Las elecciones del domingo pasado fueron apenas un trámite para ratificar victorias y derrotas que ya habían marcado las primarias de agosto. Pero la magnitud de los triunfos y de las caídas sorprendieron a algunos, que no habían creído o no habían usado bien los niveles ni otras herramientas de precisión para los cálculos.
Al cabo de 24 años ininterrumpidos de gobiernos peronistas en la Provincia, Cristina con el 56% y Daniel Scioli con el 55% alcanzaron en este territorio victorias arrolladoras que les otorgaron índices históricos de adhesión. Decenas de intendentes del oficialismo obtuvieron entre el 50% y el 70% de los votos y las listas del FpV para el Congreso y la Legislatura se quedaron con la gran mayoría de los escaños, cuando no con todos. Casi todos esos triunfos, por lo demás, se construyeron con diferencias de 30, 40 ó más puntos con los segundos.
En la contracara, todos los sectores opositores sufrieron derrotas que en algunos casos suenan a desaparición. El retroceso de esos espacios es descomunal. Al que mejor le fue en el país, el Frente Amplio, los bonaerenses le otorgaron apenas un 15% de los votos a su estrella, Hermes Binner, pero en la pelea provincial Margarita Stolbizer no llegó al 12% y quedó tercera. Francisco De Narváez fue el segundo, pero no alcanzó a tocar el 16% y tuvo aún menos votos que en las primarias. Ricardo Alfonsín, que es bonaerense y cosechó apenas 11% a nivel nacional, consiguió aún menos del 10% en la Provincia. Otro aspirante presidencial bonaerense, Eduardo Duhalde, obtuvo 7% en "su" provincia, menos que el puntano Rodríguez Saá que, con nada (7,3%), lo relegó al quinto lugar. La debacle de Elisa Carrió y todos los candidatos de su CC fue pareja y exterminante.
TSUNAMI Y ALGO MAS
La primera imagen que genera ese paisaje es la de las olas que se llevan todo lo encuentran en la playa a su territorio, el mar. Para algunos, una ola de tsunami. Y hubo ola kirchnerista, por cierto. Pero será ésa una imagen falsa si no se mira por debajo de ella. Los ciudadanos profundizaron en estos comicios su tendencia a cortar boletas para poder votar, en cada cargo, a quienes más les gustaban, avanzando en la tendencia de abandonar el sufragio en bloque por un sector político y definirlo por su opinión sobre los candidatos como individualidades. Una tendencia que se refleja en los porcentajes disímiles que obtuvieron postulantes de un mismo espacio.
Y que se refleja, sobre todo, en el fin de ciclo que estos comicios marcaron para algunos intendentes oficialistas y los triunfos que algunos jefes comunales opositores. El presunto arrastre a favor no funcionó, en efecto, para Amieiro (San Fernando), los Ivoskus (San Martín), el Japonés García (Vicente López) y Prince en Luján, entre otros "históricos" que cayeron a manos de candidatos de otros sectores oficialistas o de opositores. Como no funcionó el arrastre en contra para Meoni en Junín, Posse en San Isidro y Gutiérrez en Pergamino, tres radicales que sobrevivieron al derrumbe de su partido.
El tiempo dirá si los sectores y dirigentes opositores pueden recuperarse de la derrota. Deberán hacerlo desde espacios institucionales reducidos a su mínima expresión o directamente desde el llano. La política suele dar siempre otra oportunidad, aunque estas elecciones parecen haber marcado para algunos el camino del retiro.
VICTORIA Y RESPONSABILIDAD
A los ganadores, los bonaerenses les han redoblado, con su inmenso apoyo, la responsabilidad de ir encontrando las soluciones de los graves males crónicos que afectan a esta provincia.
Signada por una inseguridad que no cede, por la carencia de los servicios más elementales -agua, asfalto, gas, cloacas- aún para vastos sectores de la población, con millones de personas por debajo de la línea de pobreza, la Provincia volverá a afrontar el año que viene otro ejercicio gravemente deficitario. Así lo reconocen los números del Presupuesto que la administración Scioli proyectó: necesitará tomar prestados 13.500 millones de pesos para afrontar un esquema de gastos y de obras acotado a lo básico; un monto que en rigor rondará los 20 mil millones porque el cálculo no prevé aumentos salariales que, sin duda, deberá otorgar.
Nada nuevo, podría decirse. Hace un millón de años que la Provincia tiene déficit, es decir, apenas sobrevive y acumula deuda. Pero en un país que hace ocho años que crece a "tasas chinas", tal vez haya llegado la hora de redefinir una estructura que mantiene sumida en la pobreza a una provincia que le aporta el 40% de esa riqueza. ¿Alguien leerá ese mandato en el mensaje de las urnas? (El Día).
Al cabo de 24 años ininterrumpidos de gobiernos peronistas en la Provincia, Cristina con el 56% y Daniel Scioli con el 55% alcanzaron en este territorio victorias arrolladoras que les otorgaron índices históricos de adhesión. Decenas de intendentes del oficialismo obtuvieron entre el 50% y el 70% de los votos y las listas del FpV para el Congreso y la Legislatura se quedaron con la gran mayoría de los escaños, cuando no con todos. Casi todos esos triunfos, por lo demás, se construyeron con diferencias de 30, 40 ó más puntos con los segundos.
En la contracara, todos los sectores opositores sufrieron derrotas que en algunos casos suenan a desaparición. El retroceso de esos espacios es descomunal. Al que mejor le fue en el país, el Frente Amplio, los bonaerenses le otorgaron apenas un 15% de los votos a su estrella, Hermes Binner, pero en la pelea provincial Margarita Stolbizer no llegó al 12% y quedó tercera. Francisco De Narváez fue el segundo, pero no alcanzó a tocar el 16% y tuvo aún menos votos que en las primarias. Ricardo Alfonsín, que es bonaerense y cosechó apenas 11% a nivel nacional, consiguió aún menos del 10% en la Provincia. Otro aspirante presidencial bonaerense, Eduardo Duhalde, obtuvo 7% en "su" provincia, menos que el puntano Rodríguez Saá que, con nada (7,3%), lo relegó al quinto lugar. La debacle de Elisa Carrió y todos los candidatos de su CC fue pareja y exterminante.
TSUNAMI Y ALGO MAS
La primera imagen que genera ese paisaje es la de las olas que se llevan todo lo encuentran en la playa a su territorio, el mar. Para algunos, una ola de tsunami. Y hubo ola kirchnerista, por cierto. Pero será ésa una imagen falsa si no se mira por debajo de ella. Los ciudadanos profundizaron en estos comicios su tendencia a cortar boletas para poder votar, en cada cargo, a quienes más les gustaban, avanzando en la tendencia de abandonar el sufragio en bloque por un sector político y definirlo por su opinión sobre los candidatos como individualidades. Una tendencia que se refleja en los porcentajes disímiles que obtuvieron postulantes de un mismo espacio.
Y que se refleja, sobre todo, en el fin de ciclo que estos comicios marcaron para algunos intendentes oficialistas y los triunfos que algunos jefes comunales opositores. El presunto arrastre a favor no funcionó, en efecto, para Amieiro (San Fernando), los Ivoskus (San Martín), el Japonés García (Vicente López) y Prince en Luján, entre otros "históricos" que cayeron a manos de candidatos de otros sectores oficialistas o de opositores. Como no funcionó el arrastre en contra para Meoni en Junín, Posse en San Isidro y Gutiérrez en Pergamino, tres radicales que sobrevivieron al derrumbe de su partido.
El tiempo dirá si los sectores y dirigentes opositores pueden recuperarse de la derrota. Deberán hacerlo desde espacios institucionales reducidos a su mínima expresión o directamente desde el llano. La política suele dar siempre otra oportunidad, aunque estas elecciones parecen haber marcado para algunos el camino del retiro.
VICTORIA Y RESPONSABILIDAD
A los ganadores, los bonaerenses les han redoblado, con su inmenso apoyo, la responsabilidad de ir encontrando las soluciones de los graves males crónicos que afectan a esta provincia.
Signada por una inseguridad que no cede, por la carencia de los servicios más elementales -agua, asfalto, gas, cloacas- aún para vastos sectores de la población, con millones de personas por debajo de la línea de pobreza, la Provincia volverá a afrontar el año que viene otro ejercicio gravemente deficitario. Así lo reconocen los números del Presupuesto que la administración Scioli proyectó: necesitará tomar prestados 13.500 millones de pesos para afrontar un esquema de gastos y de obras acotado a lo básico; un monto que en rigor rondará los 20 mil millones porque el cálculo no prevé aumentos salariales que, sin duda, deberá otorgar.
Nada nuevo, podría decirse. Hace un millón de años que la Provincia tiene déficit, es decir, apenas sobrevive y acumula deuda. Pero en un país que hace ocho años que crece a "tasas chinas", tal vez haya llegado la hora de redefinir una estructura que mantiene sumida en la pobreza a una provincia que le aporta el 40% de esa riqueza. ¿Alguien leerá ese mandato en el mensaje de las urnas? (El Día).
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