NECOCHEA, Octubre 02, (PUNTO CERO) Desde hace al menos dos años y con una llamativa frecuencia a partir del pasado mes de julio, la costa de Necochea y Quequén se ha transformado en el escenario elegido por ejemplares de ballenas francas australes, que en plena migración se detienen en las aguas locales para descansar y "jugar", ante la vista de sorprendidos espectadores que las retratan en fotografías y filmaciones.
"Nunca ví tantas como en los dos últimos años", expresa, sin disimular su asombro, el instructor de buceo Juan Carlos Paradiso, aunque deja en claro que "en nuestras aguas son pocos los días en que hay visibilidad para observarlas buceando, por lo que hay que disfrutarlas desde la costa".
¿Por qué vienen?
La causa del repetido desembarco de este gigante de los mares, por ahora es una incógnita. Mientras varios lo adjudican a la extensión de la Escollera Sur, que transformaría a las playas locales en un sitio agradable para las ballenas, sobre todo los días de mar calmo, los expertos aseguran que este fenómeno es producto del aumento que felizmente se ha producido en la población de ballenas del Atlántico Sur, que está creciendo a razón de un 7% anual.
"Es difícil comprobar que la extensión de la escollera haya generado avistajes más frecuentes. Basados en el crecimiento de la población y en los científico, no se descarta que las ballenas estén buscando antiguas áreas de reproducción, pero como en la época de cacería comercial casi fueron exterminadas, nos es muy difícil averiguar cuáles eran estas zonas", afirma, vía e-mail, Jimena Belgrano, responsable del Proyecto Ballena Franca Austral, que en la Provincia de Santa Cruz ejecuta la Fundación Cethus (ONG dedicada a la investigación, divulgación y conservación de los cetáceos).
El avistaje que varios necochenses han hecho de ballenas en el canal de acceso al Puerto, encuentra una explicación en los conceptos de Alejandro Arias, destacado biólogo a nivel internacional y coordinador del programa marino de la Fundación Vida Silvestre Argentina: "La extensión de la escollera no tiene nada que ver, pero puede ocurrir que la nueva estructura sea aprovechada por las ballenas para permanecer pequeños periodos de tiempo en aguas protegidas".
La bióloga Jimena Belgrano acota que "para determinar lo que está sucediendo en Necochea sería necesario hacer un estudio de base, para observar el uso del hábitat por parte de la especie".
Compartiendo la visión del crecimiento del número de ballenas y su búsqueda de viejos nichos ecológicos de su colega, Arias indicó a Ecos Diarios que "los casos se conocen más porque hay más observación y divulgación que antes, en que los viejos pescadores también hallaban ballenas al paso, pero la comunicación del hecho era lenta o no existía".
Particular resulta la visión de Ricardo Doumecq Millieu, un amante de la fauna marina, quien cita que "producto del calentamiento global, hay un corrimiento de numerosas especies del mundo animal. Están como desorientadas y por eso se las observa al Norte de su hábitat de siempre. Un ejemplo fue la tonina overa que ubicamos acá recientemente, a unos 400 o 500 kilómetros del lugar en el que vive".
Despliegues y juegos
Belgrano explica que "los ejemplares que llegan a vuestras costas provienen de cercanías de las islas Georgias del Sur, donde se alimentan principalmente de krill y luego realizan migraciones a las dos grandes zonas de reproducción en el Oceáno Atlántico: Península de Valdés, en Argentina, y el Sur de Florianópolis, en Brasil".
Por su parte, Arias puntualiza que "la migración es constante, entre zonas de cría y alimentación y desde mayo pasado estamos observando el viaje hacia Península Valdés. Allí están unos dos meses y vuelven a migrar a mar abierto, para alimentarse".
Los estudiosos de estos gigantes cetáceos precisan que los grupos de cortejo y juveniles son los que se acercan con frecuencia a la costa, para realizar grandes despliegues y juegos. El instructor de buceo local Eduardo Lukezic, titular de Azul Profundo, hizo llegar fotos de su reciente encuentro con varias ballenas en la costa quequenense. "Junto a dos amigos pude nadar a escasos metros de cuatro ballenas que jugando entre ellas ni se inmutaron por nuestras presencias", cuenta.
En la misma línea, Doumecq Milieu apunta que "es un bicho (sic) al que le gusta mostrarse" y añade que "ojalá esta particular visita y el colosal espectáculo que ofrecen, sea cada vez más frecuente en Necochea".
Sobra el deseo de Doumecq Millieu, el experto Arias anuncia que " aumentarán las visitas porque la población seguirá creciendo, pero se va a notar con mucha fuerza recién en unos 5 o 10 años".
Necochea continuará siendo un lugar de paso
No tiene las características geográficas como para transformarse en un hábitat
¿Es posible que nuestras costas puedan transformarse en un nuevo hábitat para la ballena franca y posibilitar una industria del turismo? La pregunta, con un dejo de ilusión, queda enseguida desterrada por los expertos.
"Las áreas de reproducción y cría de las ballenas en general no son áreas creadas artificialmente o que uno puede elegir. Son sitios que por alguna razón -aún desconocida- que puede ser geográfica, ambiental o biológica, las ballenas han elegido ancestralmente y se mantienen. En la costa argentina la única área con esa características es Península de Valdés; el resto de la costa donde se ven ballenas son sólo lugares de paso", sentencia el biólogo Alejandro Arias.
Juan Carlos Paradiso explica que "Valdés es una especie de herradura gigante, en la cual estos animales están protegidos por los vientos y buscan aguas calmas para reproducirse. En mar abierto están en tránsito".
Turismo, complicado
Al consultarlo sobre si de continuar estas presencias de ballenas en nuestra costa podría generarse un marco de turismo, llevando gente en embarcaciones a verlas de cerca, Arias manifiesta que "es difícil de saber. Por ahora la única parte en que se efectúan avistajes de este tipo, desde hace 25 años, es en Valdés. Es una actividad regulada oficialmente y no cualquiera puede hacerla, pues la especie, por su estado de conservación está protegida por la Ley Nacional del Monumento Natural, que administra Parques Nacionales".
Según Arias, "una desventaja para Necochea es el trafico naviero de su puerto, que puede perjudicar la presencia de las ballenas".
El factor humano
En el suplemento Brisas que Ecos Diarios publicó el pasado domingo, apareció el testimonio de la turista tandilense Ana Jensen, que vivió la maravillosa aparición de una ballena franca en la playa necochense; pero el espectáculo de la naturaleza se vio interrumpido por la llegada de un par de hombres, que se internaron al mar en un bote y terminaron ahuyentándola.Sobre la intromisión del ser humano en el peregrinar de las ballenas, Jimena Belgrano es contundente al decir que "cuando se está contemplando la naturaleza, lo más importante es el respeto por lo que se está observando, para que la experiencia resulte placentera". Luego acotó que "a mi entender, por el momento en Necochea habrá que hacer sólo avistaje desde la costa y no embarcado, pues al tratarse de un área nueva, el acercamiento puede provocar que se alejen y no regresen más”. (PUNTO CERO).
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