lunes, diciembre 07, 2009

Passarella ganó en River y complicó el paso a la política de Werthein


(La Política OnLIne). El ex capitán de la Selección le ganó a la impresionante maquinaria político económica que el empresario Gerardo Werthein había armado detrás de la candidatura de su empleado Rodolfo D´Onofrio. Daniel Hadad, Hugo Santilli y Juan José Alvarez apoyaron al presidente de La Caja y cayeron ante el batacazo de Passarella. La masiva asistencia de los socios fue determinante.
La participación popular le ganó un nuevo round a los aparatos económicos, esta vez de la mano del ex capitán de la Selección, Daniel Passarella, que contra todos los pronósticos, las operaciones mediáticas y otras jugadas sucias se impuso en las elecciones de River.
Es que Passarella logró derrotar con escasos recursos y un discurso sensato, a dos pesadas maquinarias político económicas, que pensaban utilizar al Club de los millonarios como trampolín para otras aspiraciones políticas.
En medio de una despiadada guerra de nervios y luego de negarlo reiteradamente, poco después de las 2 de la madrugada la Junta Electoral de River, no tuvo otra opción que ceder a la realidad y confirmar que Daniel Alberto Passarella era el nuevo presidente del club por 6 votos de ventaja, que previsiblemente la oposición intentará anular en la Justicia.
Pero más allá del resultado final, Passarella es el gran triunfador de la jornada ya que logró desbordar el peso de los aparatos gracias a una afluencia histórica de votantes (superaron los 14 mil, cuando se especulaba con que votarían alrededor de 9 mil), que claramente se inclinó por su candidatura.
Gracias al batacazo del ex futbolística, por un lado cayó en la pelea Antonio Caselli, hijo del cuestionado funcionario menemista y ruckaufista Esteban Caselli. Salvo el manejo de inexplicables millones a Caselli hijo no se le conocen más méritos que haber ostentado una embajada de la esotérica Orden de Malta. Y que teniendo en cuenta los pocos más de 2000 sufragios que cosechó, quedará en la historia como el emblema de una de las peores y mas costosas campañas de la historia futbolera.
Pero acaso el mayor mérito de Passarella haya sido derrotar a la entente que encabezaba el titular de la compañía La Caja, Rodolfo D´Onofrio, una pieza clave en el proyecto de desembarco en la política de su jefe el empresario Gerardo Werthein.
Para esta tarea, Werthein ayudado por experimentados lobbystas había conseguido armar una formidable alianza que incluía a Daniel Hadad, Hugo Santilli y el diputado Juan José Alvarez, detrás de la candidatura de D´Onofrio, entre otros nombres pesados de la política.
Tan brutal y torpe fue la movida de Werthein que en las últimas semanas se vieron patéticas operaciones de prensa contra Passarella, como contraponer videos de su época de entrenador de River enfrentando silbidos en la cancha en distintas derrotas futbolísticas –cuidadosamente editadas-, frente a aplausos ensordecedores a Enzo Francescoli, quien supuestamente iba a ser manager del club si D´Onofrio ganaba.
Una vez más, la gente demostró que de poco valen los medios de comunicación si no hay inteligencia y honestidad en su tarea; o pero aún, las operaciones de prensa cuando son tan evidentes suelen lograr exactamente lo contrario del objetivo buscado: despiertan la indignación de la gente que si tenía alguna duda se inclina por el candidato atacado. Le pasó por ejemplo, a José Mujica en la segunda vuelta de las presidenciales uruguayas, frente a la torpeza de la campaña sucia de Ramiro Agulla.
Sorprende que a esta altura del partido, supuestos entendidos de medios, sigan apostando a las mismas viejas recetas que sólo les deparan descrédito y recazo social, además de sonoras derrotas políticas. Lo vivieron, por ejemplo cuando sostenían a Aníbal Ibarra con armas poco nobles, cuando intentaron desacreditar a los padres de Cromañón.
La amañada campaña incluyó la generosa difusión de “encuestas”, como la que firmó Ricardo Rouvier que ubicaban a Passarella en un lejano tercer lugar.

Los límites de la caja
La Política Online anticipó meses atrás que Gerardo Werthein, celoso del éxito político y la fama de millonarios que frecuenta como Francisco de Narváez y Mauricio Macri, también estaba diseñando su desembarco en la actividad pública.
Y se explicó que esta estrategia pensaba utilizar al deporte como trampolín, a través de dos patas: su propio posicionamiento como director del Comité Olímpico y la presidencia de River, para la que impulsó a D´Onofrio, gerente de La Caja, empresa que integra su grupo W.
Fiel a la tradición prebendaria de los ciertos empresarios argentinos, Werthein logró la semana pasada que sean todos los argentinos quienes le financien su nueva aventura, al sancionar el Congreso el proyecto que fija un impuesto en el uso de teléfonos celulares para financiar el deporte olímpico, un fondo que podría superar los 200 millones y que obviamente administrará el propio Werthein.
Pero fue en River donde sufrió un tropiezo impensado de la mano de un hombre que no ofreció otra cosa que su sentido común y trayectoria, que guste o no, rezuma coherencia. Esta vez no alcanzaron los millones.

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