LUJAN, Diciembre 03, (PUNTO CERO-El Civismo) EL CIVISMO dialogó con el concejal del Frente para la Victoria "Polo" Miglioranza, quien termina su mandato en el cuerpo deliberativo.
Afirmó que el Concejo tiene una tarea sólo "declamativa" y que falta debate ideológico.
Dijo haber perdido plata y resignado su carrera universitaria. "Ni loco volvería al recinto", expresó.
- Después de cuatro años de mandato, empecemos por lo bueno que se lleva del Concejo.
- ¿Por lo bueno? Desde el Concejo en realidad mucho no me llevo. Soy muy crítico del laburo de un concejal. Hay una separación entre la gente y el trabajo de un concejal y muchas veces se desconoce lo que hacemos. Es mucha la gente que piensa que un concejal gana 10 mil mangos y se rasca las bolas todo el día. Y doy fe que en la mayoría de los casos, o en todos los casos, no es así.
Yo de entrada supe bien cuál era mi rol. Lejos de quedarme en un escritorio, sé que la gente vive los problemas en el barrio y en el día a día. Por eso laburé desde otro lado.
La estructura municipal es eminentemente ejecutiva. El rol del Concejo Deliberante es declamativo, porque en los papeles o en los bifes no le modifica la vida a nadie.
Como militante político genero cosas desde otro lugar, con infinidad de actividades o con fuentes de laburo.
- Se refiere, por ejemplo, a cooperativas.
- Sí, hay cuatro cooperativas que le dan laburo a cien personas o la Casa de la Juventud que también le da laburo a un montón de gente y suma una movida cultural. Y también con vinculaciones en Provincia, porque como Dios está en todos lados atiende en Provincia. En lo personal, estoy frustrado, muy frustrado.
Por elegir o encuadrarme en esto de ser concejal dejé una carrera y me faltan cuatro materias para ser Sociólogo. Termino 15 mil pesos abajo, que los puse en la gestión porque le puse alma y cuerpo a lo que hacía.
- ¿Por qué perdió dinero? ¿Invirtió en las cooperativas?
- En las cooperativas y también porque la gente está mal hoy y no puede esperar el subsidio que venga de Provincia. Es una cuestión de elección personal. Por eso en lo personal estoy frustrado con el rol de concejal. Sé que no modifica nada. Es algo declamativo, de cumplir con un rol social, y no más.
- ¿No cree que en ese panorama que usted traza influye la manera en que el Ejecutivo entiende al Concejo?
- No, no, son todos iguales. Todos los Concejos Deliberantes tienen el mismo rol en toda la provincia de Buenos Aires. Entonces, evidentemente, el Ejecutivo maneja los fondos y el Concejo sólo puede trabar algunos fondos, pero hay vías y mecanismos para seguir adelante igual.
Tampoco observé la existencia de discusión ideológica. No hay grandes debates ideológicos. Sólo hay chicanas políticas y pelotudeces. En realidad no se discuten cuestiones de fondo. Entonces eso me genera una sensación de amargura. Cada uno puso el cuerpo como pudo, como sabe.
- Cuándo entró, ¿tenía otra idea sobre la función del concejal?
- Noooo. Lo tenía clarísimo. Yo laburaba en el Ministerio de Salud, resigné sueldo y estar mejor en otro lado por una cuestión política. En ese momento yo militaba con Graciela (Rosso). Fue una estrategia política venir a laburar acá y trabajar gratis, por militancia, en la Casa de la Juventud. Sabía específicamente a qué me atenía. Me acuerdo que un amigo me recomendó olvidarme del escritorio en el Concejo Deliberante y estar en la calle. Porque la gente putea y cree que los concejales se rascan las bolas, pero cada uno hace lo que puede. Demasiadas horas le meten.
- ¿Afectó su función el cambio de referente o el alejamiento con Rosso?
- No, no. Yo nunca me comí los mocos. Cuando tuve que votar en contra la sociedad anónima, lo voté. Y expuse que lo hice porque no me convencían los argumentos ni política ni técnicamente.
- ¿Esa votación lo afectó en las relaciones políticas?
- Para nada. Para nada. Siempre tuve mala relación con cierto sector de la Municipalidad. Es público. Y lo sigo teniendo, pero prefiero tener esas diferencias y no decir que estoy bien con esta gente. Pienso que están en mis antípodas desde lo ideológico. Con eso estoy absolutamente tranquilo.
- Se hace difícil, entonces, hablar de algún aspecto positivo que se lleve del Concejo.
- Hay gente que reconoce. Que se acerca al Concejo y sabe que se le han dado respuestas en cuestiones puntuales. Las cuestiones de fondo, como pensar un Luján de acá a 50 años, el concejal no lo define. Lo definen las políticas públicas que desarrolla el Ejecutivo. Y menos desde lo ideológico, porque no hay debate. Puede haber gente más tirada a la izquierda o a la derecha, pero ni siquiera se expone en las comunicaciones. En temas relacionados con la última dictadura militar, le saltan los pelos de gorila a todo el mundo. Pero el debate ideológico no existe. ¿Cuándo lo viste? Habrás visto chicanas.
- Recuerdo que se ha ido de algunas sesiones con mucha indignación.
- Ni hablar. Pero uno sabe dónde está jugando o militando. Esto es así. Había que comerse el sapo y me lo comí, cuatro años.
- ¿Qué piensa para después del 10 de diciembre? ¿Seguirá en la política?
- Yo soy militante político. Me ofrecieron irme a laburar a La Plata o a Capital. Les dije que no. Estoy viendo de colocar a gente que queda tirada, lisa y llanamente. Son cuadros técnicos y políticos que se merecen seguir laburando. Yo voy a seguir trabajando donde estoy, en la cooperativa de reciclado de plásticos y siempre vinculado a la política. En la cooperativa hace cuatro años que la venimos remando y recién este año las cosas se dan de mejor manera. Nos costó un montón parir a ese nene; ahora lo quiero ver crecer porque creo que se sale con laburo asociativo y solidario.
No me interesa un cargo político ni ser un ñoqui en La Plata ni en ningún lado. Por eso no voy a aceptar esos ofrecimientos.
- Usted, entonces, no volvería al Concejo Deliberante.
- No, ni loco. La verdad, ni loco. Es algo que hice por 'Saludo uno, saludo dos' y encuadrarme. Había que militar en ese espacio, en la trinchera, y ahí estuve. Pero es algo que no sienta que puede modificar las cosas. Por eso mi laburo pasa por otro lado. Aunque ser concejal te abre un montón de puertas a nivel nacional o provincial. Y son espacios que no se abren para los militantes.
- Cierra para usted una experiencia negativa.
- En realidad, sí. Pero ni siquiera, porque sabía a qué me atenía. Y por eso no tenía expectativas. Fue una prueba para ratificar que en toda la provincia de Buenos Aires las políticas públicas las lleva adelante el Ejecutivo. El rol del Deliberativo es declamativo, porque hasta pueden vetar tus normas.
- Por conocer desde hace tiempo a Rosso y también conocer cada paso de la Casa de la Juventud, ¿cree que es un espacio que debe preservar?
Afirmó que el Concejo tiene una tarea sólo "declamativa" y que falta debate ideológico.
Dijo haber perdido plata y resignado su carrera universitaria. "Ni loco volvería al recinto", expresó.
- Después de cuatro años de mandato, empecemos por lo bueno que se lleva del Concejo.
- ¿Por lo bueno? Desde el Concejo en realidad mucho no me llevo. Soy muy crítico del laburo de un concejal. Hay una separación entre la gente y el trabajo de un concejal y muchas veces se desconoce lo que hacemos. Es mucha la gente que piensa que un concejal gana 10 mil mangos y se rasca las bolas todo el día. Y doy fe que en la mayoría de los casos, o en todos los casos, no es así.
Yo de entrada supe bien cuál era mi rol. Lejos de quedarme en un escritorio, sé que la gente vive los problemas en el barrio y en el día a día. Por eso laburé desde otro lado.
La estructura municipal es eminentemente ejecutiva. El rol del Concejo Deliberante es declamativo, porque en los papeles o en los bifes no le modifica la vida a nadie.
Como militante político genero cosas desde otro lugar, con infinidad de actividades o con fuentes de laburo.
- Se refiere, por ejemplo, a cooperativas.
- Sí, hay cuatro cooperativas que le dan laburo a cien personas o la Casa de la Juventud que también le da laburo a un montón de gente y suma una movida cultural. Y también con vinculaciones en Provincia, porque como Dios está en todos lados atiende en Provincia. En lo personal, estoy frustrado, muy frustrado.
Por elegir o encuadrarme en esto de ser concejal dejé una carrera y me faltan cuatro materias para ser Sociólogo. Termino 15 mil pesos abajo, que los puse en la gestión porque le puse alma y cuerpo a lo que hacía.
- ¿Por qué perdió dinero? ¿Invirtió en las cooperativas?
- En las cooperativas y también porque la gente está mal hoy y no puede esperar el subsidio que venga de Provincia. Es una cuestión de elección personal. Por eso en lo personal estoy frustrado con el rol de concejal. Sé que no modifica nada. Es algo declamativo, de cumplir con un rol social, y no más.
- ¿No cree que en ese panorama que usted traza influye la manera en que el Ejecutivo entiende al Concejo?
- No, no, son todos iguales. Todos los Concejos Deliberantes tienen el mismo rol en toda la provincia de Buenos Aires. Entonces, evidentemente, el Ejecutivo maneja los fondos y el Concejo sólo puede trabar algunos fondos, pero hay vías y mecanismos para seguir adelante igual.
Tampoco observé la existencia de discusión ideológica. No hay grandes debates ideológicos. Sólo hay chicanas políticas y pelotudeces. En realidad no se discuten cuestiones de fondo. Entonces eso me genera una sensación de amargura. Cada uno puso el cuerpo como pudo, como sabe.
- Cuándo entró, ¿tenía otra idea sobre la función del concejal?
- Noooo. Lo tenía clarísimo. Yo laburaba en el Ministerio de Salud, resigné sueldo y estar mejor en otro lado por una cuestión política. En ese momento yo militaba con Graciela (Rosso). Fue una estrategia política venir a laburar acá y trabajar gratis, por militancia, en la Casa de la Juventud. Sabía específicamente a qué me atenía. Me acuerdo que un amigo me recomendó olvidarme del escritorio en el Concejo Deliberante y estar en la calle. Porque la gente putea y cree que los concejales se rascan las bolas, pero cada uno hace lo que puede. Demasiadas horas le meten.
- ¿Afectó su función el cambio de referente o el alejamiento con Rosso?
- No, no. Yo nunca me comí los mocos. Cuando tuve que votar en contra la sociedad anónima, lo voté. Y expuse que lo hice porque no me convencían los argumentos ni política ni técnicamente.
- ¿Esa votación lo afectó en las relaciones políticas?
- Para nada. Para nada. Siempre tuve mala relación con cierto sector de la Municipalidad. Es público. Y lo sigo teniendo, pero prefiero tener esas diferencias y no decir que estoy bien con esta gente. Pienso que están en mis antípodas desde lo ideológico. Con eso estoy absolutamente tranquilo.
- Se hace difícil, entonces, hablar de algún aspecto positivo que se lleve del Concejo.
- Hay gente que reconoce. Que se acerca al Concejo y sabe que se le han dado respuestas en cuestiones puntuales. Las cuestiones de fondo, como pensar un Luján de acá a 50 años, el concejal no lo define. Lo definen las políticas públicas que desarrolla el Ejecutivo. Y menos desde lo ideológico, porque no hay debate. Puede haber gente más tirada a la izquierda o a la derecha, pero ni siquiera se expone en las comunicaciones. En temas relacionados con la última dictadura militar, le saltan los pelos de gorila a todo el mundo. Pero el debate ideológico no existe. ¿Cuándo lo viste? Habrás visto chicanas.
- Recuerdo que se ha ido de algunas sesiones con mucha indignación.
- Ni hablar. Pero uno sabe dónde está jugando o militando. Esto es así. Había que comerse el sapo y me lo comí, cuatro años.
- ¿Qué piensa para después del 10 de diciembre? ¿Seguirá en la política?
- Yo soy militante político. Me ofrecieron irme a laburar a La Plata o a Capital. Les dije que no. Estoy viendo de colocar a gente que queda tirada, lisa y llanamente. Son cuadros técnicos y políticos que se merecen seguir laburando. Yo voy a seguir trabajando donde estoy, en la cooperativa de reciclado de plásticos y siempre vinculado a la política. En la cooperativa hace cuatro años que la venimos remando y recién este año las cosas se dan de mejor manera. Nos costó un montón parir a ese nene; ahora lo quiero ver crecer porque creo que se sale con laburo asociativo y solidario.
No me interesa un cargo político ni ser un ñoqui en La Plata ni en ningún lado. Por eso no voy a aceptar esos ofrecimientos.
- Usted, entonces, no volvería al Concejo Deliberante.
- No, ni loco. La verdad, ni loco. Es algo que hice por 'Saludo uno, saludo dos' y encuadrarme. Había que militar en ese espacio, en la trinchera, y ahí estuve. Pero es algo que no sienta que puede modificar las cosas. Por eso mi laburo pasa por otro lado. Aunque ser concejal te abre un montón de puertas a nivel nacional o provincial. Y son espacios que no se abren para los militantes.
- Cierra para usted una experiencia negativa.
- En realidad, sí. Pero ni siquiera, porque sabía a qué me atenía. Y por eso no tenía expectativas. Fue una prueba para ratificar que en toda la provincia de Buenos Aires las políticas públicas las lleva adelante el Ejecutivo. El rol del Deliberativo es declamativo, porque hasta pueden vetar tus normas.
- Por conocer desde hace tiempo a Rosso y también conocer cada paso de la Casa de la Juventud, ¿cree que es un espacio que debe preservar?
- Ella sabrá. Graciela debe ser el cuadro con mayor proyección política de Luján. Fue viceministra de Salud, estuvo con Juampi (Cafiero) en el Ministerio, fue titular del Pami, es diputada nacional. Es decir que sabe lo que quiere y sabe lo que tiene que hacer. Yo no le voy a decir qué tiene que hacer. La Casa es un espacio que está consolidado, con mucho movimiento e infinidad de actividades. Y eso que dicen que va a hacer, es todo verso. Me atrevo a decir, porque la conozco bien, que jamás haría algo así. (PUNTO CERO-El Civismo).
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