para que protegieran al robot de aceras y otros peligros- pero sin dudas no pasó desapercibido. En minutos, Einstein tenía seguidores. Turistas y otras personas empezaron a tomarle fotos, y un policía gritó inquieto desde el otro lado de la calle: "¿Qué es eso?".
Navarrete envió al robot a efectuar compras ordenadas remotamente por el empleado desde la oficina. Al ver a Einstein, el administrador del restaurante le cedió las mercaderías solicitadas como cortesía de la casa.
No se trataba de la primera vez que un telebot entraba a una institución académica: Lauren Robinson, una estudiante de secundaria en el estado de Colorado, usa un robot VGo de US$ 6.000 para asistir remotamente a sus clases porque tiene una alergia severa que no le permite ir a la escuela.
Este experimento tampoco ha estado exento de problemas, como la vez que el robot se desconectó en medio de una clase y anunció "Llamada de Lauren Robinson" cuando la joven intentó reconectarse. Además, la estudiante aún no es completamente diestra en el manejo del VGo, que todavía se tropieza con las paredes y la gente. (Empresas News).
Una mejor tecnología para lograr que las máquinas hablen y se desplacen, así como una caída en los precios de los componentes, han hecho posible que los robots se conviertan en una opción de consumo más general.
Richard Garriott usó para su fiesta de casamiento un robot QB de una empresa de Mountain View, California, llamada Anybots Inc., que cuesta US$ 9.700 en Estados Unidos, aunque si lo hubiera alquilado en lugar de comprarlo, la empresa le hubiera cobrado unos US$ 3.000 por ocho horas de uso. Cuando se conecta un usuario, sus ojos tienen un brillo azul, como el robot EVA de la película WALL-E.
Otras empresas, como VGo Communications Inc., con sede en Nashua, estado de New Hampshire; Xaxxon Technologies, en Vancouver, Canadá, y iRobot Corp., en Bedford, estado de Massachusetts, han sacado al mercado robots "de presencia personal" con precios que varían desde los US$ 270 para un modelo simple que se conecta a una computadora portátil a US$ 50.000 por una máquina que podría permitir que médicos se conecten y diagnostiquen una enfermedad de forma remota.
Ejecutivos de empresas de tecnología se destacan entre los primeros en adoptar los robots. Bert Navarrete, cofundador y socio gerente de Tigerlabs Llc, una empresa que ayuda a compañías nuevas en su primera etapa, ordenó un robot Anybot con el fin de crear una presencia en la oficina de los empleados que trabajan remotamente, incluido un desarrollador en Hungría.
Tigerlabs terminó usando el robot, que bautizó Einstein, en paseos de promoción de sus operaciones por Princeton, Nueva Jersey, donde tiene su sede.
Para usar el robot, según refirió sobre este suceso The Wall Street Journal, un empleado de la empresa ingresó al sitio de Anybots, hizo clic en una pestaña que dice "Conducir" y se conectó. Eso abrió una pequeña ventana al estilo de Skype en el navegador con tomas de cámaras que miraban hacia arriba y abajo. Las teclas de flechas movían el robot hacia adelante, a la izquierda y a la derecha. La tecla de mayúscula llevaba la cámara hacia abajo, y el ratón controlaba un puntero láser.
El experimento no fue perfecto -la empresa envió a tres personas para que protegieran al robot de aceras y otros peligros- pero sin dudas no pasó desapercibido. En minutos, Einstein tenía seguidores. Turistas y otras personas empezaron a tomarle fotos, y un policía gritó inquieto desde el otro lado de la calle: "¿Qué es eso?".
Navarrete envió al robot a efectuar compras ordenadas remotamente por el empleado desde la oficina. Al ver a Einstein, el administrador del restaurante le cedió las mercaderías solicitadas como cortesía de la casa.
No se trataba de la primera vez que un telebot entraba a una institución académica: Lauren Robinson, una estudiante de secundaria en el estado de Colorado, usa un robot VGo de US$ 6.000 para asistir remotamente a sus clases porque tiene una alergia severa que no le permite ir a la escuela.
Este experimento tampoco ha estado exento de problemas, como la vez que el robot se desconectó en medio de una clase y anunció "Llamada de Lauren Robinson" cuando la joven intentó reconectarse. Además, la estudiante aún no es completamente diestra en el manejo del VGo, que todavía se tropieza con las paredes y la gente. (Empresas News).
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