QUILMES, Marzo 30, (PUNTO CERO) Los inspectores perdieron la moderación y el control sobre el caso que terminó en la Comisaría Primera, con una denuncia radicada por el vendedor en la que varios caminantes atestiguaron a su favor. Duros cuestionamientos recibieron los inspectores que habían mostrado una actitud contemplativa con otros ambulantes del mismo Paseo comercial.
La peatonal Rivadavia fue escenario de un cruce violento entre un discapacitado que trabajaba como vendedor ambulante y los inspectores de la Unidad Polivalente de Inspectores (UPI), cuando los agentes municipales intentaron secuestrarle la mercadería.El hecho tuvo lugar en la esquina de la peatonal y la calle Alvear, donde en un despliegue inusitado, donde un móvil identificado como de la UPI fue cruzado sobre el paso de los transeúntes, y dos hombres y una mujer descendieron de él. ¿El objetivo?: secuestrar la mercadería de un joven con discapacidad, hasta hace poco tiempo vendedor de la Lotería Solidaria, que ayer ofrecía fundas para celulares. Ambulante e inspectores forcejeaban en uno y otro extremo de un panel metálico utilizado como exhibidor, ante la mirada atónita quienes entonces recorrían el paseo comercial.El malestar se apoderó de los que presenciaban la escena, y que no sólo comenzaron a defender airadamente la posición del vendedor, sino que insultaron fuertemente a los agentes municipales, pidiéndoles: "decile al Intendente que le venga a sacar las cosas al pibe", o interrogando: "¿no les da vergüenza lo que están haciendo, encima es discapacitado?".
INTERVENCION POLICIAL
Las proporciones en aumento que fue ganando el escándalo motivaron la intervención de personal policial destacado en la peatonal de Quilmes, quienes exigieron las identificaciones de cada uno de los inspectores municipales, mientras que sobre ellos seguía cayendo una lluvia de improperios.Voluntariamente los transeúntes se ofrecieron para comparecer en al dependencia policial en calidad de testigos, para acompañar la denuncia del joven discapacitado.
DISTINTOS CRITERIOS
El malestar de quienes presenciaron lo ocurrido en la esquina de Alvear y Rivadavia no sólo se originó en el hecho de que el ambulante que protagonizó la airada resistencia a ser despojado de sus elementos de venta era un discapacitado largamente reconocido en el Paseo.Mucho tuvo que ver la actitud diferencial que mostraron los inspectores en este caso, en claro contraste con la que habían puesto de manifiesto apenas cinco minutos antes en la intersección de Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, cuando alrededor de las 11.30, los ambulantes apostados en la zona comenzaron a desmontar velozmente sus puestos.La urgencia estaba dada por la presencia de un móvil de la UPI, con tres personas a bordo que parecieron aguardar a que el desarme de los puestos avanzara. Sin embargo, y como algunos aún todavía mantenían la mercadería a la vista, uno de los agentes municipales les pidió que se retiraran, indicándoles educadamente que no podían realizar esa actividad en el lugar en el que estaban ubicados.Luego, los dos hombres y la mujer partieron en la camioneta, sin aguardar a ver qué ocurría con los ambulantes, sus puestos y su mercadería. Debían trasladarse a otros puntos de la peatonal para seguir con los controles, tal como lo harían, bochornosamente, en Alvear y Rivadavia. (PUNTO CERO).
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