(La Política OnLine). El jefe de Gobierno visitó la muestra Arte BA y la visita le salió cara cuando después de invitar a un cronista de CQC a sentir la sensación de infinito de una cara pieza de cristal, los espejos se astillaron y Macri se comprometió a comprar la obra valuada en unos u$s4.000. El video del momento fatídico.
En una jugada digna de Marley, el jefe de Gobierno rompió una obra valuada en cuatro mil dólares durante su recorrida en la muestra Arte BA. Mauricio Macri advirtió enseguida la cara de espanto del galerista que exponía la delicada pieza de cristal, reaccionó de inmediato y le dijo: vendiste la obra.
“Me quedé lívido y le dije que la obra valía 4.000 dólares. El me dio la mano y me dijo: ‘La vendiste’”, contó el responsable del stand de Miaumiau, el galerista Mariano López Seoane. La pieza fue diseñada por el artista Seth Wulsin y consistía en un juego de espejos que “da una sensación de infinito”.
Macri metió la cabeza para sentir esa sensación e invitó, después, al cronista de CQC a hacer lo mismo. Aunque Macri insistió en que fue la cabeza del periodista la que rompió uno de los espejos de la pieza, nadie sabe a ciencia cierta quien astilló los cristales. Lo que sí se sabe es quien debió poner la plata: fue el jefe de Gobierno porteño.
En una jugada digna de Marley, el jefe de Gobierno rompió una obra valuada en cuatro mil dólares durante su recorrida en la muestra Arte BA. Mauricio Macri advirtió enseguida la cara de espanto del galerista que exponía la delicada pieza de cristal, reaccionó de inmediato y le dijo: vendiste la obra.
“Me quedé lívido y le dije que la obra valía 4.000 dólares. El me dio la mano y me dijo: ‘La vendiste’”, contó el responsable del stand de Miaumiau, el galerista Mariano López Seoane. La pieza fue diseñada por el artista Seth Wulsin y consistía en un juego de espejos que “da una sensación de infinito”.
Macri metió la cabeza para sentir esa sensación e invitó, después, al cronista de CQC a hacer lo mismo. Aunque Macri insistió en que fue la cabeza del periodista la que rompió uno de los espejos de la pieza, nadie sabe a ciencia cierta quien astilló los cristales. Lo que sí se sabe es quien debió poner la plata: fue el jefe de Gobierno porteño.
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